martes, 28 de septiembre de 2010

In memoriam


DAP



 Por el apellido lo reconocí. Su padre daba clases en mi facultad aunque nunca me las diera a mí. Optativas, libre configuración: cosas que pasan. Después vino el accidente, el luto. Un coche demasiado potente, un camión mal situado. O un camión, simple y llanamente, y un coche demasiado potente. Cosas que pasan.
"Es la nueva profesora de Historia. Está licenciada en Filología. Aprenderéis mucho con ella".
Cerrada la presentación, en los oídos del joven sólo resonaba la filología, como un eco paranoico. Fingió tener que sacar punta, seguramente fingió, y se me acercó hasta la altura de la papelera: ¿Dónde estudiaste? Encontró la respuesta que buscaba y me miró con los ojos de un matemático fugado al infinito.

 Por el apellido lo mandé salir al encerado. Debía exponer un tema previamente preparado. El arte renacentista del Quattrocento italiano. Cada chaval le da su estilo a esta práctica. Tardan poco en ser distinguidos tímidos, espontáneos y osados. La gran mayoría cose la vista a los renglones cuadriculados de los cuadernos de pago y lee monótonamente aburriendo al resto. No les exigimos (aún) motivar al alumnado, así que está bien así.
Cuando le toca el turno a nuestro muchacho también lee. Pero hay en él rasgos distintivos; como en los fonemas que enseñaba su padre. Mete una mano distraída en el bolsillo mientras habla, parece querer dar pasos cortos por el aula, escondido tras las mesas de la primera fila. Modula la voz, la adapta al contenido de sus palabras. Modela el discurso sin cincel ni gradina; viene provisto de herramientas como si hubiera nacido así, con un regusto docente.
Tienes estilo de profesor, le digo. Levanta la cabeza y me mira, iluminado: Quiero ser profesor, contesta. Los ojos grandes, las cejas arqueadas, la sorpresa por mi adivinación en su gesto. Le miro encharcada en ternura. Baja la cabeza.
Deseo decirle que su padre estaría orgulloso de él. Pero sólo alcanzo a darle, sonriente, las gracias.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Πηνελόπη


DAP

El mundo me habla: a través de otros, a través del mundo. Esta mañana me habló de Serrat a través del programa de su último espectáculo -a Miguel Hernández- en el Teatro de la Zarzuela, depositado en una mesa del seminario por una compañera (de seminario) para otra (compañera de seminario). Desde allí me miraba con sus pequeños ojos del mirar nostálgico de quien se hizo mayor cantando. Yo lo he ojeado, después lo he hojeado y, por último, lo he vuelto a dejar -abandonado a su suerte- en la mesa, como si fuera un seminarista más, a la espera del avanzar de las manillas del reloj.
No sé cómo fue que me vi con un libro entre mis manos. Estoy rodeada de libros y ninguno es mío. Los toco, los abro, los cojo y dejo; los cierro. A veces hasta los huelo. Fobias y filias. Cuando nadie me ve. El libro de los valores, Gustavo Villapalos y Alfonso López Quintás. Lo abro al azar para echar los dados. Página 110, quizá 111: "Los recursos de una mujer fiel: Penélope, reina de Ítaca, espera largos años la vuelta de su marido, Ulises (llamado Odiseo por los griegos), empeñado en la Guerra de Troya. Cuando éste regresa, Penélope apenas puede reconocerle y emplea ciertos artificios para cerciorarse de que es su marido. Por su habilidad para mantenerse sola, en la esperanza de reencontrarse con su esposo, Penélope se convirtió en una figura simbólica de la actitud de la fidelidad".

Quedan hilados Serrat y la fidelidad en el rotundo cuerpo de Penélope.

 Yo, la Penélope mítica, acabo de ser tachada de infiel. Yo. Y hoy el mundo me habla de fidelidad de nuevo. Y me dice que no desespere, que él me cree. Pero tú, impúdico Odiseo, me acusas de traidora, adviertes el inexistente peligro gestado sólo en tu miedosa mente de hombre. No soy Helena de Troya sino Penélope, reina de Ítaca.



Rodeada de pretendientes, la infeliz, puestos los ojos  únicamente en el hilado; cabizbaja. Trabaja satisfecha con la paciencia del enamorado que  ansía detener el avance del tiempo.  Sólo un consuelo a tanto sacrificio será la recompensa que Historia te dé otorgándote la trascendencia en forma de tan gran virtud. Fidelidad. Si también te quitan eso, dime, ¿qué te queda? Dime, ¿qué me queda?
Odiseo, no olvidamos tu demora en el regreso. Veinte años: diez de guerra, diez de vuelta. Recordamos el nombre de las que te entretuvieron. Calipso, Circe, Nausicaa. No permaneciste con ninguna, el deseo final era siempre volver a tu patria, que te esperaba. Que te esperó veinte años. Sin embargo, te entretuviste: Calipso, Circe, Nausicaa. La Historia fue, después, generosa contigo. Yo misma soy generosa contigo sabiendo que en sus brazos me amabas a mí. Y hoy tiene que venir el mundo a recordarme lo que es la fidelidad, sembrada tu duda.

La fidelidad (de las voces latinas fides, fe y fidere, fiar) es la respuesta adecuada a una promesa. Es una actividad propia del hombre por implicar futuro: promete hoy para cumplir en adelante. No se reduce a aguantar (tarea propia de muros y columnas) sino que se convierte en deber asumido y voz interior, fuente de libertad. El hombre fiel sólo se obedece a sí mismo y, por tanto, no se aferra a lo prometido por terquedad. Te quiero libre. Ser fiel no significa encadenarse a alguien. La dominación -dominar y ser dominado- es relación que acontece en el plano de los objetos mientras que yo me muevo en las realidades personales. Te adhieres a lo prometido más firmemente cuanto más alto es el valor de lo prometido. No es resistir, caro Odiseo, el paso del tiempo. No es cuestión de tiempo sino de calidad de la unión. Uno es fiel porque se siente unido a algo valioso, que perdura, que no es fútil, pasajero o deleznable sino que merece un inmenso respeto.
Tenemos la capacidad de seguir siendo los mismos aun habiendo dejado de ser lo mismo.

Supone un ejercicio de memoria lo que represento. Recordar es volver a pasar por el corazón (en latín cor es corazón), traerte de nuevo a mi existencia. Cada día. Cada hora del día. Cada minuto de cada hora. Ser fiel implica recordar lo prometido y cumplirlo. Ser fiel es un acto de re-creación de la realidad. Cuando promete crear algo valioso y cumple la promesa, el ser humano -Penélope- logra una cota suprema de dignidad.

Hasta aquí las teorías. Cierro el libro. Descansa, anhelado amado mío, Homero toma ahora la palabra. Te bastarán, apenas, unas líneas para entender cuántos modos diferentes tenemos de decir la misma cosa. Y cómo tengo la capacidad de ser la misma Penélope aun habiendo dejado de ser lo mismo.

Así habló, y a él se le levantó todavía más el deseo de llorar y lloraba abrazado a su deseada, a su fiel esposa. Como cuando la tierra aparece deseable a los ojos de los que nadan (a los que Poseidón ha destruído la bien construída nave de Ponto, impulsada por el viento y el regio oleaje: pocos han conseguido escapar del canoso mar nadando hacia el litoral y -cuajada su piel de costras de sal- consiguen llegar a tierra bienvenidos, después de huir de la desgracia), así de bienvenido era el esposo para Penélope, quien no dejaba de mirarlo y no acababa de soltar del todo sus blancos brazos del cuello.

El mundo a veces me habla para decirme lo que callas.

sábado, 25 de septiembre de 2010

There´s no future


DAP


PAST:


10-O: Riqueza. Seguridad. Incolumnidad. Familia. Antepasados. Herencia. Hogar.
Riches, security, intactness, family, ancestry, inheritance, dwelling.
7-O: Ingenuidad. Trabajo duro. Progreso. Riqueza. Convenios afortunados.
Ingenuity, hard work, progress, wealth, successful dealings.


PRESENT:


1-B: Creación. Inicio. Fortuna. Empeño. Nacimiento de un hijo. Fortuna.
Creation, beginning, fortune, start of an undertaking, birth of a child, adventure.
2-O: Dificultad en el lanzamiento de nuevos proyectos. Aparación de situaciones difíciles.
Nuevas complicaciones. Turbación. Inquietud. Preocupación.
Difficulty in lauching new projects, difficult situation arising,
new troubles, worry, concern, preoccupation.
Regina di Bastoni: Persona morena simpática y comprensiva. Honorable. Amistosa. Práctica. Llena de
encanto y gracia femeninos. Gentil anfitrión. Sincero interés por los demás.
A symmpathetic and understanding person (dark-haired), honorable, friendly, educated, fatherly.


FUTURE:


7-E: Proyectos. Deseos. Fortaleza. Perseverancia. Tentativa. Fantasía.
New plans, wishes, efforts, perseverance, attempt fantasy.
Cavaliere di Coppe: Invitación u oportunidad. Llegada. Avance. Atracción. Reto. Propuesta.
An invitation or opportunity may soon arise, arrival, advancement, attraction,
challenge, proposal.
4-E: Tregua. Descanso. Provisión. Soledad. Exilio. Abandono. Retirada.
Respite, rest, repose, replenishment, solitude, exile, retreat.
L´EREMITA (IX): Consejo. Conocimiento. Solicitud. Prudencia. Preocupación. Abnegación.
Retirada. Extravío. Incapacidad para enfrentarse a los hechos. Poseedor de secretos.
Counsel, knowledge, solicitude, prudende, caution, resignation, withdrawal, misguided,
failure to face facts, possessor of secrets.


RESULT:


LA MORTE (XIII): Cambio inesperado. Pérdida. Fracaso. Final de una situación familiar o
amistosa. Pérdida de ingresos o seguridad financiera. Enfermedad. Posible muerte.
Unexpected change, loss, failure, the ending of a familar situation or frienship,
loss of income or financial securuty, illness, possibly even death.



