lunes, 29 de noviembre de 2010

La purga de Mateo


Misstress Barbara - Dance me to the end of love DAP




Dejaba de fumar el día en que nos citamos, una talla pequeña que pronto perdería. Otra vez. Otra cita, otro intento. Algo nuevo que hacer con mi inquieta mandíbula. Eras grande y del norte, pasaporte directo a mi corazón. Nos citamos en María de Molina, ya sólo me quedaban dos de las cuatro muelas del juicio. La vida tiene cosas así. Anduvimos sin pausa, horas, tomamos algo. Y mi deseo de fumar, acrecentado con el tuyo que te sumaste al reto (motu proprio), no cesó hasta que nos besamos en aquel banco de madera orinada a la salida de Avenida de América, junto a la parada de taxis. Era septiembre.
Recuerdo tu casa en Nuevos Ministerios, tus dos compañeros, los tupper de tu madre cargaditos de productos cántabros, mis ensaladas de pasta. Los bollitos de la Pantera Rosa que te compraba para merendar. Mi eterno deseo de dar de merendar a los chicos con los que salgo. Recuerdo los cafés en Orense, mi bautismo como "miss" que -como aquél que dice- acabo de abandonar,tus camisetas a medio doblar en el armario, la vez que fui a buscarte a la oficina. Arturo Soria. Castellana abajo, dejando a un lado el Santiago Bernabéu. Cuánto me gustaba verme a tu lado, minifalda vaquera talla 36, botas altas.
No he querido olvidar mis negativas a dormir en tu cama, a que pagaras mi taxi con cargo a tu empresa, mis complejos de inferioridad, tus eyaculaciones precoces. No he olvidado tampoco nuestra falta de compenetración en todo lo demás. Tu mal intento de dejar de fumar sólo porque lo hacía yo, tu sentimiento de culpa en cada resaca, tus ganas de desfase, que se te rompían cada vez que me mirabas darle vueltas al poleo-menta que enfriaba las tardes de domingos que iba a visitarte. Tus ojos (poli)intoxicados suplicando un espejo menos virtuoso en el que reflejarse.

Recuerdo con especial viveza la última vez que me acompañaste a la parada del autobús. Supe que se acababa de romper todo. No hubiera funcionado de ninguna de las maneras pero yo estaba tan cansada ese año de decir adiós que me vine abajo. Me deshice bajo la lluvia, otra vez Arturo Soria, mientras me preguntaba cuántas veces más tendría que seguir despidiéndome y me sentí tan sola, tan pequeña y tan abandonada que aún no logro explicarme como aquella noche logré regresar a casa.

Sigo sabiendo de ti, sé que retomaste la carrera. Sigues en la misma casa, los mismos compañeros, la misma música, las mismas piernas de futbolista, idénticos ojos trasnochados. Aunque haga más de cuatro años que no te los vea. Te fuiste al poco de que yo tomara el último autobús en tu vida. Te fuiste sin tormento como sin tormento habías llegado.

Y ahora, Mateo,yo te bendigo y te dejo ir en paz.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La purga de Nacho

Before a new chapter is begun, the old one has to be finished´

Encontré ayer en el facebook de Paulo Coelho esta frase. Antes de empezar un capítulo ha de terminarse el viejo. Y me fui directa a mi recién adquirida idea de la purga, que también data de ayer. Porque las ideas se adquieren como se adquieren los bienes de consumo; del mismo modo se consumen, se agotan, se intercambian. Fagocitas las ideas de los demás y parece que las sintieras tuyas, me disjiste esta mañana. Y seguí comprendiendo más acerca de la psicosis del camaleón, de este mi engullir y vomitar voraz, del vivir para narrarlo.
Pensaba comenzar este proceso de limpiza en orden riguroso, desde el primero al último de todos. Pero esta mañana me cruzó la idea de que no tendría necesariamente por qué apetecerme hacerlo de este modo, y podría entonces darse el caso de que prefiriera  hablar del penúltimo cuando le tocara al tercero ,o del primero cuando ya fuera acabando mi listado. Entonces he dejado hablar al vago mundo, como acostumbro, y él, a través de música se ha manifestado, como a su vez acostumbra.



Planeta Imaginario (sintonía completa) -                                      DAP


No es una sintonía habitual en la radio.No cabía duda. Se me hablaba de Nacho y de Nacho os hablo.

Me crucé con Nacho el Día de la Bestia (6/6/6) y por eso siempre pensamos que nuestro encuentro no podía ser simplemente casual. Yo acababa de salvar, una vez más, esa eterna relación de la que siempre quería marcharme y de la que nunca lograba escapar. Esa relación a la que cada vez que le lanzaba otro torpe salvavidas, lamentaba mi mala suerte, mientras asistía a su reanimación.
En Nacho vi una perfecta oportunidad de perder la cabeza y escapar de mi condena. Sus correos, de remitente "q b", llegaban a mi bandeja como el agua a la maceta olvidada. Necesitaba escapar de mi mala suerte y vi en él la nube de lluvia.  Afortunadamente no fue necesario, una invitación a Estambul puso tierra de por medio. A la vuelta, inesperada y milagrosamente, por fin el fin llegó por la otra parte, hablaré de aquella cobardía en otro capítulo.

