domingo, 4 de diciembre de 2011

J.A.

 Sólo tiene once años y ya es capaz de usar el adjtivo "pulcro" en la descripción de un paisaje. Y qué descrición. Ha elegido los molinos de viento. Lee orgulloso, como quien sabe que está dotado para ese arte.  Es histriónico y maravilloso. Pequeño, no alcanza el metro y medio. Su forma corporal es redondeada, si tuviera que ser una figura geométrica sería...un rectángulo en metamorfosis de círculo, o un cilindro sin aristas, tal vez una nube matemática y lineal. A menudo, en clase, le gusta sostener en equilibrio el estuche sobre su cabeza o ponerse el lápiz en el labio superior y mantenerlo así, en fea mueca, contra la puntita de su nariz. Yo me veo obligada a reprimir esos fantásticos ataques de locura. Sus ojos brillan entonces y me muestran una voracidad de infinito recién llegada al mundo. Su piel es blanca y parece querer cubrirse de unas pequillas tímidas que no aciertan a mostrarse del todo. Un gran flequillo, que pareciera trazado sobre su frente, se empeña en obligarle a sacudir la cabeza repetitivamente mientras habla. Estiloso en el movimiento, muestra una picardía, coqueta y femenina, que me recuerda a la de mi propio flequillo.
 Cada vez que sus compañeros tienen ocasión, todos, sin excepción, alaban sus buenas capacidades para el dibujo y la escritura. Y para otras muchas cosas. Hablan de él con una admiración que deja de lado toda la competitividad y la envidia que caracteriza a los niños del noroeste de Madrid. Se ilusionan inexplicablemente y dicen con los ojos como platos: "Es diferente". J abre su boquita de dientes troquelados y sonrisa maliciosamente y se quita importancia. Es sólo que le encanta que los demás piensen que está loco. Es sólo que le divierte la cara de susto de sus padres cuando en la carta de Reyes, él,  únicamente, pide disfraces y pelucas y pinturas para maquillar su piel. Es sólo que quiere ser otros y vivir sus otras vidas en ésta. No le bastan las clases de teatro. "La normalidad le aburre"- dice otro compañero- "es su frase estrella". Y yo lo miro y me maravillo de tenerlo allí, tan pequeñito y tan grande, sentado frente a mí. Orgulloso de su diferencia, construyéndose su propio personaje para este gran teatro del mundo que es la vida con apenas una década de existencia. Me pregunta si aprobará la evaluación, sin perder la sonrisa. Yo sé que la respuesta es afirmativa pero no se lo digo porque él sabe que rinde por debajo de sus posibilidades. Fantasea con la idea de suspender y se relame pensando que ese rasgo le iría maravillosamente bien al personaje que ahora interpreta. Yo sé que va a aprobar pero aún no se lo digo. Sólo lo miro y disfruto de su macabro juego, que se parece mucho al mío.

Sólo tiene once años y ya se parece tremendamente a mi alma.

domingo, 27 de noviembre de 2011

re-conciiación

 Un nuevo encuentro en el mundo de los sueños. Anoche no había camarote ni sábanas blancas ni él ocultaba el rostro bajo la rigidez de las telas níveas ni a mí me ganaba la batalla la ansiedad por descubrírsela.
 Anoche estábamos de pie, uno frente al otro y me contaba problemas familiares que yo desconocía con la calidez cercana que tienen los viejos amigos. Su padre estaba parado, la madre ya no recibía le subsidio. Parecía que no pintaban bien las cosas en casa. Yo hacía mío su dolor y le escuchaba con la atención que el mar pone en las olas.
 Nos sirve de escenario un pequeño pueblo. La calle central de esos pueblos siempre acaba convirtiéndose en la carretera general que sirve de línea de unión entre todos los pequeños pueblos de la región, como la delicada membrana de la Granada en cuya textura acoge todo jugoso grano, logrando la grandeza de preservar la independencia de cada uno de ellos y de hacerlos piezas únicas, rubíes comestibles. Es un día sin luz, o tal vez un atardecer iluminado. Ambigüedad temporal. Me basta mirarlo para reconocer cada una de las células que le permiten sostenerse en pie allá frente a mí. Las reconozco ahora y las he reconocido en cada una de las malditas vidas que ya llevo vividas. Lo reconozco por la certeza de que seguiré encontrándome con él allá donde vaya, en las siguientes, en cada una de las venideras vidas que tal vez me esperen tras ésta. Y si no es locura ni es certeza, que alguien me explique cómo es posbible albergar tantas certezas sin sustento. Y que los cielos me expulsen de su cobijo si acaso no es cierto lo que digo.

 Entra en escena una camioneta de ganado. Queda él hablando aún de sus cosas y corro yo a asomarme a su puerta trasera. Los animales dan la espalda al espectador y sólo se ve un desfile de rabos atemorizados. Mi estupidez de niña de ciudad sólo me deja estar contenta y doy saltos y palmadas al mismo tiempo. Es la ignorancia asquerosa de los niños de ciudad que nunca han visto animales y que, cuando lo hacen, apenas pueden discernir cuáles son las circunstancias que los acompañan. O quizá sea la sabiduría preexistente de los niños que saben que todos, en algún momento,antes o después, también somos conducidos al maedero y no por eso dejan de reír.
 Vuelvo a su encuentro, sus ojos me han esperado y me reciben como los ojos de un hermano. En esa hermandad, mis frías manos de invierno rodean una de las suyas. Invento un calor que reconforte sus heridas. Nos miramos y traspasamos todas las barreras. de la realidad, del amor circunstancial, dele ntendimiento y la razón. Sólo hay infinitud. Está todo dicho.
 Suena el teléfono, contesta. Su novia -siempre la misma, cada vez una diferente- le dice que acaba de salir de la clínica y que viene en su búsqueda. Yo no suelto su mano ni él tampoco lo hace. Entendemos que estamos en esto más allá de este momento, de este día, de esta vida.  Nos comprendemos con el tacto de las manos. Nos ha perdonado el amor de una mirada.

 Vuelvo a ser consciente, si no es locura, que Dios me aguarde, de que inevitable significa que nos e puede parar. Buena cuenta de ello nos da el mundo de los sueños.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Cuando tu voz se silencie, simplemente detente a escuchar otras voces.

DISIDENCIA
 
Como el amor no se parece, ni de lejos, a la felicidad. Como ya terminaron los tiempos de las grandes aventuras y descubrimientos. Como leer se va pareciendo al placer de deshojar la margarita. Como escribir tiene poco sentido, y ninguno para algunos. Como entre ver cine y hacerlo es mejor todo lo contrario. Como en la rumba hay agujeritos por donde se cuela el hastío. Como caminar cansa en esta ciudad de basura y sorpresas crueles. Como dedicarse en esta vida a otra cosa que no sea la existencia es a todas luces imposible. Como imposible es elegir, diga lo que quiera Sartre. Como... y como... y como: Es la ansiedad, me dicen mis amigos.
 
Colombia Truque Vélez
 
 
 

sábado, 10 de septiembre de 2011

Una cosa u otra, eso es lo que mola ¿no?

Cada septiembre, cada enero, cada abril, cada junio, la misma encruzijada. O Mary Poppins o la señorita Rottenmeier. Pues hija, ni una cosa ni la otra, si es que tú no vales para los términos medios. Pues no, no los veo. Me parecen más sencillos los personajes-tipo.


¿Ves a Mary P.? Ha aparecido casi sin que nadie la llame, llena la habitación con su belleza serena y advierte que se irá cuando su cometido allí haya terminado. Sabe que las misiones, antes o después, acaban. Desprès, en catalá. Lo dice pero tan embobados quedaron todos que no la oyen. Ella pone su gran bolso sobre la mesa y empieza a sacar todo lo habido y por haber, sus recursos son ilimitados. La magia entra en escena y la realidad comienza a ser narrada a modo de cuento. Las canciones guían el aprendizaje y una mañana, la señorita Pooppins, abre el paraguas (en Londres siempre llueve) y se marcha como vino. Así es Mary.


Aquí llega Rottenmeier, qué mujer. Es tan alta como recta, parece que hubiera dejado de ser mujer para tornarse Cirio Pascual. Y es olor de cera de sacristía lo que desprende. Cesaron la música y las risas pero el silencio permite que los conocimientos, que por su boca salen, invadan la habitación. Los niños, "ojipláticos", son todo oídos y sus carnes han quedado hechas arcilla para ser moldeadas: Óbrese el milagro de la transmisión de valores. Pero, esos niños, ¿son todo oídos o son todo ojos? La señorita Rottenmeier corta la respiración. Silencio, silencio, que viene la señorita Rottenmeier.





miércoles, 31 de agosto de 2011

Tiempo por vía oral. Cada 8 horas.