Alea iacta est. No sufras, muchacho, pasará. Sabíamos que así sería; que así fue.¿Qué te pasa, chaval, lloras? ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que el mundo es una mentira?When will you understand she ain´t no human being? Oh Lord have Mercy!



DON´T BE TOLD WHAT YOU WANT
DON´T BE TOLD WHAT YOU NEED
THERE´S NO FUTURE, NO FUTURE
NO FUTURE FOR YOU

Te estábamos esperando...



jueves, 23 de septiembre de 2010

otoño

No sé si irme con mis hermanas a Francia, desde Vitoria estamos a tiro de piedra.

Ya no escuchaba más acerca del dilema en que su amiga se encontraba. Estaba en un coche, asiento trasero. La ventanilla bajada y la cabeza fuera. El aire, ensordecedor y salvaje, parecía no sentarle bien del todo pero permanecer dentro era áún peor. Su estómago se retorcía bajo capas de piel, grasa y músculos y parecía querer abandonarle el cuerpo. Apenas tenía fuerzas de abrir los ojos y la boca, seca, sólo alcanzaba a murmurar un quejoso padrenuestro. En lo que concentraba su mente en las consabidas palabras, una tras otra, seguidas y ágiles como cuentas de rosario en manos gráciles, sentía la naúsea habitándo en sus entrañas. Y lloraba. Lloraba de malestar, de dolor, de rabia. De impotencia por haberse dejado conducir al otro lado de la frontera por un completo oligofrénico. No todo el mundo que conduce necesita conducir bien (el arte es sólo don de artistas) pero sí cualquiera que pretenda cruzar los Pirineos ha de saber, cuanto menos, el modo correcto de tomar una curva: frene, decida, gire y espere.
Al aproximarse a una curva, fíjese en la señalización para obtener información (sentidoy velocidad permitida). Observe además, otros datos fundamentales como el tipo de curva, su visibilidad, radio, peralte, estado de la calzada, etc, que le permitirán tomar las decisiones más adecuadas para tomar la curva con seguridad. Siga estos pasos:
-FRENE:
Cambie a una relación de velocidad más corta si fuera necesario y siga frenando hasta conseguir la velocidad más adecuada (todo esto antes de
tomar la curva, un lema dice que a la curva hay que llegar “con los
deberes hechos”).
-DECIDA LA TRAYECTORIA:
Que va a seguir, tomando como referencia los tres puntos imaginarios de giro, contacto y salida.
-GIRE EL VOLANTE Y ESPERE:
Observe cómo se comporta el coche, cómo se apoya y cuando vea la salida de la curva, acelere suavemente.
-EVITE FRENADAS BRUSCAS:
O aceleradas bruscas dentro de la curva
-DEJE RESERVA:
No circule al límite de la velocidad (puede surgir un obstáculo o resultar una curva más cerrada de lo previsto); ni apure el espacio disponible (no invadir el carril de sentido contrario) en los puntos de contacto.


Pero qué rayos hacía montada en ese coche. La cabeza, cada vez más confundida con el paisaje huidizo del otro lado de la ventana. Las lágrima -tan impotentes como soberbias-, arrancadas por el viento sin compasión de sus escondidas glándulas cansadas, lacrimales. La boca contraída y maldiciente: pero qué coño hago yo montada en este puto coche.

De repente siente una mano suave en su muslo. Caliente y tímida, que no se atreve a molestar, ignorante del ataque de ira que ese muslo está viviendo también sin saberlo. Es apretada con delicadeza tierna la muchacha de histeria imperceptible. La cabeza vuelve al interior del vehículo y se gira. Ve dos ojos que le han parecido marrones hasta ese mismo día en que se le iluminan con el verde sucio de las hojas de los árboles caducos al comienzo del otoño. Hoy ha entrado el otoño y ella, nostálgica, se está preguntando cómo pueden ser tan hermosos los ojos del color de las hojas sucias...

Ya no está de camino a ningún sitio. Ya no hay curvas ni lugar al que dirigirse. Se ha quedado en sus ojos. Y sólo entonces ha entendido por qué aquella mañana se subió al coche.

martes, 21 de septiembre de 2010

Inevitable...


(Iván Ferreiro, Inevitable) DAP


- Te llegará, hijo, no te preocupes. Hasta lo que no queremos nos llega...

Su madre le garantizaba así que sería feliz. Palabra de madre. Él estaba convencido de que estamos condenados a ser felices pero, en ocasiones, tenía dudas. Tanto dudaba que llegaba a cuestionarse hasta su propia existencia. La vida no me ha tratado bien en los últimos tiempos, se queja. ¿No se ha dado cuenta de que es del todo inevitable que eso, también, permanezca?

Nadie le enseñó nada acerca de la impermanencia en el colegio, es posible que ni sea capaz de poder definir de manera medianamente aceptable el término. Sin embargo, hoy en clase, la profesora dibujó un eje cronológico en la pizarra y él vio allí una ola salada y ribeteada de rabiosa espuma blanca, avanzando sin tregua, al modo en que el Principito hacía sombreros de las siluetas paquidermas, para no perder el trato con los más descreídos. Lo que baja sube como lo que viene se va. Inevitable.

Está contento y aún no sabe por qué...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Sigue el camino de baldosas amarillas





Se desplomó en el banco de la iglesia y levantó la cabeza hacia la imagen. Poner los ojos en el Cristo y comenzar por su cara, de sus ojos, a rodar las lágrimas. Lágrimas como lirios. Como los lirios a los que Dios proveía de mejores ropajes que los del rey Salomón en el Evangelio de Mateo. Seis.
Hablaba el cura del viaje de Moisés por el desierto guiando al pueblo israelita en su liberación de la tiranía egipcia. Explicaba cómo todo parecía complicarse mientras se tornaba más fatigoso el caminar y hacía entender cómo sobrevenían las inevitables dudas de fe. El pueblo acabó haciendo lo que en estos casos hacen los pueblos: maldecir a Dios. Éste determinó hacer lo que en estos casos hacen los dioses: castigar la soberbia. Las cuentas siempre quedan echadas.
La joven veía, mientras el cura adoctrinaba, ante sí un camino, ni hermoso ni tétrico, ni florecido ni pedregoso.Simplemente indefinido por aparecer desenfocado en su retina. La nitidez quedaba, pues, para su propia silueta que, aunque sometida a la minusvalía de las dos dimensiones, reconocía como suya.

Acaba de entender que llora porque su imagen aparece congelada ante el camino a seguir. Incapaz de moverse, standby aterrador. Clavada como Jesús, se siente ridícula al buscar a su alrededor y no encontrar clavos ni cruz,pero, empatizada por el estatismo compartido, se alivia suplicando una señal.

Lo que más le había gustado de peregrinar a Santiago fueron las flechas amarillas. En los árboles, las piedras, las paredes de las casas, las carreteras. Hechas con pintura amarilla o moldeadas tras la acumulación de cantos. Generosas e iluminadas. Hasta hacía unas pocas semanas había mantenido una confianza constante en estar siendo guiada de uno u otro modo. Como los israelitas y como Dorothy. El día en que la fe flaqueó, se sentó ante el Cristo de la Paz y cosechó lirios. Nada más pudo hacer.

"Bienvenida, estamos muy contentos de tenerte en el centro". Los tres la miraban como hacía mucho que no se sentía mirada. Así debió hacerlo su madre el día en que la trajo al mundo, así cada amante en el efímero instante en que sintieron que la amarían por siempre. Del mismo modo en que se miró a sí misma el día en que se descubrió prójima. Respiró aliviada como cuando de niña lograba alcanzar el lugar acordado como reducto de inmunidad.¡Casa!¡Es Casa!

El camino se había llenado de baldosas amarillas y ella...miraba al cielo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

The Wall

Another brick in the wall
Follow the yellow brick road, my little slutty Dorothy...& DAP


(The wall. Pink Floyd, muro)

Este disco doble es una ópera rock que nos retrata la vida de una estrella ficticia del rock llamada "Pink", basado en su mayoría de las vivencias del propio Waters, convirtiéndolo así en una especie de álter-ego antihéroe. Descrito por Roger Waters, Pink está enfermo mentalmente debido a los traumas que la vida le va deparando: La muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobreprotección materna, la opresión de la educación británica, los fracasos sentimentales, la presión de ser una figura famosa en el mundo de la música, su controvertido uso de drogas sumado a su asma, etc., son convertidos por él en "ladrillos de un muro" que lo aísla, construido con el fin de protegerse del mundo y de la vida, pero que le conduce a un mundo de fantasía autodestructiva.


Habla la RAE:

muro.
(Del lat. murus).
1. m. Pared o tapia.
2. m. muralla.
(Del it. muraglia, pared, muralla).

Completa la Red:

•Muro de carga, cuando forma parte de la estructura del edificio;
•Muro de contención, cuando resiste las cargas horizontales del terreno;
•Muro pantalla, muro monolítico, normalmente de hormigón armado;
•Muro Trombe, tipo de muro de gran masa térmica empleado para calentar un edificio.
•Muro de seguridad, barrera con accesos restringidos que divide dos espacios o comunidades.

Muro u obra defensiva que rodea una plaza fuerte o protege un territorio.


De ti no quedan más
que estos fragmentos rotos.

Que alguien los recoja con amor, te deseo,
los tenga junto a sí y no los deje
totalmente morir en esta noche
de voraces sombras, donde tú ya indefenso
todavía palpitas.