Sé que recuerdas la pronta cita, mi retraso para llegar, la calurosa noche de principios de julio. El edificio era antiguo, grande el portal. Mi primera vez en las Islas Filipinas y no recordé a Felipe II en toda la noche. Me senté en tu sofá tímidamente y fingí estar cómoda todas las horas que allí pasamos, tú hablando y yo escuchando. Hablaste tanto…nunca he olvidado los temas, el conflicto vasco y el Imperio Romano. Y yo solo pensaba morituri te salutant, tal era el grado de ansiedad que me causaba no poder fumar en tu salón y, es más, ser consciente de que no podría volver a encender un cigarrillo hasta que no cruzase de nuevo tu portal a la mañana siguiente al hacerse de día. Tenías el mismo miedo que yo. Sólo que yo pensaba en nicotina y tú hablabas de historia. Hablaste tanto y tan atropelladamente que pronto empezó a salir por tu boca un pestilente aliento de orador desfasado. Para ese momento yo ya había maldecido la hora en que decidí pasar la noche con un extraño como tú y mi única misión era ya que el tiempo pasase lo más rápidamente que fuera posible. Te rogué que nos acostásemos, recordarás el estreno de un pijama de raso negro más recatado que la piel que ocultaba. Juntaste las dos camas nido de tu cuarto, tu novia estaba en Toledo, me cedías el sitio. Apagaste la luz y yo sentí que nunca había deseado tan poco a alguien y te recordé, desde la oscuridad del cuarto, paliducho, feo, repelente y aburrido. Y de pronto una de tus vértebras entró en acción. Ya me habías hablado de su deformidad pero me invitaste a palparla, tan médico como siempre. Al acercar mi dedo a tu espalda cambió el curso de las cosas. Eureka. Algo así como lo que tuvo que sentir Newton al ver caer la manzana o Copérnico en uno de los giros solares de sus atardeceres mediterráneos. Algo así como ser conscientes de pronto de que la razón por la que fuimos engendrados y alumbrados en este mundo, acaba de materializarse ante nuestros ojos.
A ese roce le siguieron otros. Aquel verano me sabe a abrazos sin ropa, a natillas de vainilla en el salón de tu estudio, a sexo oral en tus labios, a albaricoques en el metro, a profundo enamoramiento, a ganas de morir dentro de tus brazos. Aún recordarás cuando metía la cara en tu axila y me quedaba a oler el mar. Sabe dios que hubiera deseado morir allí.

Después, o más bien durante, vinieron también las cosas feas, todas sucedieron al mismo tiempo pero yo ahora siento la necesidad de diseccionar. El escrúpulo con el que buscabas mis restos orgánicos por tus sábanas, temeroso de que tu mujer descubriera tu falta de honradez. “Riesgos, cero”. Tu enfado aquella única vez que te escribí sin que me hubieras autorizado a hacerlo. La pusilanimidad que mostrabas atrapado, como estabas, en una relación de la que eras marioneta.

Nos fuimos alejando. Durante años seguimos escribiéndonos, siempre clandestinamente. Yo aceptaba las reglas del juego y me repetía en tu tarareo si alguna vez amé, si algún día después de amar, amé, fue por tu amor…y me sentía agradecida, tremendamente agradecida por la noche en que, partida perdida, me atreví a tocarte la espalda. Y a veces, caminando por cualquier lugar, olía un perfume como el tuyo y me clavaba de rodillas en el suelo a llorarte. Sé que viviste lo mismo en bastantes ocasiones, me consta, en el metro, en la consulta,  seguramente sin la puntilla de drama final que yo gustaba de añadir, escena almodovariana.
El último encuentro nunca tuvo que haber tenido lugar. No hizo sino traer tempestad a lo que de mitológico a nuestra historia le quedaba. A ti debió de parecerte menos grotesco que a mí. A los meses me hacías saber que por fin eras un hombre libre. A mí ya no me importabas nada. Yo no era la misma, mi cuerpo no era el mismo, tú no me hacías sentir lo mismo. Te ignoré cruelmente intentando que sintieras aunque fuera un gramo de la indiferencia a la que tú me habías sometido tantas veces en tus largos períodos de casado. Pero a ti te bastó un sincero intercambio de correos para retirarte. Y te retiraste para siempre. Han pasado ya muchos años y quizá sepas que alguna vez intenté contactar contigo, la última hace un año. Te diría que solo buscaba saber por qué caminos te llevaba la vida y, sin embargo, soy capaz de reconocerte que nada ansiaba más que el recuperar en mis manos el perdido calor de tu columna en su zona lumbar. Te he buscado después en tantos otros médicos, en tantas especialidades...y no estabas en ninguna de ellas.