Radiohead Creep



Cae en mis manos este vídeo de nuevo. Avanza mientras el chocolate con leche que cubre la vainilla de mi helado va deshaciéndose apoyado en mi paladar.
Ni cuando llega la huída de ese ella, que fui yo tantas veces,noto aumentar o disminuir la frecuencia de mis vibraciones.

Gracias doctor, el tiempo me ha curado.

viernes, 5 de agosto de 2011

Palabras para el camino

COMPOSTELA se adivina a cada paso,
y en cada pueblo del camino la imagina
el corazón, como dicha próxima y aún lejana.
Compostela se siente libro abierto,
que da respuesta plena al enigma
de repetir sin pausa el anhelo de llegar
y estar siempre lejos del DESTINO.

DESTINO de estrellas encendido,
envuelto en parda estameña,
hábito de franciscanos y de peregrinos,
en silencio de andaduras mesetarias,
poema y enigma de Maragatería, vigilada
por cigüeñas y sombra de chopos encadenados
al misterio eterno e incierto del CAMINO.

(Miguel Ángel González García)

miércoles, 20 de julio de 2011

Camino del Camino

 Aunque el camino, como todos los caminos, sólo es tal si discurre exclusivamente por nuestros pastos interiores, éste en el que ahora me ando y desando, me gusta de verdad.
Atravesada Estella, sólo se puede continuar. Servirse de la fuente que mana vino y saber que lo mejor siempre nos espera adelante.
 Pasa ya la legión VII romana y, camino de Astorga, los sueños se van sucediendo y los ojos se manifiestan. El final está cerca.

 Algún día, cuando vuelva de Muxía y tenga tiempo de escribir lo que ahora rumio, os diré por qué el Camino es una vida en pequeñito.

UTREIA

viernes, 8 de julio de 2011

Dragones en el jardín



 Cómo me gustan los dibujos animados. Creo que nos pasa a todos, es sólo que en un momento dado, alguien nos hizo creer que ya no es lo que toca y dejamos de hacerlo. Y cambiamos los dibujos por Hombres y mujeres y viceversa, la pelota por el cubata, las heridas en las rodillas por pastillas para poder dormir y la risa por la ansiedad. Después tienes que comprarte una casa que incluya plaza de garaje con una hipoteca de tipo euríbor+0,5 y tener al menos un niño al que poder enviar los veranos a Estados Unidos, al menos desde los tres a los siete años, que es cuando los cerebros infantiles son realmente esponjas lingüísticas para aprender idiomas. Pienso yo ahora que también se podría hacer todo eso y seguir viendo dibujitos.
Pero yo también dejé de verlos, amigos, casi a la par que mi madre me compró el primer sujetador de mujer. Los sujetadores de primera puesta de mi época eran los que sin ser un top deportivo, tampoco tenían aros ni relleno ni colores bonitos. Verdaderamente horrorosos, para qué engañarnos, del estilo retro de cruzado mágico que sólo le quedaba sexy a las pin up, que ya murieron todas, y que le daban a las mamas una forma picuda de capirote de Semana, que es cualquier cosa menos santa y que te hacen sentir, nada más abrochártelos, que te has convertido una señora muy señoreada, de ésas con toda su barba (esto lo digo así para quiénes crean que no se puede ser señora y tener barba). Así, ese día en que aún no cumpliste ni los trece años, te miras en el espejo los puntiagudos proyectos de lolas, mandorlas y/o peras (vale cualquier otra variante frutal) y decides que los dibujos animados han pasado a mejor vida. A mí, que a observadora pocos me ganan, con el paso de los años por la vereda de la adolescencia, se me empezó a venir encima la idea de que mi padre nunca había dejado de consumir, a solas, casi a escondidas, este tipo de producto televisivo y que, cuando lo hacía, reía a pleno pulmón y dejaba el salón lleno de vida. Y así fue que, poco a poco, por imitación de mona hija a mono padre, le perdí el miedo a ser adulta y sintonizar, al mismo tiempo, el Cartoon Network o el Nickelodeon. Fue el primer paso para una pérdida consecutiva de miedos que, en muchos casos, me hacen parecer de-mente, querida demencia, a ojos de muchos. Yo les engaño como puedo para que sigan creyéndolo mientras intento soltar los otros mil miedos adultos a los que todavía me agarro.

Hoy estaba nerviosa. Todo el día con ese desasosiego dentro que a las mujeres sólo se nos pasa cuando rompemos a menstruar. No sé bien cómo fue que acabé sentada en un sofá siguiendo la programación de mi padre: Canal+, "Cómo entrenar a un dragón". Y me quedé. Papá mono con su hija mona hasta el final de la película. Una vez acabada, la misma idea en los dos cerebros familiares, inequívoca la genética: Yo quiero un dragón. Cuando lo dijimos en alto y las palabras de uno traslaparon a las del otro, la imagen del dragón como mascota doméstica era ya un hecho en nuestras voladas, voladoras, cabezas.

 Y empecé a pensar en si habría en el mundo aves lo suficientemente grandes como para transportar seres humanos. Apenas tengo conocimientos biológicos pero pronto he deducido que de ser esto posible, legiones de pijos cabalgarían los cielos. Como ahora montan caballos en sus fincas a las afueras de Madrid por las carreteras que van en dirección noroeste. Después imaginé la sensación de volar a lomos de un dragón, de lo increíble que tendría que ser poder hacerlo y dejarte el pelo enredado entre las nubes; ha bastado un segundo para sentir, acto seguido, la frustración que me produce la idea de saber que jamás podré experimentarlo . Que hay deseos que quedan sólo para los mundos que abre la fantasía en nuestros adentros, cada uno en los suyos, de vez en cuando -raramente- compartidos. A veces me gustan más mis mundos que este mundo que piso porque tengo que pisar, no sé si es bueno o malo, a lo mejor es que simplemente "es", sin más, como dicen por tierras vascas. Sin más. A veces quiero dejar de pagar un seguro a todo riesgo con franquicia de 200 y, simplemente, traer peces frescos para mi dragón que me espera en la terraza con los ojos inundados de amor, esperando a que lo arranque.

domingo, 3 de julio de 2011

Diálogo de ELLOS (lo que se suicidó)

 ELLA

Sangre negra de esta herida brota,
no dejo de pensar que te dejé marchar.

Nunca había estado un alma tan rota

desde que tu no estás no quiere recordar.

Se pasó una vida entera

y yo sólo guardo el recuerdo
de una pocas horas.

Era primavera,

el sol salió ese día
por ponerse a tu vera.

Y el olor de un día de enero,

estribadito en tu agujero,
sígue en mi cabeza.

Y un verano juntos de la mano,

y de pasar la noche fuera.

Ya todo el año me hace daño

y me vuelvo a llevar
a patadas con la primavera.

Junto a las hojas que el otoño vino a derribar

me dejé llevar… me dejé llevar.


ÉL

¿Qué te corre por las venas?,
¿qué te noto que te falta, nena?,
¿temperatura?, que algo te hiela.
Eso me apura, toma una vela.

Deja que te diga, nena,

que lo nuestro no es equitativo,
todas las noches que estoy contigo
tú eres quien come, yo soy comido.

Deja que te diga la razón

si tu imaginación
no encuentra una sola respuesta.

Tu deja que te claven en un arpón,

justo en el corazón,
así lo mismo te contesta.


ELLA

Morir, sin más, que nadie me ha venido a despertar.
No está, me abrí, y nadie me ha venido a despedir.

Sin nada mejor, que andar por dentro hurgándome,

sin nada mejor que hacer, tostándome al sol,
y hurgando en el recuerdo y no lo entiendo mejor que ayer.




 CORO

Dinos qué te pasa

 ÉL

Estoy jodido, perdí la conciencia,
y ahora ando siempre sumergido
en montones de mierda.


CORO

¿No ha dormido bien el señorito?


ÉL
Iros a la mierda

CORO
¿Que no se acostumbra a estar solito
en esa cabeza?


ÉL

Dices que te hago daño,
¿es que no entiendes que te extraño a mi manera?

Ya que preguntas, pa’ ahogar mis penas,
me fui de putas la noche entera.