("Proyecto de epitafio",Fragmentos de un libro futuro. José Ángel Valente, ladrillos-fragmentos)

Vengo pensando estos días en el proceso de construcción/deconstrucción. Que somos muro es algo que yo ya no voy a negar aunque es cierto que lo he hecho en el último año. No voy a restarme méritos tampoco: si lo he hecho es porque he podido, mi trabajo me ha costado. No es sencillo despojarse de las vestimentas del alma y echarse al mundo pretendiendo, además, desnudar las de los otros. Fue locura. Ahora contemplo el muro que somos y me maravilla su proceso de construcción, que se inicia en la más tierna infancia y se prolonga a lo largo de toda nuestra vida. Va con nuestra condición sentir el entorno como amenza. Y éste es nuestro sistema defensivo, como la tortuga tiene caparazón, tinta el calamar o púas el erizo. Las espinas de la rosa y el aguijón de los insectos himenópteros. Somos la misma cosa, todos manzanas del mismo árbol. De eso no reniego. Lo cortés no quita lo valiente, dicen las lenguas populares.
Estos días vengo pensando en los ladrillos que conforman nuestros muros; gran ególatra como soy, ni más ni menos que otros ("que soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas", graznaba Celestina ), vengo pensando en los del mío propio. En mis fragmentos. Veo ahora mis personajes, la elaboración de la máscara. Tú volviste a romperla porque te asustaba en lo que me había(s) convertido. Sólo había bondades en mí, quizá artificiales, pero eran virtud. Y se me rompieron todas encima y cayeron los filos como plomo ensangrentándome el rostro. Dime ahora, ¿qué no es artificio, qué no representación?

Coagulada la sangre, he iniciado mi proceso de construcción. Sea.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA PEREZA (IX)

¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son palomas, y perdóname que insista, Mario, que a lo mejor me pongo inclusive pesada, pero no es una bagatela eso, que para mí, la declaración de amor, fundamental, imprescindible, fíjate, por más que tú vengas con que son tonterías. Pues no lo son, no son tonterías, ya ves tú, que, te pones a ver, y el noviazgo es el paso más importante en la vida de un hombre y de una mujer, que no es hablar por hablar, y, lógicamente, ese paso debe de ser solemne, e, inclusive, si me apuras, ajustado a unas palabras rituales, acuérdate de lo que decía la pobre mamá, que en paz descanse. Por eso, por mucho que él la defienda, y por voces que dé, no me seduce la fórmula de Armando de salir cuatro tardes juntos y retenerle un buen rato la mano para considerarse comprometidos. Eso será un compromiso tácito si quieres, pero si me preguntaran a mí, no me mordería la lengua, te lo aseguro, que yo me mantendría en mis trece, Esther y Armando se han casado prácticamente sin ser novios antes, de golpe y porrazo, tal como suena, cosa que, bien mirado, ni moral me parece. Es lo mismo que si un hombre pretendiera ser marido de una mujer por ponerle la mano encima, equilicual, que el matrimonio será un Sacramento y todo lo que tú quieras, pero el noviazgo, cariño, es la puerta de ese Sacramento, que no es una nadería, y hay también que formalizarlo, que ya sé que fórmulas hay muchísimas, montones, qué me vas a decir a mí, desde el "te quiero" al "me gustaría que fueses la madre de mis hijos" con todo lo cursi que sea, figúrate, de sorche y de criada, pero, a pesar de todo es una fórmula, y, como tal, me vale.

(Cinco horas con Mario. Miguel Delibes Setién, cazador)


Apenas soy Pereza pero, ¿qué hay de Pereza en mí? DAP




(Crazy. Gnarls Barkley, cazado)


Me levanto a las 5:30 para que me dé tiempo a desayunar, entre otras cosas, mi gran plato de sandía.Citrullus lanatus = Citrullus vulgaris es una planta de la familia de las Cucurbitaceae. De origen africano, hoy se cultiva muy extensamente por su fruto,dice Wikipedia. Está guapo en la foto, más guapo aún de lo que alacanzo a recordar (pero no deberías llevarla de fondo de pantalla. Una cosa es una cosa y otra, otra). Veo en mis ojos un destello de la felicidad exiliada años atrás, que pareciera, entre asustada y tímida, intentar tornar de vuelta a casa. Terminamos de bajar las maletas. Desde que tengo uso de razón, mi padre ha sido experto en comprimir equipajes imposibles detro de maleteros que no fueron diseñados para mujeres como mi madre, aunque el Tetris lo inventó un ruso tiempo después, cuando yo ya tenía dos años. Eso es lo que pasa con los grandes descubrimientos: uno, sólo uno, hace verbo lo que ya albergaba la mente de muchos, como si en ellos hubiera estado ahí toda la vida sin necesidad de ser inventado. Y el gato al agua para uno solo. El fuerte olor a menta de la crema relajante penetra en mí cuerpo interior a través de las fosas nasales y me desmembra hasta la evaporación; sólo sus pupilas clavadas en mis pupilas me recuerdan la existencia de la materia de la que están hechos mis pies, fundidos ahora, anguilas de hierbabuena, entre sus dedos. Sant Joan d´Alacant, La Roda, Carretera de los Viñedos, Tomelloso, Toledo, Talavera de la Reina. Ayudo a mi abuela a desabrocharse el cinturón, está muy torpe. Me acuerdo de Delibes: Permitamos que el tiempo venga a buscarnos en vez de luchar contra él. Yo una vez conocí a una madre que directamente huía; los cincuenta y cinco mejores años que yo he visto en mi vida. Pero también he visto en las lágrimas de otros rostros amigos el cansancio que genera aparentarse lo que no se es, ¿no fue Platón el del mito de las sombras en la caverna? pues eso. Apenas hemos estado en el pueblo diez minutos, lo justo para que mi padre cagase. Desde que tengo uso de razón mi padre caga muchas veces a lo largo del día y el lugar de la obra es lo menos importante en este sainete que mi padre representa para nosotros cada día. Recuerdo una vez cuando era pequeña que le sobrevino la urgencia en el ambulatorio, al que acudíamos a hacer alguna prueba, supongo que para mí. Desapareció bajo el letrero amarilleado "WC", no sin antes dejarme unas monedas y encargarme la tarea de bajar a la calle y subirle un periódico. Es el primer viaje mítico archivado en mi amada memoria. Mi primera odisea sin mar, como casi todas. Bajé las escaleras anhelando las migas de Pulgarcito que yo no tenía a pesar de que rebusqué en mis bolsillos hasta vaciarlos de esos no identificados rancios restos orgánicos que a todos se nos han quedado alguna vez enredados en los hilachos de la costura, entre pelusas olvidadas y minúsculos recortes de papel cuadriculado. Debí cumplir la misión con éxito pero la verdadera incógnita que nunca he(mos) logrado despejar es el uso para el que mi padre me encargó la compra: ¿finalidad higiénica o meramente entretenedora? estábamos a mitad de los ochenta, ambas respuestas comparten grado de validez. Nos encontramos todos sentados alrededor de una mesa grande al aire libre. El sol apenas da ya en esta parte del patio, es buena hora. Reímos carcajadas a corazón abierto; el padre cuenta anécdotas para sorpresa de todos, la hermana matiza. El niño corretea entre nuestras piernas persiguiendo un balón recién estrenado. La madre trae la paellera de fideuá al centro de la mesa. Podemos empezar ya. He llegado cansada a casa y he pasado la tarde escribiendo. Hablé también con un par de amigas. Deshice maletas; hasta que sea anunciada la próxima estación, ya está bueno lo bueno. Mi coche ya está de vuelta del taller, una avería carísima afortunadamente rebajada por la cortesía de la casa mecánica. Aun así se han hecho cargo mis padres. Mi madre me ha pedido, como si de un favor se tratara, que les deje ayudarme. Me siento fatal. Echo balones fuera pensando que quizá es sólo que estoy algo cansada. Dormí poco los últimos días. No me gusta meterme en la cama con el móvil, me distraigo con mucha facilidad. Hace un par de noches que me inquieto al taparme con las sábanas. Las manos vuelven a estar frías como cada invierno y me resulta imposible conciliar el sueño. Es por eso que he tenido que procurarme el calor. Varias veces. Seguidas. Y ya están sus pupilas clavádose de nuevo en mis pupilas y haciendo carne mi entrepierna, que desea dejar el estado sólido y expandirse por las carcomidas paredes de la improvisada habitación de matrimonio ampurdanesa. Pero su boca me alecciona y muestra todos y cada uno de los catorce caminos gozosos de este Via Crucis que es también Pasión, Muerte y Resurrección. Salgo de la ducha y me acuesto: es hora de dormir. Buenas noches y dulces sueños...


Quizá el vivir es sólo soñar. Porque lo escribió Calderón y porque tantos otros lo sintieron, sin escribirlo, antes que él. Otros tantos hemos venido a sentirlo después. Pero es Pereza dejar de vivir en uno para instalarse en el otro. Es Pereza deshabitarse. "Cerrado por derribo".¿Y si se hace tarde para rehabilitar? Da igual:


All in all it was just a brick in the wall..

martes, 14 de septiembre de 2010

LA LUJURIA (VIII)

Era Lujuria. No había lugar a dudas. El riesgo como forma de vida. Negación de la impotencia, búsqueda de poder, represión del miedo. Era necesario arriesgarse y desensibilizarse. Negados rotundamente dolor e impotencia, sólo dejaba ver la dureza manifiesta. DAP



(Born slippy. NUXX. Underworld, unos que ponían ciegos)

Hay en Lujuria pasión por la intensidad; la pasión del exceso y de lo excesivo. Alimentos fuertes, alta velocidad. Hambre de estímulos y deseo de traspasar los límites de la moderación. La tendencia a excederse es sistema de supervivencia a través del que primero se da el acto y después el pensamiento, de ahí que los impulsos no sean apenas controlables. Es muy visible Lujuria: no se oculta sino que hace gala de su pasión. Actitud fuerte y dura ante la vida y marcado desprecio por la debilidad y la dependencia. Poder y placer son los objetivos de la vida. Lujuria se siente más viva con experiencias extremas en que se siente al borde de la muerte porque representan una transformación del dolor en el proceso de endurecimiento de sí misma ante la vida. Pero quien requiere de tantos excesos para sentirse vivo, necesita también anestesiarse de uno u otro modo. Por eso su vitalidad parece espontánea pero, realmente, es reactiva.
Su mecanismo de defensa consiste en la negación de los sentimientos que tienen que ver con la necesidad de amor y con la culpa. Esto trae consigo endurecimiento, insensibilidad y olvido del mundo emocional. Las necesidades afectivas se sustituyen, entonces, por satisfacciones instintivas y convierten a Lujuria en impaciente e impulsiva. Se aburre con facilidad cuando no hay estímulo suficiente. Pero en realidad esta pasión de intensidad compensa una falta de viveza interior.
Para mantener el poder y la seguridad ha de demostrar su fuerza; en muchas ocasiones, menospreciando a los otros. Lujuria es desinhibida, explosiva, con tendencia a ponerse en situaciones de riesgo. De todas las pasiones que existen, es la menos intimidada por la ira y quien más se permite su expresión directa. Puede conllevar dolor y humillación para los otros, puede ser sádica y hostil o manifestarse, a través de la ironía, del sarcasmo o en actitudes intimidatorias. Lujuria se da libertad de tomar lo que quiere y su hedonismo es más duro que el de Gula porque no necesita de racionalismos ni justificaciones para permitírselo. Se da el gusto aunque a otros no les plazca. En sus niveles más fuertes, Lujuria se puede complicar con una actitud sádica en la que se goza no sólo de tener el poder sino también de poner al otro en una situación de inferioridad y humillación. Desde la descalificación de la debilidad, no hay preocupación por el daño ocasionado al otro e, incluso la evidencia del daño, la queja, puede dar pie a una crueldad mayor.