He creído durante mucho tiempo que tu papel en mi función sería el de Amor por los siglos de los siglos, amén, sin otro argumento que el de que fuiste el primero que una vez me amó. La idealización que de ti queda en mi imaginario está tan difuminada que, tal vez, paulatinamente, vaya quedando menos huella tuya en mis sentidos. Desaparecido de mi tacto hace ya tanto, borrado de  la vista, perdidos el gusto y el olfato de tu esencia, quizás en el suspiro que hoy me aulló en el pecho con las notas de la sintonía del Planeta Imaginario asaltando mi cordura, digo solo quizás, hayas decidido abandonarme del todo, hoy, para siempre.
Nacho, puedes ir en paz.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Desatascando (y cada día un poco más)


Adiós abanico, llegó el aire - Extremoduro



Subieron a purgar el radiador, como  hacen cada invierno. Si no, no calienta o calienta a medias, que viene a ser lo mismo. Apenas tardaron un par de minutos. Aflojaron una tuerca que dio paso al lento goteo de agua sucia. Yo veía caer las gotas sobre el plato de plástico que aquellos hombres traían y me preguntaba de dónde provenía la suciedad de mi mente, cómo se había acumulado allí y, lo que es más importante, quiénes vendrían a purgármela. Entendí pronto que sólo la tercera duda era importante y que nadie acudiría a mi llamada. Sin embargo el invierno había llegado y yo deseaba mis calefactores trabajando al máximo rendimiento. Pretendía, por qué no decirlo,  un ambiente lo más agradable posible en esta nueva etapa.

- Ya está, señora. Quite todos esos libros que tiene puestos sobre el radiador, que no es una estantería y verá qué pronto nota la diferencia. Disfrútelo y tenga un buen día.

Los jóvenes me sacaron de mi ensimismamiento. Les di la propina mientras les acompañaba a la puerta y me terminé de convencer de la necesidad de una purga. Me interesa la sexta acepción: Sacar el aire u otro fluido en un circuito de un aparato o máquina para su buen funcionamiento. Era cierto que a mi vida habían venido nuevos aires. Urgía limpiar, consecuentemente, los antiguos residuos para que estos recién llegados -ahora sí- materiales nobles, fluyesen fácilmente.

Será una limpieza por entregas, tanto he vivido. Cada capítulo supondrá un peldaño más, un ladrillo menos, por decirlo de algún modo.

Ya se había deshecho del abanico, obsoleto en sí mismo, cuando el calor comenzó a inundar la estancia.

viernes, 26 de noviembre de 2010

A dios


G.Mahler: Symphony No. 2 in Do menor "Resurrección"




Muy virtuoso señor:

Hoy quiero hablarte, de nuevo, de resurrección. De la liberación a la que nos acercan ciertos adioses. De mi miedo a las despedidas. De la superación de los miedos. De la liberación que trae consigo. De las inevitables corrientes de los cauces de los ríos, que corren y descienden, sí, inevitables, hasta el mar. Pero uno no puede haber estado preso  si no hubo una cárcel previamente. Sin cuerpo no hay delito, corpus delicti, se sobrentiende, y yo no quiero culpar a otros de mis cautiverios. La mayor parte de las veces somos cautivos de nuestras propias pasiones; siempre esclavizados por el ego. Pienso de pronto: Cárcel de amor, Diego de San Pedro. Año de publicación de la obra, 1492, comienzo, "muy virtuoso señor". Abro al azar el libro desde la web virtual del Instituto Cervantes y aparezco en el capítulo "Prueba por ejemplos la bondad de las mujeres". De nuevo dejo al azar, sin fijarme en las letras, que elija párrafo.

Penélope fue mujer de Ulises, e ido él a la guerra troyana, siendo los mancebos de Ítaca aquejados de su hermosura, pidiéronla muchos de ellos en casamiento; y deseosa de guardar castidad a su marido, para defenderse de ellos dijo que la dejasen cumplir una tela, como acostumbraban las señoras de aquel tiempo esperando a sus maridos, y que luego haría lo que le pedían. Y como le fuese otorgado, con astucia sutil lo que tejía de día deshacía de noche, en cuya labor pasaron veinte años, después de los cuales venido Ulises, viejo, solo, destruido, así lo recibió la casta dueña como si viniera en fortuna de prosperidad.


Me maravillo. La bondad de las mujeres ante los hombres que la Historia eligió para ellas. Todas, sin excepción, mujeres mal queridas. El azar me trae al matrimonio de Ítica, otra vez.Yo nunca anduve cerca de este mito, ahora puedo ver Verdad, yo no he vivido sino entre tinieblas los últimos años. He habitado la demencia, querida demencia. Muy virtuoso señor.Ahora me despido, estoy en condiciones de hacerlo. Me despido no sólo de Ulises y de Penélope, sino también de la falta de espacios, de los pasillos angostos, del exceso de dióxido de carbono, de las camas de hospital. Me despido de la cobardía que me llevó al cobarde, del temor que me condujo al atemorizado, de la enfermedad que me postró ante enfermo. Me despido de mi pulsión de muerte. Freud, llévatela.Ya no la necesito.

No miento si confieso que buscaba degollarte el día en que rajé mis blancas carnes. Si fue solo símbolo de mi maldad, fue símbolo sangrante. Ya es suficiente: Expiada soy.