Dijiste que nunca mintiera,
que dijera la verdad aunque duela.
¿Por qué me miras de esa manera?
Después te fuiste,
y “adiós muy buenas”

Deja que te diga la razón
si tu imaginación
no encuentra una sola respuesta.

Tú deja que te claven un arpón,
justo en el corazón,
así lo mismo te contesta.


ELLA

Morir, sin más, que nadie me ha venido a despertar.
No estás, me abrí, y nadie me ha venido a despedir.

Hoy noto que no,
que no me da la gana, yo la vida doy por saber
si un mundo mejor está esperándome mañana,
un mundo mejor que ayer.


ÉL

Anda y cuéntale a tu diosecito que aquí huele a mierda.
Y dijo Judas: “sólo necesito un trozo de cuerda”


CORO

¿No ha dormido bien el señorito?

ÉL
Iros a la mierda


CORO
Que no se acostumbra a estar solito en esa cabeza.




viernes, 1 de julio de 2011

En sus zapatos



 Se sorprendía ahora llorando mientras miraba sus muñones desnudos. Ante sus ojos, el escaparate de cristal, distante y, al otro lado, los zapatos ortopédicos que tiempo atrás ella misma había devuelto a ese establecimiento y que ahora vendían a un precio que se le antojaba demasiado elevado. Márchate ya, no seas pesada, ¿no ves que está cerrado?, le habían dicho. Y ahora lloraba porque esa misma mañana, con la tienda todavía abierta, se los había vuelto a probar  y, al caminar, le daban como mordiscos. Antes, durante todos los meses que los llevó puestos, nunca le pasó, pero ahora a ratos le dañaban los tobillos en donde se asían. Pareciera que les hubieran dado un lavado desinfectante industrial a altas presiones para volver a dejarlos como nuevos y, que en ese trance, se los hubieran encogido. Lloraba también por el trato de los protésicos, porque es sumamente difícil poder volver a comprarles a esa gente algo que recientemente se les ha rechazado. No es seguro del todo hacer negocios con los excedidos de orgullo. Pero lloraba, sobre todo, porque le aterraba la ausencia de extremidades. Y porque, a fin de cuentas, aunque podía caminar con milagrosa comodidad así, ante los ojos de los demás y ante sus propios ojos cuando era ella misma quien se miraba como si fuera otra más, no dejaba de aparecerse como una alimaña reptadora. A insólitos trompicones, a ratos extravantes y a ratos simplemente minusválidos, por la angostura del mundo.

                                                                      

 Graciela llevaba toda la vida calzada. Cuando era niña el uniforme era acompañado siempre por un buen par de mocasines. Los odiaba de verdad, sólo Dios sabe cuánto los odiaba y qué de verdad era ese odio, pero no quedaba otra. No elegía ella su conjunto sino que su mamá se lo colocaba todo cada noche junto a la cama, cerca del radiador en invierno, sin leotardos en verano. Constaba este uniforme de un pichi color azul marino que tapaba se dejaba caer hasta la parte superior de las rodillas y que no tenía más ornamento que cuatro botones en el talle y un discreto cinturón. Debajo, blusa blanca, polo de manga corta en verano. Encima, si el tiempo lo requería, rebeca del mismo azul oscuro casi negro. En los pies, siempre los mocasines, a medio abrirse o a medio cerrarse (como quieras decirlo), indefinidos, hombrunos. Los detestaba. Lo que ella verdaderamente deseaba portar eran manoletinas, le gustaban tanto...Las manoletinas recibían su nombre del gran Manolete y también podían denominarse bailarinas o toreras, de este modo quedaban adscritas al mundo del Arte, ya fuera por lo animal o lo musical. Las manoletinas que ella ansiaba eran mucho más abiertas,una abertura femenina para su empeine, una sutil lazada torera, el estallido de los colores. Pero eso quedaba relegado para los fines de semana a partir de que viniera el buen tiempo. De lunes a viernes de septuembre a fianles de junio, mocasines. Y a ella no le quedó otro remedio que hacer dos cosas: empezar a pasar por el aro y enamorarse perdidamente del verano



Cuando el colegio acabó, la niña ya se había hecho mayor pero siguió refugiándose en la suela de sus zapatos. Durante una larga etapa no se quitó unas botas Dr Martens que compró con los ahorros de todo un año en una zapatería en rebajas. Eran de un negro tan intenso que sólo se dejaba romper por el morado de los cordones. En tal contraste nazareno se le pasaron cuatro o cinco años. Era un calzado funcional, práctico e indestructible. Le vino muy bien para los años de universidad y para lso trabajos a tiempo parcial, para el trajín, para el quehacer y la responsabilidad cuando aún no tocan. No podía pedir más. No obstante eran feas, bastante feas, ahora lo entiende y puede decirlo sin miedo a ser tildada de frívola. Pero en aquellos años le costö ver que no sölo eran horribles sino que no resultaban nada cömodas para la morfología de su pie. No os extrañe, entonces, que el día en que decidió quitárselas, estuviesen como si nunca las hubiese usado.



 El verano de ese año se lo pasó en chanclas. Le prestaron unas preciosas hechas artesanalmente en Málaga con un plástico transparente relleno de burbujitas siliconadas. Eran un modelo anatómico y beneficioso para la salud, estimulaban la circulación, corregían la pisada y no sé cuántas cosas más. Y ella, que nunca había enseñado sus pies hasta el momento, exprimió al máximo esta bendición. ¿Saben que realmente hay personas que se avergüenzan de sus pies como si fueran sus michelines o cartucheras, como si fueran desviaciones de lo que Madre Natura aconseja que sea? Los ven grandes o demasiado arqueados o planos, tal vez los dedos torcidos, las uñas curvas; las durezas, a flor de piel, como las emociones. Pues bien, Graciela dejó de ser una de esas personas aquel verano que llovió tanto, que las heridas de las Martens acabaron por limpiarse, reblandecerse, caerse y regenerarse.



Pero antes o después el verano había de acabar y, no olvidemos, que eran prestadas. Lo que vino a contarse la muchacha, para no apenarse, es que no eran un calzado propio del diario, que valían sólo para lo que valían y que ella era digna de algo más sofisticado. Y así fue que para el final del año se vino a comprar unos Stilettos, coincidiendo con su inmersión en la vida laboral adulta y con el explosivo florecimiento de su feminidad. Dios mío, estaba preciosa. Nunca se había mirado tanto los pies en el espejo como lo hizo durante esos dos años. Le hacían una silueta estupenda, eran maravillosos en sí mismo, le hacían sentir sexy, deseable, deseosa de desear y ser a su vez deseada ¡Eran explosivos! ¿Por qué no se los quedó entonces? os estaréis preguntando. Y cómo narices sabéis que no se los quedó, me pregunto yo. Muy fácil, querida narradora-querida demencia, acabas de decirnos que los llevó dos años. Es cierto. Dos años en los que aguantó el tipo de día, mientras se curaba las heridas de noche. Cada noche, durante dos años. Porque aquellos zapatos le hacían unas heridas de esas que se estudian en el último curso de Enfermería, de esas yagas que, a fuerza de no curarse nunca, acaban mudando el nombre hasta quedar convertidas en escaras. Esto no hay dios que lo aguante, se confesaba -entre sollozos- en esas noches de curas, cuando el dolor era tan insoportable que tenía que tomar hipnóticos para poder dormir, para poder soportarlo. Pero eso no era del todo cierto, había muchas mujeres -ella conocía incluso personalmente a algunas- que no se bajaban de esos tacones y que no fingían, era simplemente que allí arriba estaban cómodas, que era su lugar. Pues bien, ella no era de esas mujeres, ea, estaba claro que o no eran su número o es que ese tipo de zapato no estaba hecho ni para su anatomía ni para su fondo de armario ni para su estilo de vida. Ya sé lo que tengo que hacer, conseguirme otro par de zapatos, se repetía. Ésa sería la mejor de las liberaciones; y, a veces, fantaseaba con un nuevo modelo que le mimara los masacrados pies. Pero nunca lo hacía. Día tras día la insostenible felicidad diurna era ahogada a mililitros de yodo y tiritas por las noches.