En su origen hay un sentimiento de insatisfacción, a menudo inconsciente, que ha producido mucha indignación, que ha sido experimentado como injusto. Ante esa injusticia se ha convencido de que nadie va a darle nada en esta vida, que todo lo tendrá que conseguir por sí misma y adoptar una actitud vengativa en la que no se tiene en cuenta al otro, como el otro no la tuvo a ella en cuenta antes cuando lo necesitó. El haberse sentido rechazada le lleva a una renuncia de la necesidad de ser querida. La renuncia de amor trae implícita una dificultad a recibirlo, a creer en las buenas intenciones de nadie, una desconfianza en la bondad que deriva de la proyección en el otro de la propia actitud. Sólo la pareja elegida o los amigos muy íntimos (círculos casi mafiosos) escapan a este prejuicio emocional y con ellos se establecen relaciones de mucho apasionamiento y entrega, muy posesivas al mismo tiempo. Es la expresión de la dominación. Al mismo tiempo, puede dar mucho: una verdadera lujuria de generosidad. Pero como compensación, solicitará una aceptación sin límites. Es dominio, el recurso del poder. La posición de dominio provoca, a nivel inconsciente, una descarga energética que no se llega a producir del todo porque frena la sensación de entrega y disolución que acompañan a la descarga, dado que esta sensación es asociada a la vulnerabilidad y, por tanto, temida y evitada. La tensión interna entre la instintiva necesidad de ternura y la fortísima desconfianza basada en el temor a ser dominado, es resuelta en el plano de la pareja mediante la posesión-entrega. Poseer al otro es darle todo lo que necesita, ser su amo. Si le doy todo, no me abandonará, no me traicionará. La traición es tan temida que para resolverla se crea un mito de pareja absolutamente idealizado. Se sacraliza el vínculo “tú y yo somos uno”.



Sentiste ese “tú y yo somos uno” por primera vez cuando te sumergiste en aquella piscina y simplemente nadaste mientras sentías que tú habías nacido para nadar. Y lo hacías tan bien que llegabas el primero sin cansarte. Y no te lo podías ni creer. Y ya no había ningún niño que te llamase “hipopótamo” al que hubiera que enseñar a respetar a los demás lanzándole escaleras abajo, sino que simplemente te sumergías en el placer de haber encontrado un sitio para ti. Pero un día hubiste de abandonar la natación porque nada es eterno y porque había cosas más importantes que aprender. Y de nuevo a batallar por el mundo.
Volviste a sentirlo después cuando tu hermano te permitió montarte con ellos en aquel primer coche del abuelo de Pablo y poner en práctica las lecciones que con tanto provecho habías absorbido de tu padre. Eras pequeño pero aparentabas más años y conducías bien. El chico promete. En la velocidad encontraste la sensación de estar vivo; en las apuestas, el modo de hacer felices a quienes con dinero pueden comprar parcelas de felicidad; en el grupo, la serenidad que da el sentirse parte de un todo. La clandestinidad te permitió que el sueño de las carreras ilegales durase más que el del agua clorada. Habías nacido para correr, ya no dudabas. Pero tal vez porque nada es eterno y seguramente porque la vida es una hija de la gran puta y quería que aprendieras otras cosas más importantes, un día te frenó. Os frenó a todos: diecisiete abandonos forzados, diecisiete bajas obligatorias. A ti te autorizó a seguir el camino pero con las ganas de correr arrebatadas que, para ti, no eran sino las ganas de vivir. Y vuelta a batallar, con la cara escocesa del alma –esta vez- pintada de azul y blanco.
Después han venido tantos intentos por volver a sentirte uno con otra cosa que ya no te crees ninguno. Perdida la fe, ¿para qué vas a volver a entregarte a algo? Las otras veces la detonación fue asoladora, te dejó llorando sin lágrimas, con los ojos secos, en mitad del desierto, antes de que Munch lo retratara. No se puede nadar en piscinas vacías ni conducir sin coche, carretera, curvas, compañeros. Si te bastaba sentirte pieza encajando con tu entorno para que el puzzle quedase totalmente desecho, ¿por qué iba a ser ahora diferente? ¿de qué formas parte? Perdida la inocencia sólo queda el artificio.


Te diré que la primera vez que te abracé quise sentir yo eso. Quise sentirme una mitad temblorosa que pudiera llegar a sentirse completa entre tus brazos. Sin embargo, te sentí uno solo. Te sentí un uno solo tan completo y tan grande que no dabas lugar a trozos ni a piezas mermadas ni a medias piezas. Y me reconocí la una que siempre he sido. Y me sentí en ese momento tan entera como entero te sentí. Por eso sé, sin lugar a dudas, que a tu lado se puede –y se debe- construir, a pesar de los sueños perdidos, de tu gusto por la dinamita, de la desesperanza que tan profundo te anida cuando de nuevo intuyes cerca lo que ya perdiste en más de una ocasión.


Héctor, saliendo presuroso de la casa, desanduvo el camino por las bien trazadas calles. Tan luego como, después de atravesar la gran ciudad, llegó a las puertas Esceas —por allí había de salir al campo—, corrió a su encuentro su rica esposa Andrómaca, hija del magnánimo Eetión, que vivía al pie del Placo en Tebas de Hipoplacia y era rey de los Cilicios.Hija de éste era pues, la esposa de Héctor, de broncínea armadura, que entonces le salió al camino. Acompañábale una doncella llevando en brazos al tierno infante, hijo amado de Héctor, hermoso como una estrella, a quien su padre llamaba Escamandrio y los demás Astianacte, porque sólo por Héctor se salvaba Ilión. Vio el héroe al niño y sonrió silenciosamente. Andrómaca, llorosa, se detuvo a su vera, y asiéndole de la mano, le dijo:
Andrómaca: - Héctor, amor mío, no vuelvas a la lucha, por favor. Si vas te enfrentarás a la muerte y ella te vencerá, nunca más volverás con nosotros y no quiero perderte porque para mí eres mi todo, no tengo padre, ni madre, ni hermanos, ahora que ya no estoy sola porque te encontré a ti y reemplazaste a todas esas personas que eran mi vida, te perderé a ti también.

Héctor: - Pero la deshonra es peor que todo eso y tengo que ir a la batalla como un hombre y enfrentarme a Aquiles.
Si no fuera a esa lucha sería más dolorosa la deshonra que que la muerte.
Aunque sufra y muera de pena por dejaros porque sois lo mas importante para mí. Y este es mi destino aunque mi vida termine para muy pronto y no pueda estar junto a vosotros. Pero si muero estaré en el Hades esperándote. Temo que al morir yo no tardará mucho en caer Troya y nos reencontraremos en el Hades aunque sea un lugar horrible me dará igual porque estaré con vosotros.

Andrómaca: - De todos modos la muerte de los troyanos y la caída de Troya está en manos del destino, nadie puede decidir su suerte y si tienes que luchar en esa batalla, hazlo, pero si te vas quiero que sepas que siempre vas a estar en mis pensamientos.
No creo que tarde en irme contigo al Hades, cariño, pues si tu no estás todo será mucho más difícil y Troya no será la de antes, pueden pasar muchas cosas.
Ten valor y vence al miedo, sé fuerte como tú eres, y que el destino decida.

Hector: - No podemos confiar en el destino, pero yo sé que el mío es morir luchando con Aquiles.
Esposa, que no te abata la desesperanza.
Dichas estas palabras, el preclaro Héctor se puso el yelmo adornado con crines de caballo, y la esposa amada regresó a su casa, volviendo la cabeza de cuando en cuando y vertiendo copiosas lágrimas. Pronto llegó Andrómaca al palacio, lleno de gente, de Héctor, matador de hombres; halló en él a muchas esclavas, y a todas las movió a lágrimas. Lloraban en el palacio a Héctor vivo aún, porque no esperaban que volviera del combate librándose del valor y de las manos de los aqueos.

(Ilíada, VI. Homero, dicen que ciego)


Palabras. Palabras. Palabras. Fáciles de decir, más aún de fosilizar por escrito. La escritura alienta la timidez del cobarde. Poco más puede hacerse con ellas. Conservar o detonar. Da igual:

All in all it was just a brick in the wall..

lunes, 13 de septiembre de 2010

LA GULA (VII)

Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría

mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.


(A mi buitre, Miguel de Unamuno y Jugo, vasco)



Aun siendo menos Gula de lo que pensaba, ¿qué de Gula habita en mí?

DAP



A veces las apariencias engañan. Ejemplo de ello muy ilustrativo son esas personas de cara ovalada (o redondeada, en el peor de los casos) y con un cuerpo cuyo IMC (índice de masa corporal, para los no familiarizados con este tipo de términos) se encuentra dentro de sus perfectos límites. La gente las juzga por la cara; y las juzga gordas sin necesidad, no ya de mirar más allá sino, en este caso, de mirar más abajo. Son claros ejemplos Candela Peña, Cristina Ricci o María José Campanario.. En el otro extremo tampoco se libran del fiasco, ya se sabe, hacen “la del tordo”: la carita fina y el culo, gordo.