He estado ahí, en el indeterminado vacío de la maldad,tanto tiempo condenada, que pensé que nunca regresaría. Intenté escapar tantas veces, todas sin éxito, que ya pasó tiempo desde que me había dejado abandonado a mi suerte, como la mal querida Ariadna en la isla de Naxos. Más mito, mito que todo lo explica y destripa.

Me paro en seco. No siento en la nuca el aliento del dragón de ojos azules que es el miedo. Me doy la vuelta y veo el lugar vacío, rotos los barrotes. Me maravillo.
Adiós. Adiós para siempre, muy virtuoso señor.



domingo, 21 de noviembre de 2010

Cuento para (no) dormir


Cortometraje "El sueño del caracol"(Schneckentraum)
Dirigido por Iván Sáinz-Pardo DAP



Cuando era pequeña mis padres me suscribieron a una editorial que cada mes me enviaba un cuento por correo postal. Recuerdo la ilusión que me poseía al ver la carta sobre mi cama, al volver del colegio por la tarde, una tarde al mes. Mi ilusión desempaquetando, que nunca me ha permitido amar a las postales y que ,a día de hoy,todavía me acompaña. Mi ilusión leyendo. Un día amanecí dejando de ser niña y la colección de cuentos cambió por una revista de reportajes variados y cultura general, que me acompañaría hasta que me aburrí de ella y di el salto a los magacines de moda, retoque, pelos oxigenados y tallas de niña. De nuevo a la niñez, ya tan lejos de ella.
Continuemos, por favor, en el mundo de los cuentos. Leo-Leo se llamaba la colección, Leo-Leo se llama. Tenía por mascota un lápiz con ojos y boca y manos y pies, todo azul, que te animaba a tomar parte activa de la lectura, realizando los juegos que incluía tras la misma.
Me acuerdo hoy de uno de esos cuentos: Miga de pan. El perfil de una mujer vestida de verde corría en la portada. Camiseta y falda acampanada a la altura de la rodilla. Zapato de salón de tacón de 4cm., como una Infanta. Melena rizada, quizá sólo ondas, a la altura de los hombros y color castaño. Siempre colgada a la espalda, una gran cartera. Miga de pan un día va a la panadería a comprar y cae (porque ella no "queda", directamente "cae" para ya no levantarse) enamoradísima del tendero. Flechazo, como el de la joven del café alemán. Según sale por la puerta del establecimiento, se da cuenta de que quiere volver a entrar, de que querrá volver a entrar cada día de su vida durante el resto de los años que le queden porque está perdidamente enamorada. Y caída, aunque ella no sea aún muy consciente. Así, acude al día siguiente y al otro y al otro. Algunos días compra solo pan, otros días bolletes, colines, algún dulce. Empieza poco a poco a comprar  tanto que es más, mucho más, de lo que puede llegar a consumir. No le queda otro remedio que empezar a almacenar las compras por toda la casa. Al principio son las alacenas, después los armarios. Según pasan las semanas, ocupa ya cada uno de los rincones de cada habitación de la casa. Y sigue acudiendo cada mañana a su cita con el Amor. Y cada tarde. Hay días en que incluso se acerca, también, justo antes de que cierren -de que cierre- para sentir el frescor de sus dedos al darle las vueltas, tantas horas ya apagado el horno que trabaja a destajo desde las cuatro de la madrugada para continuar llenando de masa el hogar de la protagonista.
Pronto las primeras barras compradas , pistolas en el Madrid más castizo, empiezan a ser habitadas por el moho. La cara más mortecina de la vida se va extendiendo por la esponjosidad blancuzca de la levadura hasta acabar tiñendo en tonos azulados, verdosos y violáceos las alacenas, armarios y rincones de nuestra infanta.
Según el pan se va pudriendo, comienza a entender la joven cuánto su locura le ha hecho perder. En tiempo, espacio, dinero y cordura.

Viendo hoy el sueño del caracol que encabeza este recuerdo de sobremesa de domingo, me ha parecido adecuado continuar con la idea de vacío con la que amanecí. Porque cada uno llena su vacío como quiere, como puede. Lo único que parece ahora importante es dejar hecho, dejar que se haga, lo que en ningún caso debería esperar a hacerse otro día. Así que, sí, espérame a dormir.


Empty, vacuum, space, gap...


"Heavy Rain" (30´)                                                                                   DAP



Vacío. Verbo.Yo vacío, tú vacías, él vacía (to empty). Vacío. Adjetivo. Empty, deserted. Vacío. Sustantivo masculino. Vacuum (envasado al vacío). Space (miraba al vacío). Gap (dejó un vacío en su vida. hueco).


¿Has olido alguna vez el vacío? ¿Te inundó su pestilente olor a cieno la nariz las tardes de domingo que no quisiste siquiera respirar?¿Lo sentiste posarse sobre tu piel?¿Sentiste el desagradable tacto del velcro de plomo sobre la delicada seda importada, arañando la suavidad de los colores?¿A qué te supo? ?Te hizo vomitar?¿Te ensordeció su cruel chirriar monótono y sádico?¿Tuviste que taparte los oídos y suplicar de rodillas que parase?