Y una noche de julio, de repente, se vio los pies descalzos. Se le cayó el alma rodando hasta ellos, si parecía un Ecce Homo. De tanto tiempo forzándose a llevarlos, pareciera hasta que se le hubieran deformado los miembros para siempre. Y el roce, lejos de formar callosidad a la fuerza de la costumbre, le había producido heridas tales que había  indicios de tejido necrosado. Lloraba mirando la negrura. Lloró tanto que durante más de tres años fue incapaz de ponerse otros zapatos. Lo intentaba, no creáis, pero no había modo, apenas los aguantaba unas horas, jamás pudo repetir la puesta. El dolor era insoportable y, además, toda mujer sabe que cualquier zapato, comparado con un Stiletto, es bochornosamente vulgar. Y así que se quedó, aireándose los pies a ver si es que ése era el modo de que recuperaran su forma originaria, a fuerza de desearlo, e incapaz de poder hacer otra cosa que no fuera mirárselos.


 De tanto mirárselos vino a darse cuenta de que hay que ver si es que es cierto que los pies son una parte fea del cuerpo, es que no hay derecho, no hacen justicia al resto. Parecen algo así como un vestigio primitivo y olvidado de la mano de las leyes naturales de la evolución. Que si ya caminábamos erguidos, no entendía ella cómo es que teníamos que hacerlo con semejante instrumental. Y empezó entonces a fantasear con lo hermoso que sería tapar esos mundanos pies con el mejor par de zapatos del mundo. Imagínate que pudiera encontrar unos hechos a medida, a mi propia medida, perfectos en su diseño, material y color. Perfectos en la adaptabilidad, en el tamaño de la horma, en la aclimatación al terreno que en cada momento frecuentara. Perfectos para sus cambios de necesidades, para practicar deporte por la mañana e ir a un cócktail de Asepeyo por la tarde. Perfectos para ella. Y de este modo, imagina que te imagina, contemplándose los pies, se le pasaron otros tres años en los que no anduvo sino descalza. Como en el cuento aquél de El traje nuevo del Emperador, se vio inundada de la inocencia de una infancia que creía pasada hacía ya muchos años. Y como niña, de nuevo a llorar. Para cuando cayó en la cuenta de que era esto, y no otra cosa, lo que le había acontecido, ya poco le importaban todas las nuevas heridas que se había hecho en su día a día, creyéndose que había estado calzada todo este tiempo. Ahora sí que sí, poco le importaban sus pies. Y solicitó a la Seguridad Social que amputasen lo que de ellos quedaba. Y, de este modo, mediante misiva formal fue citada, definitivamente, un mes de noviembre para tal fin. Decimos noviembre porque noviembre es la muerte para el gran Lorca. Diremos más: " Y mediante misiva formal, fue citada, definitivamente, un mes de verde noviembre para tal fin".



Sin pies se hallaba ya cuando se abandonó a sí misma en la orilla del mar, autodestructiva Ariadna. Y se entregó a las ensoñaciones más delirantes, siempre enredada en el zapato perfecto fabricado por su fantasía. Siempre enredada.  Le pedía a dios que la convirtiera en sirena y le diera un sentido a la ausencia de materia en que acababan sus piernas. Pronto recordó que en el cuento sucedía la metamorfosis inversa y no la que ella imploraba y, entonces, ahora sí que sí, se abandonó por completo. Allí permanecía cuando un día de otoño llegaron a sus manos unos zapatos ortopédicos, aunque quizá fueran más pie que zapato. Si se los ponía y los acompañaba de un gesto decidido,  pareciera que nunca le hubieran faltado. Había que fijarse mucho para detectar que no dejaban de ser de plástico. Y si no de plástico, la ciencia de la ortopedia había avanzado mucho y ya os digo yo que apenas se notaba la diferencia de naturalezas a simple vista, sí al menos tendremos que reconocer que eran de un material que en verdad no era el mismo con el que se tejía la piel descarnada de Graciela.
A pesar de que su abandono le hizo dudar, acabó calzándose los nuevos pies. Si se los había traído el mar, sólo podían ser un regalo divino. No era descabellado pensar que sus súplicas hubieran sido escuchadas. Durante algún tiempo anduvo con ellos y nadie notó la prótesis. Nadie sino ella, quiero decir. Porque cada vez que miraba abajo, Graciela no dejaba de verse los torpes muñones y, por extensión, se veía ella entera torpe. Y así no había manera ni de caminar. Fue cuando sus pasos se tornaron anormales que, cegada por el miedo y la desesperación, simplemente se los arrancó como si de almas satánicas poseyéndola se tratasen. Pero claro, necesitó poco tiempo -como es lógico y vosotros, mentes todas lógicas y de buen proceder, estaréis pensando- para darse cuenta de que lo que ahora  tenía ante sus ojos no eran sino dos muñones, dos trozos de carne triste con un pasado lleno de heridas y de sueños rotos. Y, claro, quiso volver a recuperar lo que era suyo. O eso creía ella porque ya os dije al comienzo de esta historia que no sólo lloraba hoy porque en la tienda no es bien recibida sino porque, además, ahora los botos, resultaba que le hacían daño, como que ya no eran los mismos, como que hubieran encogido. Proceso de lavado y desinfección industrial para poder volver a ponerlos a la venta, le habían dicho de no muy buenas maneras.Que le mordían los tobillos a ratos y que le dolían, ésa era la única explicación que ella ahora daba. Y no miente. Le miro ahora los tobillos y lo veo con mis propios ojos. No ya en los pies, que ésos ya los perdió. Pero sí veo de nuevo las escaras, viejas compañeras de camino; las viejas escaras del pasado carcomiéndole ahora los solitarios tobillos, sin más carne que poder comérsele ya.

 Graciela aún no se ha dado cuenta de que mientras persista el efecto de producirse  heridas por la causa de usar calzado, es preferible prescindir de él. Hasta el menos pintado logra ver esto. Pero ella ahora sólo llora porque la noche la sorprendió desprevenida y cree tener miedo de apoyarse en el suelo sin protección pero ¿qué protección es la que nos daña, Graciela? Crees sentir vergüenza de que todos vean que careces de pies pero, no temas te digo, en verdad los demás andan demasiado ocupados en sus propias cojeras.



Sin saberlo, Graciela se está salvando esta vez. La tierra de por medio, sana. El camino sanará, indudablemente, sus heridas porque el camino es tierra que, puesta de por medio, sana. Y quizá dios, que todo lo puede, le dé unos pies nuevos...que de zapatos, ya se hartó.

miércoles, 29 de junio de 2011

Diálogo de ELLOS (lo que desarraiga)

ÉL 
Voy perdidito y me he encontrado una princesa,
me he encontrado entre sus labios cuando besa,
besa, besa y besa...

Yo dejo al sol que entre por nuestra claraboya,
y ella deja a los ratones que ellos royan,
royan, royan y royan...
ELLA
El tiempo pasa despacito
cuando no te tengo a mi lado.
Necesito para estar sentado
un arbolito en este descampado.

ÉL
Arranqué un ramo de flores,
se lo regalé a mi amante.
Dijo que no las quería,
que estaban mejor antes.
Y ahora he vuelto a mis manías,
no quiero rehabilitarme.
Dijo que no me quería,
que estaba mejor antes.
 
 
ELLOS
Van tan deprisa nuestras almas que se arrollan,
que se encuentran cuando nuestros cuerpos follan,
follan, follan, y follan…

Son, nuestras almas son dos versos que se rozan,
nuestros cuerpos como dos cerdos que hozan
hozan, hozan, y hozan…
I
Y si me veo desorientado busco la puerta de salida;
condenado a estar toda la vida
preparando alguna despedida.
 
ÉL
Arranqué un ramo de flores,
se lo regalé a mi amante.
Dijo que no las quería,
que estaban mejor antes.
Y ahora he vuelto a mis manías,
no quiero rehabilitarme.
Dijo que no me quería,
que estaba mejor antes.
 
ELLA
Sé que al destino volveremos a engañar
porque no se acostumbre a nuestras rarezas,
porque nunca más nos vuelva a manejar…

Dar contra un muro para poderlo derribar,
que seguro nos depara una sorpresa,
si te atreves yo me atrevo a atravesar…

La vida vino dando volteretas,
los pies al suelo a mí no me sujetan…
Que soy viento y me embalo
y arranco las veletas…
 
 
ÉL
Arranqué un ramo de flores,
se lo regalé a mi amante.
Dijo que no las quería,
que estaban mejor antes.
Y ahora he vuelto a mis manías,
no quiero rehabilitarme.
Dijo que no me quería,
que estaba mejor antes.
 
 
ÉL
La puerta pinto de color de rosa,
del laberinto que hay en mi cabeza;
me pierdo si me deja, 
 me encuentro si me roza…
 
 
 
 

lunes, 27 de junio de 2011

Una de las tres joyas.