A él le pareció que ella le engañaba cuando la tuvo de frente en aquella escalera que conducía al primer piso deshabitado de una casa infestada de ácaros. Sus manos sobre la cabeza, acariciando el infinito y su polla en la boca. Entrando y saliendo despacio mientras unos vecinos adolescentes parecían intuir lo que estaba pasando desde la acera de enfrente. Cualquier erección –masculina, femenina o, meramente, intelectual- requiere de un grado alto de concentración. Y él ya no podía: ella lo iba a engañar. Le pareció, tal vez, que en su glotonería, lo devoraría a él como ahora engullía su miembro. Y que después vendrían otros más, muchos otros.
La tarde empezaba a tener ganas de marcharse pero en la escalera el día se había detenido hacía unos segundos. Hablaban de fidelidad. Ella, boca ocupada, estaba en clara desventaja oradora. La joven disfrutaba transgrediendo algunos límites. Convencional como tantas, hacía años que había decidido vestirse de irreverencia surrealista para gran número de ocasiones. Era más divertida la provocación, más interesante la estupidez que la inteligencia. Y de tanto pensar en las palabras y de tanto leer a Cortázar en Rayuela, había llegado a entender que éstas no valen nada . Así que no titubeó al asegurarle que descreía de la fidelidad. Que ella escuchaba únicamente a su intuición sensual y que sólo si amaba creía. Como Garcilaso. Le perjuró que ahora creía en él como nunca había creído en nada y, de tan grande que era, ya no había espacio para otra cosa. Ni de oxígeno, condenados sus pulmones a respirar, como estaban, se hubieran llenado si ella hubiera podido colmarse, a cambio, del amado día y noche, día y noche. Noche y día, muele que muele, muele que muele...
En la cabeza de él quedaba silencio ensordecedor, roto a intervalos pesados por el repiquetear de palas. Lo iba a devorar, ya estaba seguro, apenas le dejaría los huesos. Entonces, en cuanto apareciera el siguiente por quien experimentara una sensación de enamoramiento similar o superior a la que ahora por él sentía, lo terminaría de exprimir y lo desecharía. Era lo que había hecho antes con otros. Al último, sin ir más lejos, sólo logró soltarlo cuando él entró en escena. Sintió nauseas atrapadas en la boca del estómago. Veía en ella el ansia de la gula: en su boca ávida, en las fuertes manos asidas a su trasero presionándole la pelvis hacia sí misma, en los vivos ojos que se abrían como girasoles díscolos al caer de la tarde. Se le antojó, de pronto, una mujer excesiva. Demasiados extras, demasiada sonrisa. Y comenzó a descreer de lo que en ella veía como descreía ella de los convencionalismos lingüísticos que él requería.

A veces las apariencias engañan. La triste muchacha, estúpida orgullosa de creer superada la tiranía de la materia y de la forma, caía presa entonces de una todavía más astuta y peligrosa y quedaba a merced de lo que sentía. A la deriva, naufragando sola porque él hacía minutos que ya se había puesto a resguardo en la orilla y la miraba alejarse en el horizonte.
Ella acababa de confesar una infidelidad. Siendo, como fue, con el hombre que la enseñó a amar, aunque después vinieran otros a quienes –después de amar- amó, se sentía libre de crimen y castigo. Desde aquel amor de recompensa que llegó tras largos años de desprecios e indiferencia por parte de un primer novio tan viejo como desencantado, que llegó como pedazo de cielo a equilibrar tanto infierno, sólo al de ahora había vuelto a amar en modo parecido. Ningún amor se repite, odiosas las comparaciones. Fue el primero de aprendizaje e inicio; era el de ahora de proyección, de futuro, de construcción.

Tardó pocos días en darse cuenta de que él no la acompañaba y de que iba sola a la deriva. Al principio el miedo a morir ahogada fue tan grande que a punto estuvo. Después comprobó, no sin cierta tristeza, que sus pulmones no se encharcaban, que los torpes miembros se desentumecían, que la tabla a la que se agarraba era más firme que ella misma. Y empezó la sucesión de días con sus noches. Y en este devenir se rindió a la esclavitud de que formaba parte: ya no era joven para amar a fuerza de hacer que amaba. Es imposible llenar la taza de té que ya está llena. De té.

Decidió, sin elección, esperar otra marea. Y demostrar(le) que las apariencias engañan. Most of the time...

Aunque muy posiblemente a estas alturas ya nada importase:


All in all it was just a brick in the wall..

sábado, 11 de septiembre de 2010

EL MIEDO (VI)

(Sale Angustias muy compuesta de cara.)

BERNARDA. ¡Angustias!

ANGUSTIAS. Madre.

BERNARDA. ¿Pero has tenido valor de echarte polvos en la cara? ¿Has tenido valor de lavarte la cara el día de la misa de tu padre?

ANGUSTIAS. No era mi padre. El mío murió hace tiempo. ¿Es que ya no lo recuerda usted?

BERNARDA. ¡Más debes a este hombre, padre de tus hermanas, que al tuyo! Gracias a este hombre tienes colmada tu fortuna.

ANGUSTIAS. ¡Eso lo teníamos que ver!

BERNARDA. ¡Aunque fuera por decencia! Por respeto.

ANGUSTIAS. Madre, déjeme usted salir.

BERNARDA. ¿Salir? Después de que te hayas quitado esos polvos de la cara, ¡suavona! ¡Yeyo! ¡Espejo de tus tías! (Le quita violentamente con su pañuelo los polvos.) ¡Ahora vete!

PONCIA. ¡Bernarda, no seas tan inquisitiva!

BERNARDA. Aunque mi madre esté loca, yo estoy con mis cinco sentidos y sé perfectamente lo que hago.

(Entran todas.)

MAGDALENA. ¿Qué pasa?

BERNARDA. No pasa nada.

MAGDALENA. (A Angustias.) Si es que discutís por las particiones, tú que eres la más rica te puedes quedar con todo.

ANGUSTIAS. ¡Guárdate la lengua en la madriguera!

BERNARDA. (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo! ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!

(Se oyen unas voces y entra en escena María Josefa, la madre de Bernarda, viejísima, ataviada con flores en la cabeza y en el pecho.)

MARÍA JOSEFA. Bernarda, ¿dónde está mi mantilla? Nada de lo que tengo quiero que sea para vosotras: ni mis anillos ni mi traje negro de moaré. Porque ninguna de vosotras se va a casar. ¡Ninguna! Bernarda, ¡dame mi gargantilla de perlas!

BERNARDA. (A la Criada.) ¿Por qué la habéis dejado entrar?

CRIADA. (Temblando.) ¡Se me escapó!

MARÍA JOSEFA. Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres.

BERNARDA. ¡Calle usted, madre!

MARÍA JOSEFA. No, no callo. No quiero ver a estas mujeres solteras rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. ¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y para tener alegría!

BERNARDA. ¡Encerradla!

MARÍA JOSEFA. ¡Déjame salir, Bernarda!

(La Criada coge a María Josefa.)

BERNARDA. ¡Ayudarla vosotras! (Todas arrastran a la Vieja.)

MARÍA JOSEFA. ¡Quiero irme de aquí, Bernarda! A casarme a la orilla del mar, a la orilla del mar.

Telón rápido


(La casa de Bernarda Alba, final del Acto I. Federico García Lorca, un andaluz)


No soy Miedo pero, ¿hay algo de Miedo en mí?


DAP

(Tengo miedo. Falete, un andaluz)

El mundo era un lugar peligroso, eso no lo podía discutir nadie. ¡Con todo lo que pasaba! Sin ir más lejos, hoy lo habían vuelto a decir en el telediario que veía cada día a la hora del café: otra nueva mujer asesinada por su marido. Acuchillada. Dos brutales accidentes de coche, en la A-3 y en la N-533, respectivamente. Un atraco a mano armada en una sucursal bancaria, con rehén incluída. Y...una red de explotación de chicas del Este. Era un lugar peligroso, el mundo ¡Ah!, se olvidaba, y un escandaloso episodio de abusos a menores por parte del clero en un país del norte de Europa. Madre del amor hermoso, ¿ni en Dios podíamos confiar ya? A lo mejor era sólo el ser humano. El ser humano era malo por naturaleza. Tendemos a hacer el mal, era lo que hasta la saciedad le habían repetido en su casa, su abuela y su madre, a lo largo de toda su crianza. Y a él se le había grabado eso a fuego. Ni en el grupo nuevo de la parroquia donde ahora se reunía las tardes de los sábados parecían haberle quitado de la cabeza su determinismo ideológico. Pero él no decía nada, no se fiaba de nadie. Se limitaba a ir y a asentir a todo, no había que dar demasiada información de uno mismo; los demás siempre podrían usarla para acabar agrediéndole.

Proyecta en el mundo más peligrosidad de la que hay, se ha dedicado Miguel en cuerpo y alma a la creación de una legión de fantasmas que le pueden agredir ¿Proyectará Miguel su propia agresión rechazada? Miedo está muy ligado a la alta agresividad y es también miedo a la rabia. Como un perro que ladra para ahuyentar a otro. A otro perro o a un hombre cualquiera; también al buen hombre, si se tercia. Así también nosotros nos relacionamos con nuestros semejantes: nos aliamos con el fuerte, atacamos o nos aislamos. Cuanto más rígida sea la opción elegida, menos libres somos. Miguel mantiene el tipo, como puede, entre el que muerde feroz y el que sale corriendo. Miedo al miedo.