¿De qué tienes miedo? Cállate. Ahora cállate. Es hora de que te calles y sientas tu vacío como si fueran latigazos romanos. Once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete...De cuántas maneras has intentado llenarlo, llenarte. A cuántas mujeres vacías te agarraste, hasta despedazar sus carnes, a cuántos hombres. Cuántos amigos inventas. Cuántas palabras pintas en los muros. Cuánta desesperanza. Cuánto miedo.



La lluvía no cesaba. Una década ya se les antojaba mucho tiempo pero el pueblo se había acostumbrado al perpetuo tintineo, a las espirales de agua en las aceras, a la espuma blanca, a los huesos calados. La niña miraba sus escombros con curiosidad, molesta e indiferente a partes iguales, con la perversión que inunda las almas infantiles cuando se encuentran ante un animalillo indefenso y ningún adulto ronda cerca. Con el pie intentó comprobar si aún quedaba algo de aquel desecho que contaban que un día, hacía ya mucho, había sido hombre. Golpeó con la punta de su bota de goma rosada la masa informe y parda que yacía ante sus ojos y nada. Allí no quedaba rastro de vida alguno. De pronto se impacientó, dejó de desear estar en ese cobertizo viejo y antiguo. Escupió con asco en lo grotesco de lo que se intuía el rostro y salió corriendo. Salió corriendo bajo la lluvia, feliz de su hazaña.

sábado, 20 de noviembre de 2010

resuRECTio


Volver (tango)- Carlos Gardel DAP


Fue directo a la caseta de Eumeo. Han pasado los años, vemos vetas de plata en tus cabellos, el rostro apergaminado. El cuerpo de héroe, vivido: la mente, igual de astura y despierta. Te sientas en un taburete bajo de madera y, la mirada lanzada al infinito, musitas: Mi casa...mi pan...mi vino...
No niegas que hubo momentos, durante estos veinte años errantes, en los que creíste que jamás regresarías pero ya estás en casa.Ítaca se alza ante tus ojos y tus ojos, se desbordan. Come y bebe en casa del buen Eumeo, Odiseo. Mi casa...mi pan...mi vino. Y vuelve a sentirte parte de algo, encajado en tu propia vida, de vuelta.

Entiendo ahora, que también he vuelto, que he andado años vagando por realidaddes engañosas, presa de mi propia locura. Nunca fui Penélope, nunca esperé a un esposo que venía en camino, nunca le guardé fidelidad. Todo fue una re-creación literaria, una ensoñación, una patología perversa. Soy más Odiseo que nunca. El viaje por otros mundos ha terminado. Anábasis y catábasis culminadas, reconozco milagrosa esta resurrección que se me brinda, esta segunda oportunidad.

Estás ciego Ulises. Sólo piensas en Ítaca y no entiendes que tu vida es este viaje...


El viaje ha terminado y Odiseo...vuelve a la Vida.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Reflexiones acerca de la pusilanimidad: La ley de Coulomb.


El hombre blandengue- José Luis Cantero "El Fary" DAP



No os he negado los más de 30 meses de demencia enredada en una historia de columnas salomónicas, volutas, superficies cóncavas y rosetones. No os he negado los más de 30 meses enredada, como si de una tela de araña se tratase, en una historia de planta elíptica y techos abovedados. Siempre victimizada, he pasado de Penélope a Ratita y de Ratita a Cenicienta. No maldigo el cautiverio ni la opresión de las cuerdas que han amoratado mi piel porque fueron ellas las que me obligaron a empezar a tejer para liberar los nudos. Y porque empecé a tejer, narro y soy un pez que ya boquea porque sabe cerca el mar, donde vuelve camino a casa.
En esta continua metamorfosis de mi demencia siempre me reservo el papel de víctima, la careta doliente, pero es que ciertamente he padecido rechazo y negación a partes iguales. Hay en esta demencia macabra una fuerza electromagnética por frotamiento que nos mueve , que activa nuestros campos de electricidad estática para convertirnos en objetos. Los objetos cargados con carga del mismo signo, se repelen. Los objetos cargados con carga de distinto signo, se atraen.Las cosas son lo que son, casi nunca las hacemos nosotros. Tomamos decisiones sobre ellas pero casi nunca las hacemos. Sin embargo, nosotros nos hemos atraído porque hemos fingido ser lo que no somos. Pero según nos vamos acercando y los ropajes van cayendo y las ciudadelas amuralladas cediendo, resultamos algo tan igual ente sí que la náusea no se hace esperar. Automática es la repulsión, no hay lugar para la duda.
Porque hace unos días esta verdad me fue revelada, tan largo tiempo he necesitado, los nudos se han aflojado y he asistido al expirar. Ya pasó. Aprovecho el luto para hacerme verdugo. ¿Cuándo soy yo la que rechaza y niega al otro?
La primera vez que vi al amigo Fary hablando sobre el hombre blandengue, reí sin más. Mi liberada parte masculina me permitió reirme de la la mujer que soy. Sin embargo, cuando hace unos días intenté bailar con un ratoncito con el que no más logré si acaso pisarle los pies, entendí que hay en mí algo de Fary. Con la inestimable ayuda del felino del capítulo I, que tiene más de humano de lo que él quisiera, lo identifiqué como el "hombre pusilánime" y ahora sé cuánto detesto que intenten agradarme,que me abran la puerta del coche, que me digan extrañar mis besos habiendo probado s(ó)lo el primero, que me cedan el paso a la entrada de los edificios oficiales, que me den masajes en los pies cada día lectivo al volver de trabajar, que me expriman el zumo en los desayunos de invierno. Los mejores hombres con los que me crucé, sin lugar a dudas,  fueron de este tipo pero los rechacé a todos inequívocamente. Todos ellos contienen la sumisión que los carga de mi misma carga y que hace inevitable la repulsión. Y los detesto como otros me detestan a mí.
Es la ley de Coulomb. Amén.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ITE, missa est.