                                                                                  *                                          

- Qué pelo rubio tan largo y tan bien peinado ¡Parece una peluca! Aquí no le durará mucho, una lástima, pero a mí me pasó lo mismo.

 La mira con la distancia a la que obliga el desconocimiento y se siente mona babuína -de las del culo rojo, para quienes me quieran imaginar- observando a la nueva mona llegada a la jaula. No son celos, no es miedo, no es deseo de acercamiento y, sin embargo, es una mezcla de todo lo anterior.

 Será la noche quien las haga coincidir, cada una en una litera, ambas en la misma habitación comunitaria de las que vienen a trabajar, de las que saben que para poder recibir algo, algo hay que dar primero.
 Allí en la ventana, un gato negro, lastimero, reclama alguno de los méritos de la vida que esta vez le tocó vivir, de gato, y que en ese centro -ni con budismo ni sin él- nadie parece querer o poder atender. Será así, entre vidas de gato, que ellas empiecen a hablar y dejen  entonces de ser babuínas para metamorfosearse en dos encendidas cotorras. Podrían ser dos cotorras de cualquier país latinoamericano, es lo suyo, por ejemplo Brasil, dicen que allí son verdaderamente hermosas. Pero no, ellas van a ser ahora dos de las llamadas cotorras del Himalaya  (Psittacula himalayana) que habitan el sur de Asia, que para eso es un centro de budismo mahayana  lo que acaba de cruzar la delgada línea del destino. Son bien llamativas estas cotorronas y tanto es así que tienen que acabar mandándoles callar los nudillos de otras habitaciones, resonando en la inmensidad oscura del pasillo.
 Hablan tanto nuestras amigas que no necesitan más para darse cuenta de que comparten el mismo sentir y similar trayectoria de vida. Sufren de auténticos ataques de risa cada vez que una dice algo y la otra le responde con un anda-ya-eso-sí-que-no-me-lo-creo-en-algo-nos-tendremos-que-diferenciar. Tras una semana indagando, el juego ha empezado a ser el de "vamos a buscarnos la diferencias". No es tarea fácil pero, obviamente, encuentran diferencias que, como todo, haberlas haylas. Sin embargo, mentiría si os dijera que hoy, apenas transcurrida una semana, me acuerdo de alguna de ellas. Así que tendremos que dejar que sigan avanzando los capítulos, para los que tuvieran (o tuviesen) curiosidad.

 Agradezco a los Budas la aparición de Macarena, una gran mujer que deja de ser mujer para ser simplemente una gran sonrisa. Encontrarse con ella es como haberse encontrado una sonrisa gigante ahí olvidada en la calle, esperando a que venga el autobús. Sonrisa erguida, con dos brazos, dos piernas y una gran melena rubia, eso es Macarena. Sin dobleces ni medias tintas, con la traqnuilidad que te da conocer a aquellas personas que no sólo no niegan sus perturbaciones mentales sino que andan en la manera de batallar sin descanso contra ellas. Así da gusto. Con razón la Sangha es una de las tres joyas. Y en ésta, en particular, es un placer refugiarse.

* En el budismo existe un eje rector que le da estructura a toda la filosofía. Es llamada la Triple Gema y está compuesta por tres conceptos: Buddha, Dharma y Sangha (El que despertó, la enseñanza y la comunidad).La Triple Gema o Joya es donde todos los budistas buscan refugio, no en el sentido de protección, sino en el sentido de sabiduría.

domingo, 26 de junio de 2011

Diálogo de ELLOS (lo que no perece)


ELLA
Se hace largo el camino sin ti,
y al diablo, que ya no quiero seguir.
Y sin pedirle nada a cambio,
al diablo el alma le di.


ÉL
Si el sol dice que te desenamoras,
si dice que te olvide, vida mía,
maldigo cada día
y maldigo el correr de las horas.


ELLA
El diablo me visita, y cada noche
marchita este jardín con su anarquía,
y en mala compañía
me deja a mi conmigo a solas… a solas.

Regalé mi alma imperecedera

ÉL
¿para qué?

ELLA
para que nunca más me duela.

ÉL
¿Y ahora qué?

ELLA
Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.


ÉL
Se marchó, y no hubo despedidas.
Corazón, que anda buscándose la vida.
Me llevó al bloque de las dos salidas.
Dame la pasta, que entro yo, y tu espera fuera.


ÉL
Se ha roto otro peldaño
de la escalera.
Soledad y desengaño
son mi condena.
Después de tantos años,
carcelero, ¿cuánto queda?
Volved, que me hacen daño
los minutos de esta espera.


ELLA
Regalé mi alma imperecedera

ÉL
¿para qué?

ELLA
 para que nunca más me duela.

ÉL
¿Y ahora qué?

ELLA
Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.


ÉL
Pregúntale del tiempo,
y a ver si se acuerda de mi.
Pregúntale si es cierto
que nadie la ve sonreír.

Pregúntale que añora
y en qué piensa cuando llora.
Pregúntale si el tiempo
cambia o sigue lloviendo.





miércoles, 22 de junio de 2011

Practicando el Dharma: Hacienda somos todos.




 Hacienda me quiere crujir, es un hecho. Me reclaman la parte que les corresponde de un piso que compré y vendí en menos de tres años. Les huele a especulación. Si os cuento que fue mi primer intento de formar una familia, de hacer de mi primer novio el único, y de tener mi propio nido y os da la risa, está bien, fue especulación pura y dura. El caso es que aquella relación naufragó, el piso se vendió y Hacienda ahora,  me quiere crujir, es un hecho. Y estoy más cabreada que una mona, ése es el segundo hecho de la jornada. No tengo por menos que acordarme de Lola Flores. Han pasado por mi cabeza todo tipo de ideas en las cinco horas que han transcurrido desde que he abierto la carta certificada que a mi nombre ha llegado de parte de la Agenda Tributaria. Para empezar le he puesto una cifra a la amenaza: 18.000 €. Lo conocido siempre da menos miedo que lo desconocido, las cosas como son. Creo que considerando esta cifra me será mucho más fácil asumir lo que el funcionario de turno me diga el 4 de julio a las 11 de la mañana, momento en que la certificación epistolar me cita. ¿Y qué vas a hacer??? Me preguntaba, inquieta, una amiga. Hemos concluido que personarse es lo más adecuado. Así que ya sé que haré: Simplemente PERSONARME. Gran verbo. A partir de ahora, a la pregunta "¿Qué haras con lo de Hacienda?", responderé: "Personarme". Y lo daré por zanjado.
Cesadas las divagaciones morfosemánticas, me lié con la resolución del conflicto y os puedo asegurar que mi prolífica imaginación no ha parado. Con el 18 (mil) ya en proceso de fijación, he empezado a buscar soluciones. No sin antes empezar a fantasear sobre todos los caprichos que podían haber costeado y que nunca me dí. Me visualizo (verbo muy similar a "personarse" pero ya sólo con los ojos) en una playa en el Caribe con dos grandes pechos de silicona que se tuestan al sol y con un mulato autóctono en la hamaca de al lado que no llega a los 20 años y que quita el hipo...Salgo del sueño cuando mi cabeza se va al 20. Y me alivio recordando que no son 20 sino 18 (mil) en lo que yo he de pensar. Vuelvo entonces a las posibles soluciones y son varias. Que cada español ponga una peseta para pagar mi multa, aunque con que sea cada madrileño me vale. De ahí que me acordase de Lola Flores. Estaría bien, no es sólo que yo vaya a salir beneficiada materialmente sino que ese hecho nos hermanaría. Hoy ponéis todos una peseta por mí, mañana yo la pongo por vosotros. Quizá este simple gesto cambie el devenir de la Historia de la Humanidad. O no, porque pronto he pensado otras opciones. Me ha parecido genial la de solicitarles que se lo cobren en libertad, es decir, o bien intensivamente condenándome a X meses de prisión, o bien durante X horas a la semana en un plazo de tiempo indefinido hasta completar los 18 (mil). Estoy libre hasta el 1 de septiembre. Aprovéchense que hoy, estoy más Hacienda que nunca. Sin lugar a dudas, ésta es la idea que mejor encaja conmigo pero me da a mí que Hacienda no acepta trueques. Entonces no me queda más remedio que optar por el escapismo. ¿Y si me voy a Costa Rica y me llevo todo mi dinero? Allí no irán a buscarme y viviré todo el año en mangas de camisa, que para mí es el súmmum de la felicidad. Mi padre me ha dicho que no está mal pensado pero que, claro, no debo olvidar que en cuanto vuelva (un nuevo trabajo, el cobro de una herencia....) eso me estará esperando. Hacienda es más paciente que Confucio, no se cansa, tiene toda la vida. Tanto es así que incluso se podría esperar a la muerte de mis padres para resarcirse. No, esta opción no es buena. Además es la primera vez en casi 29 años que tengo que consigo un trabajo de verdad, que además empiezo en septiembre, luego fugarse ahora no tendría mucho sentido. He intentado seguir pensando (los ojos hacia el techo, ladeados, el dedo índice de la mano derecha en la quijada del mismo lado, las uñas ya completamente abandonadas a la suerte de mi instinto roedor y una onomatopeya oligofrénica que puedo reproducir como "turuuuu, turuuuuu" saliéndome de la boca), imposible. Busco y rebusco en lo laberíntico de mi seso y descubro, para mi sorpresa, que lo único que encuentro es un cabreo de tres pares de cojones y que se me han descompuesto las tripas. Qué sensible, chica, todo lo somatizas. Pues sí.