Sigue enfrascado en el servicio informativo, frío ya el descafeinado de sobre que cada día se toma junto a su madre, a quien cuida como si fuera su propio parto. La nata de la leche se ha plastificado en la superficie del vaso y flota, arrugada, mientras Miguel oye hablar del crecimiento que espera Alemania para los próximos años y de toda la mano de obra extranjera que allí van a necesitar. Y se acuerda entonces, amada memoria reveladora, de cuando era joven y vivió ya ese mismo capítulo. Los otros muchachos del barrio animándole a acompañarlos, su madre temerosa, su abuela dictatoria. Nunca confió en sus posibilidades. Tuvo miedo a equivocarse, a pesar de que nunca supiera a ciencia cierta si se equivocó más quedándose o si lo hubiera hecho habiéndose marchado. La angustia revivida ahora le obliga a tapar la boca de la voz de sus recuerdos. Calla, calla. Aquellas tierras estaban llenas de rufianes y miserables sin escrúpulos y, además, la abuela y madre necesitaban un hombre en casa. Cuando Miedo nos atrapa perdemos contacto con nuestro corazón, nos vamos a la cabeza y nos paralizamos con las fantasías negativas y destructivas. Es mejor lo bueno conocido. El mundo es peligroso. El hombre tiende a hacer el mal.

Miedo nos convierte en nuestros propios enemigos: contrae la mente, paraliza la acción, dificulta sentir y hacer. Por eso él se quedó como estaba. Toda la vida.
De lo que nunca se ha librado Miguel es del miedo específico a la culpa, a dañar a los demás y a que eso no le deje vivir en paz. Sobreprotector hasta el delirio con su anciana madre, cuidador desvivido, hijo modélico, debería estar satisfecho de la labor realizada. Sin embargo, algo le carcome por dentro con demasiada frecuencia...y a ratos no le deja ni respirar. O despierta inquieto por las noches o tiene que levantarse de la mesa a mitad de comida, ya sin apetito. Es una especie de culpa intangible, no identificada, nunca verbalizada. Pensaba Miguel que los grupos de católicos de las tardes de los sábados iban a aliviarle tanto desasosiego. Eso y el amor a su madre, su total entrega y devoción, incondicionales, que tanto le aplaudían en esas reuniones de infelices.

Nunca sabrá el viejo que las dificultades arrastradas para comprometerse con sus deseos le han llevado a odiar a su madre por la vida que no le ha permitido tener. Nunca sabrá que la odia, que la odia con todas sus fuerzas. Que no era eso lo que él de verdad quería. Nunca sabrá el bueno de Miguel que el miedo le ganó la batalla y que, a veces, es ya demasiado tarde para dejar de creer que el mundo es un lugar peligroso.

Y aunque aún quedase tiempo, qué más daría:

All in all it was just a brick in the wall..

viernes, 10 de septiembre de 2010

LA AVARICIA (V)

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

(Oda I, A la vida retirada. Fray Luis de León, encarcelado)



Apenas soy Avaricia pero, ¿qué de Avaricia hay en mí?




(Good bye cruel world/Is there anybody out there?. Pink Floyd,encarcelado) DAP

Era de ese tipo de vecinas que escatiman en palabras si te cruzas con ellas en el rellano. De ese tipo de vecinas que jamás te sujetan la puerta del portal aunque te vean venir detrás cargado de bolsas. De ese tipo de vecinas que no te dan el parte meteorológico en el ascensor ni cuando realmente está cambiando el tiempo. Se decía de ella que vivía con más de cinco gatos y que no había tenido una vida feliz. Y quién lo tiene fácil en los salvajes tiempos que corren...
No esperéis otro drama de Diógenes, otra cabellera cana y revuelta, otra mirada perdida. Ni mucho menos. Era la mía una señora de muy buen ver, de ésas que nada más conocerlas se entiende forzosamente que tuvieron una mocedad lozana, de la que quedan todavía graciosas pinceladas superados los setenta. Robusta, atlética, con la pose estirada y la coronilla alta. La barbilla sobresaliente y los ojos, directos y absortos. Te enfocaban con descaro si con descaro la mirabas pero pronto volvían a escaparse. Yo creo que Aurora veía cosas que los demás no veíamos, quizá otro escenario y distintos personajes. Debían ser de mejor catadura moral de estos que aquí conocemos porque la vieja transmitía, si sabías intuirla, una profunda serenidad. Aunque no dijera nada. Aurora ahorraba en palabras, ahorraba en mundo.

Parecía no necesitar nada de fuera. Tremenda desconfiada que sólo bajaba a hacer la compra, a pasear ya sin paso ligero, a disfrutar el brotar de las flores de la rosaleda en primavera. Cada primavera. También la veía en las tardes de lluvia pegada al enorme ventanal acristalado de la salita de estar que nosotros usábamos de improvisado despacho. Cerraba los ojos apenas dos o tres segundos para, a continuación, abrirlos de par en par mientras inhalaba con toda la profundidad que sus –imagino- cansados pulmones le permitían. Sus orificios nasales se expandían en su cara como si quisieran poseer el espíritu de cada una de las gotas de agua que en ese momento caían. Pero qué estupidez, todos sabemos que las gotas de lluvia no tienen espíritu. Hacía ya unas semanas que a mí me había dado por pensar justamente en aquello: que debía de ser ésa la razón por la que Aurora se había mudado de barrio y retirado del mundo, hacía ya tantos años.

Era una señora desagradable a ojos de la mayoría. La coronilla, demasiado alta y la barbilla, sobresaliendo en exceso. No gusta la altivez, se paga antes o después. Aurora era sencillamente sensible a la invasión, a sentirse impertinada, importunada. Si percibía invasión, reaccionaba con pasividad agresiva. Se olvidaba, sencillamente, de hacer lo que la otra persona esperaba. Eran estos momentos en los que no te sostenía la puerta ni te daba conversación en el ascensor. Yo, que pasaba mi vida supervisando muros de contención, no vi jamás modo más tierno de protegerse de los demás. Miedo a lo fusional que siempre nos lleva a confundir la identidad propia: pánico a perderse en el otro, cuidadosamente escondido bajo ladrillos de ternura ya olvidada.

Nadie quería a Aurora en el barrio, la altivez se paga. Y sólo se sabía de ella que vivía aproximadamente con media docena de gatos y que no había sido feliz. Pero yo, acostumbrado a muros y a vidas difíciles, alcanzaba a intuir su delicada vulnerabilidad miedosa. Y, cordero de dios, la perdonaba en nombre de toda la Comunidad.
Pero qué más daba...

All in all it was just a brick in the wall..

jueves, 9 de septiembre de 2010

LA ENVIDIA (IV)

Desde que Jacinta apareció al extremo del corredor, Fortunata no quitó
de ella sus ojos, examinándole con atención ansiosa el rostro y el andar,
los modales y el vestido. Confundida con otras compañeras en un grupo
que estaba a la puerta del comedor, la siguió con sus miradas, y se puso
en acecho junto a la escalera para verla de cerca cuando bajase, y se le
quedó, por fin, aquella simpática imagen vivamente estampada en la
memoria.
La impresión moral que recibió la samaritana era tan compleja, que
ella misma no se daba cuenta de lo que sentía. Indudablemente su natural
rudo y apasionado la llevó en el primer momento a la envidia. Aquella
mujer le había quitado lo suyo, lo que, a su parecer, le pertenecía de
derecho. Pero a este sentimiento mezclábase con extraña amalgama otro
muy distinto y más acentuado. Era un deseo ardentísimo de parecerse a
Jacinta, de ser como ella, de tener su aire, su aquel de dulzura y señorío.
Porque de cuantas damas vio aquel día, ninguna le pareció a Fortunata
tan señora como la de Santa Cruz, ninguna tenía tan impresa en el rostro
y en los ademanes la decencia. De modo que si le propusieran a la prójima,
en aquel momento, transmigrar al cuerpo de otra persona, sin vacilar
y a ojos cerrados habría dicho que quería ser Jacinta.

(Fortunata y Jacinta.Dos historias de casadas. Don Benito Pérez Galdós, un canario madrileño)

No soy Envidia pero, ¿qué hay de Envidia en mí?


DAP

(El País de Alicia. Envidia Kotxina, banda madrileña)


Campanilla busca la sombra de Peter en el angosto cajón. Le costó entrar por la cerradura, demasiado pequeña para la exuberancia de sus caderas, tal vez. Peter quería recuperar su sombra costase lo que costase y ella le ayudaba. Costase lo que costase. Campanilla lo quería directamente a él, con la claridad de la luna en las noches en que se muestra llena, pero Peter ya había puesto sus ojos en Wendy y, por otra parte, jamás se le hubiera pasado por la cabeza algo semejante con su pequeña ayudante. Por eso el hada se limita a servir en todo cuanto puede.Pero no nos cabe duda ya de que quiere lo que otro tiene.
¿De dónde provendría esta extraña sensación de escasez interior que la impulsaba al intento desesperado de llenarla con algo externo? Ella no se hace estas preguntas, sólo vuela buscandole la sombra, con toda la fuerza de que es capaz. Pero Campanilla está llena de rencor. Y cuanto más rencor hay en ella, más esfuerzo pone en la búsqueda.
Escondería acaso competitividad bajo sus alas, tal vez mezclada con deseo y apego porque desea con toda su alma algo que no tiene. Envidia quiere lo del otro, incluso hasta el punto de llegar a ser el otro.
Es la carencia lo que le hace mirar afuera, como si su diminuto cuerpo no fuese capaz de albergar algo valioso. Y es esa dichosa carencia la que contiene un sentimiento expreso de añoranza. Derrotada, se sienta en mitad del cajón y mira por el infinito que la herradura le permite. Un Infinito que aunque sus caderas no lograron sobrepasar con holgura ,no por ello ha dejado de ser infinito. Se lamenta: hay queja por lo que falta, siente que los otros tienen más. La comparación siempre resulta dolorosa y en su menuda silueta los dolores son, si cabe, más grandes.
En Envidia hay una especie de adicción al amor. Porque Campanilla llena el vacío a través del otro, que tiene lo que a ella le falta, o al menos eso es lo que se ha creído. Y es la intensidad de este deseo lo que condiciona su frustración. Y de la frustración deriva la tristeza que le ha obligado ahora a tener que sentarse pero que, milagro, le ha permitido abandonar el permanente ceño fruncido -dureza fingida- para derrotarse finalmente sobre la soledad de la madera.
Envidia se vive como algo malo, como una fealdad moral, el más feo de todos los pecados. Capital, a veces se manifiesta indirectamente como culpa. No siempre (se) es consciente de esta culpa. Sin embargo, sí lo es de su sacrificio y sufrimiento. El victimismo está servido y ya no tiene ganas de levantarse ni de salir por la cerradura. Es la suya una vanidad insatisfecha que nunca se colma porque permanentemente mide la distancia, limitada por la cobardía. Campanilla, cobarde, no cree merecer a Peter y es precisamente por eso que nunca lo va a conseguir, aunque ni ella misma lo sepa a estas alturas del cuento.