Y no llegaste a quererme- José Monge Cruz DAP


Alargaste el febril brazo para tomar impulso y te incorporaste en una cama de hospital que se nos quedaba grande de tan pequeña que era. Serrat pasaba por mi cabeza, como a veces pasa, cantautor de infancia, sin ti mi cama es ancha ay amor. Y se marchó para que hablaras tú, es Serrat un tipo educado.
Me miraste con la profundidad de un marinero huérfano de barco y capitán frente a la inmensidad oceánica. Me miraste y suspiraste. Tus ojos cayeron para hacerse Palabra:
- Esto no funciona. Yo no estoy bien. Algo dentro me tiene inquieto. Albergo todos los demonios.
Yo te dije, sin despegar los pálidos labios de amatista, que los intuía, que me acosaban, que me aislaban, que me apartaban, que me fragmentaban, que me obligaban a permanecer insular, que no es para lo que yo me sé nacida. Te dije que me hacían, en resumen, profundamente infeliz.
- Soy incapaz, no puedo amar. Lo he intentado pero va contra mi naturaleza. No puedo amar ni dejar que me amen, al menos no con el amor que tú traes. El amor que tú traes me resulta nauseabundo, borra mi identidad, me ciega, me asola.
Te vi tan pequeño en ese instante, tan recién parido, que mi corazón se encogió como el de una madre primeriza. No es incierto que no estás preparado, si bien no miento al decirte que puedes ir tranquilo porque contarás con el tiempo suficiente para aprender. Y tendrás amigos, tendrás amor Un hombre solo Una mujer, así tomados, de uno en uno, son como polvo, no son nada No son nada. J.A. Goytisolo se aleja y te cede, de nuevo a ti, el protagonismo:
- Siempre te llamo para que vuelvas, cierto es, siempre te llamo porque deseo tomar lo que para mí traes. Quiero beber de la copa de cristal (Velázquez pinta un higo dentro de la que es sostenida en su Aguador de Sevilla sin más finalidad que darle dulzor al agua y, a continuación, también sale de escena). Y morir si es veneno, resucitar si s(ó)lo néctar. Pero soy incapaz, no puedo amar y menos con tu amor, que es para mí nauseabundo.
Te deshaces como manteca al calor de la estufa en una vieja cocina castellana. Sube la fiebre. Bajan los brazos, cae la cabeza cerrada la boca.
Yo me mantengo fría, como ajena a la escena. Como casi siempre ajena al mundo, como casi siempre ya lejos She´s running out the door...She´s running out She runs, runs, runs, runs...runs...
Radiohead se aleja también y nos permite, por fin, abrazarnos, fundidos, durante largo tiempo. Perimitirnos, s(ó)lo esta vez porque será la última, sentirnos uno solo. Y así, abrazados y quedos, acompasados los corazones, nos deseamos lo mejor, nos recordamos que siempre nos querremos por el tramo de camino que compartimos y nos permitimos continuar en paz. Bendito seas por siempre.
Y nos vamos alejando el uno del otro, por fin ya para siempre, mientras arrancas el coche en dirección al mar, tan soleada la mañana de domingo.

Y es en los pies, un día más, donde leemos. Entre una huella y otra s(ó)lo hay un paso.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Capítulo IV: El zapatito



Como un explorador- J. Sabina DAP



En el avanzar de estos nuevos capítulos me he acordado hoy de Cenicienta. No de sus máscaras para pasar de fregona a princesa, que será otro cantar -seguro que lo será-, sino de la prueba del zapato. Que es como la gitana del pañuelo (o la del pañuelo gitano, tanto más nos da) pero desprovista de toda brutalidad terrena. O quizá no tanto como Disney nos hizo creer. El zapatito de cristal. Me interesan ahora las hermanastras y lo que la versión de Perrault omitió. Hacia allí enfoco el objetivo de mi cámara y, en primer plano,  os muestro la mutilación. Los hermanos Grimm narran así:

La mayor entró con el zapato en su cuarto para probárselo, su madre estaba a su lado, pero no se lo podía meter porque sus dedos eran demasiado largos y el zapato muy pequeño; al verlo, su madre le dijo alargándole el cuchillo: "Córtate los dedos pues cuando seas reina no irás nunca a pie". La joven se cortó los dedos (...) Entró la segunda hermana en su cuarto con el zapato y se lo metió bien por delante pero el talón era demasiado grueso: entonces su madre le alargó el cuchillo y le dijo: "Córtate un pedazo del talón, pues cuando seas reina, no irás nunca a pie". La joven se cortó un pedazo de talón.