 Aliviada vuelvo a la batalla y entiendo que ésta es una preciosa (adejtivo budista por excelencia) oportunidad de poner en práctica los conocimientos del Dharma que hasta ahora tengo. El Dharma son las enseñanzas que Buda nos dejó, que se dividen en Sutra y en Tantra. Otro día os hablaré de estas cuestiones, sobre todo del léxico "budista", que a mí me interesa especialmente.

Y aquí me quedo. Voy a meditarlo un poco esta noche con la almohada y mañana espero poder encontrar el modo de practicar los caminos. El Dharma es como una medicina. Sólo con leer el prospecto no puedes curarte. necesitas tomar la pastilla cuando enfermas. Si esto es así, éste es el mejor momento posible para tomar mi dosis y comprobar sus efectos. Continuará...

He dejado pasar unos días para ver cómo el enfado toledano me recorría, o si se asomaba el temido miedo a la inseguridad económica. O si sentía ganas de defecar sobre toda la agencia tributaria, el cuerpo de funcionarios públicos y el puto sistema en el que me hallo inmersa sin haberlo decidido completamente yo. Sin embargo, ni rastro de nada de eso. Estoy tranquila. Respiro profundamente, exhalo imaginando que Haciendo es humo negro que desaparece disolviéndose en el ambiente e inhalo luz blanca, despacito, hasta sentir que todo mi cuerpo se ha hecho esa misma luz blanca. Quizá me concedan una prórroga, al fin y al cabo en estos cinco años no he tenido un trabajo fijo con el que solicitar un crédito hipotecario y es por eso que no reinvertí la ganancia obtenida. La esperanza es lo último que se suelta. Pero también pienso que es posible que no haya opociones y que se me cobre la parte correspondiente más la multa por los cinco años de retraso. Y en ese caso, me visualizo tranquila, pensando que el dinero servirá para hacer carreteras, pagar a la banda municipal o al maestro del extrarradio. Y no está mal porque algo de comunista le queda a este alma mía tan manida de tanto consumo. Quien no se consuela es porque no quiere. con este ejercicio experimento en mi propia cotidianidad cómo los problemas nunca están fuera sino que son tejidos por las mentes. Y yo puedo entrenar mi mente para que tenga mayor capacidad de concentración o para que problematice menos, como puedo trabajar la piel de naranja de los glúteos. Tan simple como lo cuento es.
NADA va a cambiar si yo el día 4 de julio 18 (mil) euros menos en la cuenta ahorro. NADA. Todo va a continuar como si tal cosa. De tardar en aceptarlo 1segundo o 2 años, depende sólo el sufrimiento que habré de padecer. Es decir que mi mente, y sólo mi mente, es la causante del sufrimiento que yo habré de experimentar. y si tengo que elegir, qué quieres que te diga, chica, elijo no sufrir.

No obstante, soy valiente. prometo volver a esta misma entrada el día que conozca la resolución del conflicto y narrar la segunda parte del entuerto.

martes, 21 de junio de 2011

Maitreya. El quinto.




Estábamos hechos mierda en aquella época. Richi y yo nos fuimos a peinar las penas al pequeño parquecito que se esparce  ante la Abadía de Westminster. Yo había comprado un pequeño libro de tarot para Penny y el escepticismo de Richi me echó, literalmente, las cartas, hasta que quedaron todas -en su pequeñez- perdidas en el raído césped londinense.
Adormecidos estábamos cuando me desperté la risa de unos niños. Era una risa cruel, de las que recaen en burla sobre otro:
Jesuschrist, he´s Jesuschrist

Yo abrí los ojos y contemplé la escena. Y me dolió algo dentro más que si me clavaran punzones en el pecho y el estómago juntos. Durante mucho tiempo he pensado qué sería eso que sentí. Me debatí entre si sería indignación o empatía pero ahora ya no me cabe duda. Eso es compasión. La compasión se siente ahí y así. Desde aquella tarde algo se me que´dó despierto dentro, se me activó el microchip de la búsqueda espiritual consciente. Me ha acompañado desde que era niña pero no la identificaba. Desde que vi los ojos de amor con que aquel hombre de barbas negras y ojos claros miraba a los niños que se burlaban de él y lo apedreaban, algo en mí despertó. O acaso yo desperté. Verano del año 2008, Westminster Abbey (London, the U.K)



Ya era otoño cuando me veo una mañana de sábado en lo que venía a llamarse una meditación de servicio. Acabo de deciros que se me había activado el mecanismo de búsqueda interior y no había oportunidad que dejara escapar. Esa mañana me vi sentada en torno a una mesa cedida en el restaurante desocupado de un popular vegetariano del centro de la ciudad. Apenas si seríamos cinco personas. Nos explicaron en qué consistía una meditación de servicio, no lo explicaré ahora por no ser el tema de reflexión, lo que sí os diré es que en un momento dado la señora que conducía el acto pronunció la palabra: Maitreya. Ésta fue la primera vez que yo le oí el nombre. Maitreya. Nos habló de los Maestros Ascendidos, de sus anteriores manifestaciones, del plan que para nosotros tiene. Racionalmente me parecía todo aquello una locura pero lo sentía tan dentro, que cuendo la señora dijo que Maitreya vive en Londres, donde nadie le conoce y sólo espera el momento de poder manifestarse, relacioné todo en la máquina de hacer cuentos que es mi cabecita.  Y con esto nos ponemos en un mes indeterminado de comienzos del año 2009,posiblemente.

No volví a tener contacto con esto durante un tiempo aunque a menudo venía a mi cabeza su nombre o los ojos que de él busqué en Google imágenes. Sí que seguí oyendo hablar sobre Maestros Ascendidos o Médicos del Cielo e incluso solicité sus energías en prácticas de Reiki . Pero nada más. Así que imaginaréis cuál sería mi sorpresa cuando a los pocos días de llegar al centro budista oigo de nuevo nombrar a Maitreya ¡Madrecita!¡Se me salía el corazón del pecho!¡Era él!¡Hablaban de él! He podido saber que es el Buda que va a venir, se le espera para tiempos muy degenerados. El quinto Buda. El Buda del Amor puro, de la Compasión. No podía creerlo. También le esperan los budistas...


continuará...

Buda Maitreya es la encarnación del amor afectivo de todos los Budas.

Sus manos están en el gesto de enseñar el Dharma, sosteniendo los tallos de dos lotos simbolizando su sabiduría omnisciente de los tres tiempos.

El loto a su derecha sostiene una Rueda del Dharma, simbolizando que él es el quinto Buda fundador del millar de Budas de este afortunado Eón (Buda Shakyamuni es el cuarto.)

La vasija a su izquierda está llena con los néctares que confieren vida. Está sentado en una postura que indica su disposición para levantarse en respuesta de las necesidades del mundo.

