sábado, 24 de marzo de 2012

Ni vertiendo polvo en el cajón de los sueños consigo ahuyentar las pesadillas que pueblan mis borracheras.

- ¿Duerme usted bien? Quizá tiene pesadillas o se despierta por la noche...
- No, la verdad es que no. Duermo estupendamente.

Así semana tras semana. De pronto una noche anodina de jueves volvió a pasar.

Está ahí intentando abrir un portal viejo en su memoria. Gira, temblorosa, el picaporte pero no acierta a abrir. La llave se resiste. De pronto una voz a sus espaldas la obliga a girarse.

- Sé lo que estás haciendo. Siempre te estoy vigilando. Te veo.

Lo dice TaAN amenazantamente y mirándola TAN fijamente, que el pavor la acorrala. Sin embargo grita, grita con todas sus fuerzas y corre hacia él. Él, esta vez, es un señor mayor. Cojo. Quizá una muleta, la falta de una pierna. Sus rasgos físicos le dibujan como aquel personaje de dibujos, Gargamel, que seguramente alguna vez temió en una tarde de infancia. Cuando lo alcanza, despierta súbitamente.
  Que el despertar sea tan sobresaltado la paraliza en la cama. Cientos de miles de imágenes de colores se superponen ante sus ojos, como si pudiera verse con los ojos lo que por la mente se agolpa en los sueños. Aturdida, solo siente el miedo. Es incapaz de levantase.

 Ahora cae en la cuenta. Es el sueño de siempre. Cambia el personaje, cambia la acción que está llevando a cabo cuando es sorprendida, pero es siempre lo mismo. En cada una de las pesadillas alguien la observa y le hace saber que está siendo observada. En cada una de las pesadillas despierta paralizada por el miedo. En todos los sueños es un grito lo que la despierta y aterra. Esta vez logró atacar al ojo que todo lo ve, lanzarse contra el viejo cual Quijote buscador de gigantes. No fue así en otras ocasiones en que despertó nada más ser sorprendida y sólo deseó desaparecer entre los muelles del colchón.
 Ahora recuerda todo con claridad. Demasiada claridad. Siente escalofríos atando los cabos. Pero de nuevo, un conflicto que se libera en sueños, no logra ser resuelto en sueños y acaba trascendiendo al estado de vigilia.

Es la anagnórisis que aprendió en las lecciones mitológicas. En el momento exacto en el que Edipo se hace consciente de todo lo que ha sucedido y de quién es él realmente, y justo un instante antes de sacarse los ojos para no contemplar lo que acaba de descubrir, debe el tebano sentir el mismo miedo que ella revive cada noche que una de esas pesadillas la expulsa del paraíso de irrealidad al que nos lleva el dormir.

No. Sin duda es la culpa. Cree haber crecido libre. Cree haber sabido esconderse. Pero cada pecado que cometió fue visto por un ser atroz que la atormenta, que la culpa, que la amenaza. No es más que ella misma.
Acaba de entender a Goya y ya no hay duda. El sueño de la razón produce monstruos.


"Un mal sueño que no provoca que el individuo se despierte es exitoso en lo que respecta a abordar una emoción intensa. Es perturbador, pero en la medida en que no nos despertamos hay una especie de resolución", dijo.

De acuerdo con este escenario, las pesadillas, al permitir que uno escape prematuramente, representan un fracaso del sistema de la "extinción del miedo". "El mal sueño es funcional, las pesadillas son disfuncionales", afirmó Nielsen.

Si uno siente que está cayendo al vacío, que extienda los brazos y aprenda a volar.