Cuántas veces fue el otro quien nos pidió que entrásemos en un zapato que era s(ó)lo de su gusto y que poco o nada tenía que ver con la morfología de nuestro pie . Ese ese Otro que nos procura moldear como Pigmalión. Me ocuparé de él más adelante, quizá, interesante su historia, crucial en mi caso. Pero más allá de eso, tú, pregúntate tú cuántas veces te obligaste a ser quien no eras, quien nunca serás, para caminar a mi lado.
Cuántas veces disimulamos lo que somos o aparentamos lo que no somos, paralizados ante nuestra impúdica presencia. A veces simplemente abrimos de más una cartera, otras, cerramos la boca o uno de los dos ojos.Quién no, alguna vez en su vida, metió la tripa y sacó el pecho para mantener una (mala) compañía cerca.
Cada vez que nos hemos calzado un zapato que no era para nosotros, nos hemos obligado a ir de puntillas, a encoger peligrosamente los dedos, a sacar el talón por fuera. El zapato nunca se rompe, (es) metacrilato puro. Pero, ¿qué pasa con los pies, con las carnes, con el alma recubierta de metros de piel sensible? Cada vez que me calzo un zapato que no es para mí, me prostituyo. Cada vez que alguien se calzó unos zapatos incómodos para estar a mi lado, me hizo sentir prostituída.


Capítulo IV: ¡¡¡Pero qué bien que se está descalza!!!¿Bailamos?



martes, 9 de noviembre de 2010

Baila (capítulo III)


Como un explorador- J.SABINA DAP


Una mañana, quizás en la de ayer - anteayer a lo sumo- entendió Ratita que no le gustaba bailar con ratones. Es más, lo destestaba. Los sentía torpes, inapropiados. O quizá es que a su lado, al lado de ellos, de los buenos ratones, era ella la que se sentía torpe e inapropiada.Pero una rata ha de bailar con ratones, topos como mucho. Algún conejo enano, si nos ponemos extremistas. Todo lo que se salga de ahí es una auténtica locura, un suicidio. La ratita quiere salvarse, hará lo que sea por ponerse a salvo de sí misma. Lo ha intentado no hace mucho,quizás ayer o anteayer, y se ha sentido tan falta de vida...
Hoy ha vuelto a encontrarse con el gato honesto del Capítulo I ¿¿¿Pero tú crees que un gato puede ser honrado??? ¡¡¡Por favor, no (me) seas ingenua!!! El gato es, por naturaleza, astuto, desconcertante y muy poderoso. Ratita empieza a sentir que ya no tiene que defenderse de las opiniones de los otros, que no necesita argumentar(nos) todas y cada una de sus decisiones. Este gato no me miente. Me ha dicho que es un gato y que piensa comerme pero también me ha dado la opción de salir corriendo justo antes de atarse la servilleta al cuello. La carne de rata le sabe a rayos en verdad. Digamos que es un gato sin estámago de gato. 


Ya no tienes que darnos explicaciones, no te justifiques. Sólo porque él sabe más que tú de caminos (y de puertos y canales) permítele que te trace. Deja que saliva de gato cure zarpazo gatuno. Y no dejes de bailar...


¿Qué he hecho YO para merecer ESTO? (mea culpa)


Jesucristo García- Extremoduro (en-lat-ada)          DAP





El cuento acabó pero la ratita sigue con nosotros, la seguimos viendo, nos sigue contando. Continuamos narrando. Ratita quiere sentirse víctima y preguntarle al viento qué ha hecho ella para merecerse esto. Quiere ser una Escarlata O´Hara moderna, demanda drama. Desea culpar al otro y sentir que ella no ha podido hacer nada, que -simplemente- cayó presa de un amor que nunca se le muere.Que la mata.
 Pero busquemos respuestas. Ratita, tú eres la única responsable del camino que transitaste. ¿Por qué elegiste al gato? Y piensa más allá: ¿Elegiste al peor o, quizá, elegiste al mejor de entre todos? Sabemos, no nos engañas, de lo concienzudo que fue tu casting. No hubo azar. Dices querer una cosa pero haces justo la contraria. Supiste poner sobre la mesa la singularidad que perseguías. Necesitabas a un candidato que te permitiera escenificar tu valor y tu capacidad de sacrificio. Sólo el gato se prestaba a ser tu dios, ese pequeño dios, más pobre que divino; solo el gato se presta a tu juego macabro. Implacable el casting.
Querías decirle a los ojos claros, forzosamente felinos, en tu ensayado papel que ya has olvidado, que no se preocupara de nada, que tú le ayudarías a querer a las ratas, que tu amo(r) incondicional le acabaría demostrando que le ibas a querer tanto -tanto- que se vería obligado a no hacerte daño. Gato, quizá al principio no puedas evitarlo. Y me arañes. Pero yo aguantaré, estoica, mi amor será más fuerte. Te padeceré hasta que comprendas que siempre voy a estar aquí, que no te dejo. A lo mejor no es hoy ni mañana ni pasado pero un día...un día me amarás tanto -tanto- que a mí no podrás comerme.