En la época de Buda Shakyamuni, se manifestó como un discípulo Bodhisatva.

lunes, 20 de junio de 2011

Tú eres importante


  Hasta ahora yo he vivido con la premisa "Yo soy lo más importante en mi vida, mi felicidad y mi libertad son lo más importante". Y partiendo de esta idea que opera en mis adentros desde tiempo sin principio, he venido funcionando. Ni uno solo de mis pensamientos ni de mis palabras ni de mis acciones nació desligado de ese egoísmo (egoísmo de "ego", no pensemos sólo en la niña que no comparte los juguetes con su nuevo hermanito, aunque también tenga mucho que ver). Por esto siempre he pensado que el ser humano es, que los seres humanos somos, mezquinos, que nos movemos por nuestro interés único, y que incluso si soy misionera en el Congo, es sólo porque eso me hace sentir bien a mí. Esto se me reveló en 3º o 4º de carrera, estudiando la Celestina y la catadura moral de sus personajes. Y yo sólo tuve que aceptar que esto era así, perdonarme cada vez que me sorprendo actuando para cubrir únicamente mis deseos y perdonar, del mismo modo, a todos los demás, que también lo hacen a veces. Asumiento entonces que vivo completamente esclavizada a MI ego y a MIS deseos, tanto más sencillo me resulta ahora continuar descubriendo el engranaje del sufrimiento.
Cuando yo dejo que mi vida sea guiada por motivaciones del ego, estoy dándole el control a la estimación propia, en palabras más sencillas, al YO y al MÍO, a la imagen que de mí je creado. Cuando hago esto, las perturbaciones mentales (pecados capitales para la Iglesia Católica, defectos de carácter para los grupos de Alcohólicos Anónimos) dominan mi vida. El nombre es lo de menos. Ahí está el odio que me lleva a desearle la muerte al del coche de detrás que tiene prisa por adelantarme cuando yo circulo al máximo permitido, ahí está el apego que hace desear suicidarme cuando mi novio me dice haber conociso a otro con la que es más feliz. Ahí los celos o la ignorancia, bien conocidos por todos. Nada nuevo a no ser que aún no haya entendido que cuando estoy rabioso, deprimido, celoso o ignorante, no estoy sino poseído por una mente, esto es, por un estado mental, y que en ninguno de los casos esa mente o posesión soy yo mismo.

Lo revolucionario es que hay un método para que esto cambie y lo voy a compartir con vosotros porque conmigo lo han compartido, porque Buda nos lo regaló hace más de 2500 años. No consiste en dejar de estimar, que gran capacidad tenemos para ello. Consiste simplemente en cambiar el objeto de estima. Si hasta ahora ese objeto ha sido YO y lo MÍO, ahora deberé entrenarme para que sea TÚ y lo TUYO. De este modo yo tengo que llegar a pensar todo el tiempo que tú eres importante, que tu felicidad y tu libertad son importantes. Y adoptar una mente de servicio en la sociedad en la que vivo. Así no sólo seré "útil" (servir para algo es lo más maravilloso que puede sucederles a personas, animales y objetos) sino que tendré una vida dotada de significado y gozaré de felicidad permanente.

Esto tiene una aplicación práctica. esta semana en mi vida.Hace unas semanas entró en contacto conmigo una empresa norteamericana, un matrimonio solicitaba mis clases de español, un curso intensivo de 48 horas en una semana. Me consolaba pensar en los 20€/h que me pagan por ello pero no parecía ser suficiente. Una voz en mi interior, ahora sé que es la de la estimación propia, me decía: No continúes con esto, tu felicidad es lo más importante y aquí estás perdiendo el tiempo. No necesitas ese dinero. Necesitas ser libre porque tu felicidad es lo más importante. Déjales tirados, no vayas, que busquen otrra tonta. Ahora que me detuve a escuchar esta voz que opera en mí pero que ni mucho menos soy yo sino mi egoísmo, sé por qué huí aquella mañana, sé por qué he huído tan tas veces. Poseída por una mente insatisfecha, ésa es la obligada condena.

Esta vez me planté. El Dharma llega a mi vida para revolucionarla y procedí a hacer el cambio propuesto por Buda. Simplemente tuve que desoir a la voz primera y repetirme: Ese matrimonio es importante, su felicidad es importante y también lo es su libertad. ¿Cómo puedo serles útil? ¿Puedo enseñarles español?¿Puedo darles lo mejor de mí?¡Sí! Y con esa actitud me dirigí a su casa. Y ahora, pasado el primer día, me postro ante el método aprendido. No es sólo porque sean dos personas encantadoras o porque tengan un bebé que es como una bendición, es sencillamente que son maravillosos, que me encanta dar clase, que las 8 horas vuelan, para ellos y para mí, que no tengo ni que preparar las lecciones porque me salen solas de adentro y que ninguno de los méritos es mío, me vienen dados. Así que los dedico, dedico los méritos alcanzados a Buda y te doy las gracias por ser importante.

domingo, 19 de junio de 2011

Espíritu ávido por la ley del karma

  Ya metida en la harina del Budismo de la tradición Kadampa, finalizadas mis dos semanas de voluntariado en el centro de Madrid, os puedo meter en su harina también a vosotros. Lo haré algunos días. O quizá sea éste el último, la mente humana es así de impermanente.

En cualquier caso hoy os hablo de la ley del karma en palabras del venerable Geshe Kelsang Gyatso (Geshe-la), según podemos leer en su libro Transforma tu vida (ed. Tharpa)



La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto que establece que nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias son sus efectos.
La ley del karma enseña por qué cada individuo posee una disposición mental, una apariencia física y unas experiencias únicas. Estas son los efectos de las incontables acciones que cada uno ha realizado en el pasado. Puesto que no hay dos personas que hayan realizado las mismas acciones en vidas pasadas, nadie puede tener los mismos estados mentales, experiencias y apariencia física que otro.
Cada ser posee su propio karma individual. Algunas personas disfrutan de buena salud y otras sufren enfermedades sin cesar. Unas tienen un físico atractivo y otras no. Algunas siempre están alegres y se conforman con poco, mientras que otras suelen estar de mal humor y nunca están satisfechas. Algunas personas entienden con facilidad el significado de las enseñanzas espirituales, pero otras las encuentran difíciles y oscuras.
La palabra karma significa ‘acción’ y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente muy sutil que, con el tiempo, producen sus correspondientes resultados.
Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que producen su efecto, cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, desde que se realiza la acción original hasta que maduran sus consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.
Como resultado de nuestras acciones o karma, renacemos en este mundo impuro y contaminado y tenemos problemas y dificultades sin cesar. Nuestras acciones son impuras porque nuestra mente está contaminada por el veneno interno del aferramiento propio. Esta es la razón principal por la que experimentamos sufrimiento.
Este es producido por nuestras propias acciones o karma y no es un castigo impuesto por nadie. Sufrimos porque hemos cometido numerosas acciones perjudiciales en vidas pasadas. El origen de estas malas acciones son nuestras propias perturbaciones mentales, como el odio, el apego y la ignorancia del aferramiento propio.
Cuando hayamos eliminado de nuestra mente el aferramiento propio y demás engaños, nuestras acciones serán puras. Como resultado de estas acciones, nuestras experiencias, nuestro mundo, cuerpo y disfrutes, y los seres que nos rodean, también serán puros. No quedará ni el menor rastro de sufrimiento, impureza ni dificultades. De esta manera, encontraremos la verdadera felicidad en nuestra mente.


Después de entender esto, he llegado a la conclusión de que en la última vida fui, o seré en la siguiente, un espíritu ávido. Sé que suena fatal pero se me ha aparecido en la mente así de pronto, como una revelación. Y me pregunto hora qué es un ser ávido y si urge, o no, trabajar aprisa para evitar su renacer...
La web de Budismo de la tradición Kadampa en la que recibo mi formación los define como seres que habitan en el reino de los espíritus hambrientos, el segundo más bajo de los seis reinos del samsara. Véase El camino gozoso de buena fortuna. Volveré sobre ello cuando lo haya leído.


Continuará. Entre tanto, disfruten de su karma hermanos

Diálogo de ELLOS (lo que se va)

ÉL  

Se le nota en la voz por dentro es de colores y le sobra el valor que le falta a mis noches.
         Y se juega la vida siempre en causas perdidas.
         Ojalá que me la encuentre allá entre tantas flores,
ojalá que se llame Amapola,
que me coja la mano
         Y me diga que sola no comprende la vida, no,
 y que me pida más, más, más, más, dame más
         Y que me pida…
         Es capaz de nadar en el mar más profundo,
igual que un superhéroe de salvar el mundo.
Donde rompen las olas, salva una caracola...
         Ojalá que me despierte y no busque razones.
Ojalá que empezara de cero
y poderle decir que he pasado  la vida sin saber que la espero,
sin que me pida más más más, más, dame más

Si te vas…
Me quedo en esta calle sin salida, sin salida
Que este bar está cansado ya de despedidas, de despedidas



         Como un extraterrestre se posa en el suelo
y me ofrece regalos que trae de otros cielos.
         Me regala una piedra, recuerdo de la tierra.
Me pregunta por qué el hombre inventó la guerra
         y en silencio pregunta otras cosas más serias.
         Yo me pongo palote solo con que me toque



ELLA
¿Donde vamos tan deprisa?,


ÉL
me pregunta su sonrisa.
 Si tú quieres tengo el plan: Contaminar...
        Salga que salga el sol por donde salga el sol, que no me da.
Y llegar…hasta tu corazón
        Salga que salga el sol por donde salga el sol.