Destripada queda nuestra linda niña de alas de mosquito.“¡Qué maravilla!”, exclaman las masas, deseosas de terapia y psicoanálisis de saldo.
Pero qué más da...

All in all it was just a brick in the wall..

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Diálogo Vanidoso de Salvación y Redención

DAP


(Ventana-espejo. Amado Ferreiro, un gallego)


Estaba muerta de miedo. Apenas podía ver, los miembros fríos. La carne, trémula como en aquella película de Almodóvar. Quería despertarse de todo cuanto acontecía. Pero cómo despertar cuando aún no has podido conciliar el sueño...Cuando el pecado (capital) desaparece sólo queda arrodillarse. Y confiar en ser salvados. Se atrevió a abrir los labios y dejar que sucediera: ¡rómpe(me) el espejo!

- Pero sigo estando sola esperando a que tú vengas, a que hagas lo que más quiero: que rompas mi espejo y que abras mi ventana. Porque sigo estando sola esperando a que tú vengas, a que hagas lo que más quiero. Que rompas mi espejo y que abras mi ventana. Pero sigo estando sola esperando a que tú vengas, a que hagas lo que más quiero: que rompas mi espejo
y que abras mi ventana.
Porque sigo estando sólo esperando a que tú vengas a que hagas lo que más quiero.Que rompas mi espejo y que abras mi ventana
que es lo que más quiero
que es lo que más quiero
¿Qué es lo que más quiero...?


Él parecía sorprendido. Nunca terminaría de acostumbrarse al dolor ajeno. Estaba acostumbrado a provocarlo, de eso no cabía duda. Tenía tanto miedo a estar en el otro lado, el lado desde el que ahora ella gemía, que su único salvoconducto era la crueldad; de la costumbre, convertida ya en sadismo. Pero en aquel último instante...cuando los últimos acordes de la última palabra pronunciada por la joven, quiero, se posaron en la atmósfera densa que los acogía y envolvía, se preguntó -acaso muerto de miedo- qué era lo que él quería...

DAP

(I´ll be your mirrow. Velvet Underground, banda neoyorquina)

LA VANIDAD (III)

Rinconada en costanilla y una iglesia barroca por fondo. Sobre las campanas negras, la luna clara. DON LATINO y MAX ESTRELLA filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros. Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras.


MAX: ¿Debe estar amaneciendo?

DON LATINO: Así es.

MAX: ¡Y que frío!

DON LATINO: Vamos a dar unos pasos.

MAX: Ayúdame, que no puedo levantarme. ¡Estoy aterido!

DON LATINO: ¡Mira que haber empeñado la capa!

MAX: Préstame tu carrik, Latino.

DON LATINO: ¡Max, eres fantástico!

MAX: Ayúdame a ponerme en pie.

DON LATINO: ¡Arriba, carcunda!

MAX: ¡No me tengo!

DON LATINO: ¡Qué tuno eres!

MAX: ¡Idiota!

DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!

MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!

DON LATINO: Una tragedia, Max.

MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.

DON LATINO: ¡Pues algo será!

MAX: El Esperpento.

DON LATINO: No tuerzas la boca, Max.

MAX: ¡Me estoy helando!

DON LATINO: Levántate. Vamos a caminar.

MAX: No puedo.

DON LATINO: Deja esa farsa. Vamos a caminar.

MAX: Échame el aliento. ¿Adónde te has ído, Latino?

DON LATINO: Estoy a tu lado.

MAX: Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre belenita. ¡Muge, Latino! Tú eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Lo torearemos.

DON LATINO: Me estás asustando. Debías dejar esa broma.

MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.

DON LATINO: ¡Estás completamente curda!

MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

(Luces de Bohemia, Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro, un gallego)





Soy Vanidad, pero ¿cómo trabaja Vanidad en mí?




(Personalidad múltiple. Iván Ferreiro, un gallego) DAP

Necesito reflejarme en vuestros espejos. Soy un camaleón. Me adapto. Que todo salga bien, que nadie se enfade. Si me sonríes voy por buen camino; si te enfadas, en algo estoy equivocada. Eficacia. Dime qué es lo que hay que hacer y yo lo hago. Domíname, tal vez. Convirtámonos en proyectos, objetivos, productos. Dime que todo va a ir bien. Dime que si quiero, puedo. Dime que hay ante mí un mundo de posibilidades. Mi fe es grande y cristalina, soy capaz de creer en cualquier cosa, de conseguir lo que me proponga.
Pero necesito ver, en tu reflejo, que se puede.

Nunca hay sólo un espejo en el que reflejarmos. A menudos son varios y, en ocasiones, demasiados. Roles. Quiero que la imagen que todos y cada uno de ellos me devuelvan, me agrade. Porque soy eficaz, porque sé ser buena en lo que hago. Matrículas en el aula, palmadas en el despacho. Llamadas, invitaciones, mensajes anónimos. Señora en la calle, puta en la cama Y si no os gusta puedo cambiar(lo). Y creer en el nuevo cambio. I believe in me.Y meterme en una nueva piel. Now, on with the show. Soy un poliedro. Soy la primera novela polifónica de Miguel de Cervantes. Soy la Modernidad.
Pero a veces el reflejo es grotesco. Y soy Esperpento. Y tapo mi cara, horrorizada, por completo con mis manos. Y Vanidad se tambalea mientras yo cierro los ojos y ruego la excomunión a Ramón María.

Pero...¿quién soy yo?¿quién queda si os lleváis todos los espejos?¿si apagáis la luz?¿si me dejáis sola en mis aposentos...?
Insoportable la angustia ante la falta de referencias. Y no se ve. Insoportable no ver...

Irónica la lucha por no ser abandonada a mi suerte cuando sólo en la soledad esteparia se respira, respiro, aliviada, del peso de la máscara.
Y tan grande la sensación de vacío por dentro...pero da igual:

All in all it was just a brick in the wall..

martes, 7 de septiembre de 2010

EL ORGULLO (II)

“Volví a casa con la
sensación de una absoluta soledad.
Generalmente, esa sensación de estar solo en
el mundo aparece mezclada a un orgulloso
sentimiento de superioridad: desprecio a los
hombres, los veo sucios, feos, incapaces,
ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me
asusta, es casi olímpica…’’

Juan Pablo Castel. El Túnel. Ernesto Sábato, un argentino.



No soy Orgullo pero, ¿qué hay de Orgullo en mí?




(Mano a mano, tango. Andrés Calamaro, un argentino)DAP

No tuvo una vida fácil. Desde niño tuvo que luchar duro. Se movió en los peores ambientes, contó con los peores ejemplos. Era casi un milagro que siguiera vivo. Pero era un tipo fuerte y tenía una gran fuerza de voluntad. Charco en el que se metía, charco del que salía: ¿Qué era la vida sin charcos?
No fue sencillo que destinaran a papá lejos. O que papá aprovechara para abandonarlos excusándose en su nuevo destino. Más difíciles serían la largas jornadas de mamá en el restaurante de las afueras del pueblo. Y los hermanos, tan mayores como brutales. Y los compañeros de clase, tan crueles como carentes de sensibilidad. Y él siempre al rincón con su viejo libro heredado de ciencias naturales. Pero no olvidaba todo lo demás: el hambre, las humillaciones en clase, los saqueos, la humedad de los techos, los abusos del cura, los brotes de tuberculosis, la violencia del amigo de mamá, el contrabando, los acuerdos mafiosos, los malos encargos.
Estaba orgulloso de haber crecido. Orgulloso de haber sacrificado su gusto por las ciencias naturales y haber empezado temprano a ayudar en la tienda del final de su calle. Orgulloso de haber solicitado el traslado a una ciudad del norte al llegar a encargado. Orgulloso de mantenerse sobrio, de mantener su casa, de pagar sus recibos. Orgulloso de haberse casado con su novia de toda la vida. Ni recordaba ya cuando la había dejado de querer pero habían formado una familia muy respetable.
Tan respetable era su familia que el día en que le dio una paliza a su hija mayor tras decirle ésta que dejaba la escuela para irse a pintar a París...se preguntó: "Eh muchacho, ¿Dónde está tu Orgullo?". Y se respondió.

Da igual.
All in all it was just a brick in the wall..

lunes, 6 de septiembre de 2010

1:24 a.m.

Cada momento tiene su canción. Gracias Juan, aún te debemos algo.
1:25 a.m.
Mi momento. Mi canción.




1:26a.m. ¿Bailas?

LA IRA (I)




No soy Ira pero ¿qué parte de Ira hay en mí?
Ira: Pasión del alma, que causa indignación y enojo.

¿Qué cosas te enojan, pequeña niña asustada?¿Qué te resulta molesto de cuantas cosas ves aqui?¿Algo te desagrada?
La niña se aburrió de contestar que todo estaba bien. Se cansó de agradar a mamá, a papá, a la hermanita, a los profesores. A los abuelos y a los tíos, a los amiguitos de clase y del parque. A los tenderos del mercado y al doctor.
¿Pero qué cosas me enfadan...?