Esta rata no presume de rabo ni de lazo ni de escoba ni de casa. La presunción de nuestra amiga va más allá. Quiere estar por encima del resto de roedores. Quiere ser la única rata en el mundo capaz de haber logrado enamorar a un gato y doblegarlo. Sin morir en el intento.
No eres el Cordero de Dios, agnus dei miserable, no quitarás el pecado del mundo. Llora tu fracaso, pecadora. Paga tu pecado, fracasada llorona. Sigue tu camino, hija de dios. Y deja de ser hija de dios.

Cuánto más necesito para ser Dios. Cuánto más necesito convencer.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ARREbato


ARREBATO- Extremoduro (en-lat-ada) DAP



Nuestra ratita ya se ha citado con el gato. De nuevo. Desde entonces cómo brilla el sol (arrebato). Ha acudido a su llamada sin pensarlo. Ya lo sabíamos. Estaba advertida pero le compensaba la pérdida. O pensaba que le compensaba la pérdida hasta que llegó el zarpazo.
Ratita quiso llorar y quejarse. No es justo, quiso decir. Quiso enfadarse. Quiso sacar las uñas y arañar al gato. Deseaba con tantas fuerzas desfigurar ese maldito rostro inmundo. Pero no lo hizo. Desde entonces ya no sale el sol (arrebato).
Y si no llora ni se queja ni dice que no es justo ni se enfada ni saca las uñas para desfigar la cara de su contrario, no es porque sea gilipollas. Ratita no es gilipollas pero tampoco es buena. Simplemente sabe que lo que le ha sucedido en verdad es justo y necesario. Sabe bien -o bien sabe- de su parte de culpa. Algunas veces quiso culpar únicamente al gato porque él urdió el plan y se presentó apetecible antes sus ojos roedores para ser el elegido, aun a sabiendas de no tener mas intenciones con ella que engullirla. Ahora entiende que la enajenación del felino consiste en creerse, a efímeros instantes, ratón. Y que su locura no es sino estar convencida de que puede hacer de él otra cosa que no es. Ambos se estrellan contra la misma pared.
Ya es inútil ratita. Se acabó tu fábula. Sólo os podéis dejar la piel en cada intento pero jamás lograréis nada más allá de seguir alimentando la perturbación mental que os une y de la que, desesperadamente, huís, eso sí, alabado sea Dios, en direcciones opuestas. Pero lleváis la demencia dentro, huyáis donde huayáis. No hay refugio ni cobijo ni escondite.

Se lame la cicatriz que recorre su cuerpo y se pregunta de dónde brota tanta mutilación, ¿cómo ser felices estando tan lastimosamente despellejados? Desde entonces ya no quiero/e  sol (arrebato).


domingo, 7 de noviembre de 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Y por las noches...¿qué harás?(en directo)


Buscando una luna- Extremoduro  DAP




Barre hacendosa la puerta, la cola engalanada. Toda la vida desempolvando aceras, una moneda de oro fortuita y no se le ocurre más que adornarse el rabo de rata ruidosa que roe las ruinas que barre y remienda, religiosa. Erre con erre. Jodida rata estúpida. No me creo que no se te hayan ocurrido mejores inversiones.
La cola de pretendientes, inevitable. Los pretendientes no faltan en ninguna fábula. Los echamos de Ítaca y han llegado a este bosque. Todos pretenden a una rata de la que quizá sólo les interese el lazo violeta que la adorna. Tan brutal es la realidad a veces que nadie quiere hacerse consciente de ella. Mucho menos nombrarla.
Nuestra ratita ve pasar con desinterés a tantos..Hasta que se cruza con los ojos del gato.
¡CON EL GATO NO, RATITA!¡TE QUIERE COMER!
Lo peor es que el gato de este cuento ya es un viejo conocido. Ya le arreó buenos bocados. Cuenta de ello dan sus carnes. Ratita se acicala con arte, no sólo mucho sino de buena manera, pero si os fijáis bien sus carnes dan buena cuenta de esto que os digo: la parte superior de su rabito de alambique curvo y gracioso, fijaos, y la cicatriz en la pata derecha. El borde de una de sus orejas desollado, el hocico magullado, el hambre en el corazón. Lo peor es que sin querer ser pasto de felinos, esta vez parece servirse directamente en bandeja. Cómeme ya y acabemos con esto, gato de los cojones.
¡CON EL GATO NO RATITA!¡TE QUIERE COMER!
Pero Ratita parece casi ya empaquetada, envasada al vacío, como los solomillos del Carrefour. Esta vez ha sido precabida haciéndose imprimir una fecha de caducidad. Es consciente, ahora sí, de que ni ella misma es eterna.
Quédate, no vayas.
Tengo que ir.
Te va a comer.
Tengo que ir.
¿Quieres?
...
La cago. Vuelvo a tiritar. Que no. Que ha sido un momentito, sólo de bajada ¡Que aquí no pasa nada!
Que no pasa nada...
Que no pasa nada...