Si te vas…
Me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar está cansado ya de despedidas, de despedidas.




ELLA
Si he tardado y no he venido es que habido un impedimento,
 me llevaron detenido para hacer un declaramiento.
He robado, he mentido y he matado también el tiempo.
Y he buscado en lo prohibido por tener buenos alimentos.
             Y es que la realidad que necesito se ha ido detrás de ese culito,
que delante de mí se paró por fin
un día con una noche oscura y esperando por ver si saliera la luna.


ÉL
 Déjate querer, Dímelo otra vez.


ELLA
Un día con una noche oscura y esperando por ver si saliera la luna



Ayyyyyyyyyyyy ayyyyyyyyyyyyyyy ayyyyyyyyyyyyyyyyy

Si te vas…
Me quedo en esta calle sin salida, sin salida
Que este bar, está cansado ya de despedidas, de despedidas.


ELLA

   Quedate muy cercá de mí y así los dos, dulce madrugada.
Mírame, vuelve a sonreir que si no,
yo no comprendo nada.

Si te vas…
Me quedo en esta calle sin salida
sin salida
Que este bar, está cansado ya de despedidas
de despedidas



sábado, 18 de junio de 2011

Posesión

- Al final volví a caer. Pobre Miguel, soy lo peor. Es que fui a una fiesta, tomé algo...no había bebido mucho pero...que me lié. Y hoy he quedado con el otro, con el motero. Madre de dios, es el amante perfecto. Todo lo hace bien, me ha dejado alucinada. Porque el mexicano de la semana pasada no me terminó de convencer. Quitarse el preservativo en mitad del acto...tía, eso no se hace, me cortó todo el rollo. Lo malo es que Miguel viene este fin de semana, vamos a la playa. Joder, soy lo peor, soy una cerda. Pero es que cómo no me voy a quedar al motero de amante, si es que es ideal, es perfecto, es un gigoló, te lo juro (...).

 La oye hablar, envuelta en su excitación. Ménade poseída. La escucha ya sin oirla, no quiere saber más. Finge entrar a una clase y fuerza la despedida.

 Se queda pensando, curiosa, en cómo otros se enfrentan a los límites. En los lugares de los que extraen su propio placer. En cómo se encaran las consecuencias de sus acciones. En su amiga sólo hay lugar para la excitación y el falocentrismo. Ménade poseída que se entrega a los instintos. En su amiga no se libra la batalla que ella tiene en su interior. En su amiga no hayu lucha. Quizá la haya, otras vidas, ya se sabe.
 Ella ya lleva tiempo luchando contra sus partes feas, contra todo lo que escapa a su control. Su ángel contra su demonio. Las voces budistas lo llaman las perturbaciones mentales. Todo lo que no es Amor....es perturbación mental, dice la maestra. Y así entiende ella que es. Y son perturbaciones mentales el egoísmo, la ignorancia, los celos, el apego, la infidelidad, las conductas autodestructivas. A sabiendas de que no es una guerra fácil de ganar, ella no ha nacido para retirarse: Todo lo que no es Amor es sólo perturbación mental. Florencio Sevilla también lo escribió en aquella servilleta conquense: Amor omnia vincit.


 Mira a su amiga, ya de lejos. A veces quisiera ser ella y que la lucha cesase. A veces quisiera disfrutar  fuera del recto y angosto camino de la moralidad, que es ancho y soleado. A veces quisiera simplemente entregarse y ser Ménde poseída. Pero no nació para pertenecer al séquito de Dionisos sino al de Atenea Promacos.


Todo aquél que no lucha contra sus perturbaciones mentales es porque está poseído por ellas.

jueves, 16 de junio de 2011

Dopamina (es como...)




- Es ud adicta a la dopamina. Hace "eso" porque le da gustito, porque le hace generar dopamina, neurotransmisor responsable de la felicidad. En su caso, ud la obtiene en grandes dosis cuando transgrede los límites, suyos y de los demás. Y la dopamina...es mucho más fuerte que la heroína.
- Claro. Claro.
- Claro no, oscuro. Oscuro lo tiene. Si no aprende a vivir dentro de los límites vivirá con la sensación de que ud no dirige su vida, sino que ésta va y viene descontroladamente.











Ese "oscuro" le ha caído como un jarro de agua fría pero lo que Esteban le ha dicho es justo lo que a ella le sucede. Es esa sensación frecuente de tener algo dentro que, sin ser ella misma, es aún más poderoso y toma las decisones importantes de su vida antes de que a ella le dé tiempo a reaccionar. Es la impulsividad, es la huída descontrolada. Se imagina cómo será la dopamina y decide que lo primero que hará al llegar a casa, en cuanto el campo de trabajo budista se lo permita, será enchufar el portátil y buscarla en Google Imágenes. También se pregunta por qué Esteban la despide hasta la próxima semana, forzando incluso su agenda para darle una cita que no le corresponde, sin recetarle antes un botecito con la dichosa dopamina. En otras vidas ya aprendió que no hay pastillas mágicas pero se le olvida con demasiada frecuencia. Y llora.También reza. Pero llora más. Llora en el coche mientras Robe o Leiva cantan y se pregunta cómo pudo meter sus cosas en bolsas de basura y salir corriendo del Paraíso. Y llora aterrada recordando ese "oscuro" grave recitado por Esteban en la consulta, aedo de funestos presagios.

Su cerebro demanda ahora el preciado neurotransmisor, debe de ser, y ella mira el móvil. Quiere escribirle, desea llamar a la puerta, ahora o de madrugada. Qué importa: Lo desea, lo desea, lo desea. Se impone la interpretación de Richard Gere (otro budista, se le imagina haciendo genuflexiones a las 6:45 am) en Pretty Woman, la última escena. El galán a la conquista final de la dama, conquista-reconciliación tras sonada ruptura. Gere trepando por la escalera de incendios del apartamento de la Roberts. Una rosa roja entre los dientes. La Roberts, bragas en mano, cae rendida. Beso largo de película y perdices (que me perdonen los veganos). Nuestra adicta a la dopamina lleva esperando que le interpreten esta escena desde que vio la película. Y nada, nunca pasa. A veces se baja del tren y mira en los alrededores de la estación. O al salir de trabajar, al ir al médico, al acabar la clase de Pilates. Pero nada. Un día debió de cansarse de esperar lo que nunca pasa, no recuerda muy bien cuándo, y tomó ella misma el rol de galán que ahora se muere por interpretar. Arrancaría una flor del jardín, tal vez una orquídea, se la  prendería entre los incisivos caninos superiores e inferiores y partiría, ya sí, en busca de su Vivian particular. Porque la Roberts en Pretty Woman se llamaba Vivian.
 Pero en ese instante de ensueño,apenas un atisbo de lucidez le hace comprender que a él no tuvo por qué marcarle tanto esa película. Y se intenta agarrar a eso, a esa chispita de cordura. Esteban le dijo que no se preocupe, que la tiene, y que es eso lo que hay que alimentar. Y ella le echa de comer como con mucho miedo, como a los monos del culo rojo del Safari Park cuando era pequeña, no estando muy segura de si es bueno o malo del todo.
 Superado este  nuevo episodio de síndroma de abstinencia, debiera entonces irse a dormir tranquila, segura de que lo que hace es lo correcto, de que está en la buena senda, de que el sano juicio es sólo un sencillo hábito  a aprender. debiera pensar que lo que está haciendo será beneficioso para todos porque, en primer lugar, será beneficioso para ella. Oh Buda ayúdame a alcanzar el estado de Iluminación para poder ayudar a todos los seres sintientes, diría en Budismo, pero es lo mismo. El mismo fondo, distintas formas.

Entonces no entiende por qué lo único que desea es marcar los nueve dígitos que, sin saber cómo, ha acabado memorizando y preguntarle si sabe dónde se administra la terapia sustitutiva para la deshabituación de lo que él le daba.






* 7am: Lo hizo, contactó. Envió el sms. Se dejó llevar de nuevo. No obtuvo respuesta. De nuevo. Reza porque llegue Olvido y lo barra todo. Reza por alcanzar la vacuidad. A veces...simplemente reza.