Detesto las retransmisiones deportivas; me dan ganas de vomitar. El arrullo de las palomas contaminadas de ciudad. Conducir en reserva. Los ronquidos. La dureza fingida. El fuagrás de Apis.La caída de la hoja. Los despertadores.El roscón sin nata. Las discotecas. Las salas de espera. Dormir en el lado que no tiene mesilla. Las almohadas bajas. Las malas indicaciones. A las rubias de bote.A las naturales.El estreñimiento. A los camameros antipáticos. A la pija de Wendy. A las pijas. A los votantes de derecha. La moral impuesta. Las actualizaciones requeridas de Flash Player. Los cuerpos huesudos, los sacos de cuerpo. Las discusiones que sólo se justifican en la necesidad de humillar. Círculo de Lectores y los libros de tapa dura. El abandono. Las carreteras de doble sentido. A los domingueros que dejan su basura en el campo. Fracasar. Los cuartos de baño sin ventana. Los cerebros monolingües. Tener que pedir el dinero que presté. Las marchas atrás. El queso, de cualquier tipo. Las lamidas de oreja. El color azul pitufo. Las manzanas golden. Las chuletas. A Piolín y al gato Silvestre. La defensa sin ataque. A quienes conducen bajo el efecto de drogas o alcohol. Las monarquías. Los gestos graves que no devuelven sonrisas. La mala educación. La buena, si es forzada. Los amantes que me salen, carentes de sex-appeal. Ser más Penélope que Helena. Las faltas de ortografía. No saber lo que se me pregunta. Mancharme de barro el bajo de los pantalones en días de lluvia. Los calamares de los bocadillos de calamares de la Plaza Mayor. Aparcar en batería marcha atrás en los angostos aparcamientos de los centros comerciales de los años 80. La estética de los 80.El arroz con mucho pollo. El arroz con poco caldo. El que no me hierven. Al hombre del chato de vino y de la partida de mus. Los complejos.A la mujer de chicle y tinte. La piel del pollo. La oreja del cerdo. La piel del chorizo y la pezuña del jamón. Los períodos de paro prolongados. Que mi padre me busque novio. A quienes nunca lo intentan. Creer que está todo fuera. A quienes nunca piden perdón. La crítica cobarde que niega las miserias propias. La cerveza negra. El Sandy sin caramelo. El Sandy con caramelo y almendras. Los pitillo que muestran la marca del calzoncillo que hay debajo. Que no me dejen intentarlo. Lo que rompe la armonía. La belleza pretendida. A los trendies. Los tributos que pagan los costaleros. La imaginería. La falta de independencia. No tomar café. Las imposiciones parentales. La dependencia, con su ley. Las corridas de toros y cualquier tipo de tortura animal. A los chulos de la clase. Al tonto de barrio. Las bajadas a los infiernos. Las tetas grandes y las pollas pequeñas. La ley de la gravedad. La inactividad, la pereza. La astenia, la abulia y la apatía. No conocer la etimología de cada palabra. La ostentación que esconde miserias (humanas).Las amistades peligrosas. Las películas de Woody Allen (aunque sigo intentándolo). El especial de Raphael de cada Nochebuena per secula seculorum.A las personas sin escrúpulos. Los pelos improcedentes.Los armarios que no son empotrados. Los preservativos y las ETS. A las personas inapetentes. La falta de intensidad. Los atardeceres tempranos, los amaneceres londinenses. Las llamadas a comerciales al fijo. Las promesas que se rompen. Los melones que no salen dulces. Las playas de arena. Las canciones sin emoción.Los chistes sin gracia. A quienes no se atreven a contarlos sólo por esa razón. La timidez y la desvergüenza. El ruido evasivo. El miedo a uno mismo. Las becas Erasmus. Las fases de concurso-oposición. Los suspensos. El recato y los remilgos ante el sexo oral. Los bares latinos. La huída de la ternura. Los bajones que acaban en migraña. La leche desnatada, el café descafeinado, la coca cola light y la cerveza sin alcohol. El gluten, la lactosa. Enrique Bunbury. Las autopistas de peaje. La (mala) nostalgia que trae, a veces, la memoria. Las carencias. Los sueños que pasaron, las pesadillas. Las mentiras. La infidelidad. Los finales: la condena a la impermanenecia. Lo que pudo haber sido, lo que nunca será. Los desajustes hormonales. No ser aceptado para ser acusado. Pinchar. Sentir que caminas sola. Una noche de insomnio. La falta de originalidad. El vello púbico que se atrinchera en las gargantas. No saber mecanografía. La incapacitación, el "no puedo". No poder repetir. El careto de Jim Carrey en La Máscara y el Grinch. No recordar por la mañana lo que soñé la noche anterior. Los gases reprimidos.Seguir esperando a Richard Gere trepando por la escalera de incendios de mi apartamento neoyorquino mientras sostiene una rosa roja entre los dientes.A todo gato viviente. La represión, la coacción, los chantajes, las imposiciones: los regímenes totalitarios.Los regímenes disociados, los de la fruta y los de la alcachofa. Los consejos, todo consejo (aunque venga disfrazado de la advertencia "así no" o de la sugerencia "es por tu bien"). Mucho cine español. Que la cultura tenga coste de entrada. Combinar escote y minifalda/minishort. Los anglicismos. Cantar tan malamente. Los deportes en equipo. Competir (y perder). La comedia romántica americana. La carne de cordero. Lo que se quiere compartir y, por miedo, no se comparte. A quienes niegan sus faltas enfocando las ajenas. La pizza hawaiana. Tener que llevar calcetines. El invierno. El humo del tabaco.Que no haya tallas. Los sujetadores con relleno. El alarde de la incultura. A quienes me transmiten que odian su trabajo. Las manchas de mora. El aterrador miedo a la soledad. Las tardes de domingo. Las ciudades sin mar. Los niños-tiranos.La falta de inocencia. Las llamadas a la hora de la comida. Los granos.Las masturbaciones mal hechas. El inevitable paso del tiempo. La filosofía racionalista. Los tonos demasiado altos. Las fiestas: cumpleaños, aniversarios y santorales. Lo convencional si sólo es convencional. La falta de higiene. El autosabotaje. El volver a empezar de cero. Ser impuntual. Tener cuatro libros empezados. La falta de inspiración. Los atascos en cuesta arriba. Los ceda-el-paso en cuesta arriba. El juego de embrague y los arranques de freno de mano. Las limitaciones. La casquería. Los auriculares que regala Renfe. Las faldas-pantalón. Las excursiones de adolescentes. La falta de innovación en la industria del porno y la importancia de los preliminares. Las frases hechas. La sobrevaloracíón de ciertos tópicos. Las mantas que no huelen a suavizante; o a cuerpo, en el mejor de los casos. Montar en bici sin carril para ello. Los cascos. Las retenciones (de líquidos). El horror vacui. Los malos despertares. Los semáforos en rojo. La pedofilia. La fruta de temporada. La nouvelle cuisine y la haute couture. Las reconciliaciones en París. Las croquetas congeladas. Las apariencias que maquillan la bendita humildad. Las uñas mordidas. Las uñas negras. Las gorras tapa-calvas y los pareos cubre-celulitis. La poesía que se ahoga en el pecho. La condena a la infelicidad que muele estómagos. Las angustias que embotan cabezas. El sufrimiento.

Detesto expresar mi ira. Detesto reprimirla. Detesto tanto explotar como no haber explotado nunca. Detesto la destrucción y la educación que amansa. Detesto las religiones y las pastillas médicas, que pretenden que me olvide.¿Qué queréis que recuerde en su lugar?

Mira dentro: ¿qué encontraste hoy? Buscabas en Ira.

Da igual.
All in all it was just a brick in the wall..

domingo, 5 de septiembre de 2010

Cuando guardo silencio procuro hacerlo sin ofender. José Luis Coll




DAP

- No vas a encontrar nada ahí fuera, ¿dónde vas?
- Tiene que estar por ahí. Hasta ayer lo tenía, ¿cómo va a desaparecer? tiene que estar por ahí tirado, esperando a que me lo vuelva a encontrar.

Ten muchos amigos. Sal y relaciónate. Diviértete, que eres joven. No comas eso, que engorda. Peínate. Ve a la universidad o, al menos, hazte un módulo de grado superior. Por qué no dar clases de Informática en el centro cultural; el Office, qué menos. Preservativo, siempre. Búscate un trabajo los fines de semana, para tus gastos. Procura, al menos, que no sea en la primera cita. Sácate el carné de conducir.Depílate tanto y todo lo que puedas. Apúntate a un gimnasio. Hazte un máster. No seas el primero en llamar. Oposita. Cómprate un cochazo y asegúralo sin franquicia. La limpieza dental, anual. Haced un viaje cada vez que estéis en crisis para recuperar tiempo para vosotros. Lucha por lo que quieres. Salva lo insalvable. Consigue un ascenso. Nena, si sales, tacón. La tele, de plasma. Celebra tus contactos de la noche que te invitan a las copas. Los niños, antes de los 35. Convive antes de casarte. Llévate bien con la familia. Disfruta tu trabajo.Asegúrate una buena jubilación. Viaja, viaja, viaja: conoce el mundo entero. Aprovecha la vida.

- ¿De verdad crees que está ahí fuera?

No hay nada fuera que vaya a darte lo que realmente buscas, lo que ansías, lo que necesitas. Está todo en ti: en tus brazos, en tu pecho. El resto, son palabras, innecesarias al fin y al cabo.

Enciende el ordenador. Arranca el coche. Pon la tele. Sube la música. Te llaman. Inicia sesión. Marque el prefijo si llama desde fuera de Madrid. Mándame un sms si cambias de opinión. Lo colgué en Tenti. Cambia de canal. Abre la página Cambia la emisora. Añádeme en Facebook. Lo publico en el blog. Ponte el mp3. Pásalo a PDF. No se oye nada. Pon los altavoces. En manos libres va peor. Busca por la red.

Las palabras se olvidan, las promesas se rompen.

DISFRUTA EL SILENCIO.

Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca. Sé breve y preciso. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras.

Si no tienes nada bueno, verdadero y útil, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprende a ser como un espejo, escucha y refleja la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.

Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna. No te dés mucha importancia, sé humilde pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones.

Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el Tao. No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre que nos da de lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, sus virtudes y a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar consciencia profundamente de la situación te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que dicen sí muy fácilmente porque saben que ese famoso sí no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría. Si realmente hay algo que no sabes o que no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace ver que sabe.
Evita el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es expresar tu opinión muy personal, y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder tus propias debilidades. Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resulto de ti mismo. Deja que cada quien resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.
Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar. O por lo menos algunas horas en el día, según lo permita tu organización personal. Este es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente.
Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del Tao.

(Texto taoísta)