viernes, 31 de diciembre de 2010

De la quijotización y otros transtornos

 Caminaba aprisa por el bosque, el sendero se abría ante sus ojos como se abren los senderos en las meditaciones guiadas mientras el humo del incienso inunda la sala. Nadie seguía sus pasos, sus pasos la seguían, a veces se perdían, sombra de Peter Pan.
 Los mojones se sucedían cada 500 metros, las flechas amarillas marcaban el camino a seguir. A veces en la vida somos fugitivos, decía el cura antes de que el humo del incienso inundase la nave central de la catedral. Santiago dejaba volar su Botafumeiro de izquierda a derecha. Diestra y siniestra. Pero, continuaba, los peregrinos saben -sabemos- de dónde partimos y hacia dónde vamos: De Dios venimos y a Dios vamos.

 Don Quijote, anclado al mundo de las ideas, contrasta fuertemente con el concupiscible Sancho. "Come, Sancho hijo, come, tú que no eres caballero andante y que naciste para comer". Sancho come, Quijote se echa al camino. Buscando aventuras, desfaciendo entuertos. Cometido mesiánico. Ignacio de Loyola peregrinó hasta Jerusalem, acabó fundando la Compañía de Jesús: Cometido mesiánico.

 Las pesadas botas avanzaban y a un paso le seguía otro. Ligeros todos. Sentía que su cuerpo andaba autónomo, disgregado de la verborreica mente. El cuerpo necesitaba el camino como la mente necesitaba parir ideas y asirse a ellas.
 Llenábanse de aire los pulmones, vaciábanse los pensamientos para volver a llenarse. No puedo evacuar el vientre (RAE) en estas condiciones, pensaba mientras sentía sus intentinos retorcerse. Toda la vida concentrada en las tripas mientras los pies avanzaban implacables. Escuchaba a sus conductos y se lamentaba de no poder satisfacerlos. Demasiadas caras desconocidas en los albergues, demasiados lugares desconocidos. Incapacidad trastornada para realizar o completar actividades básicas de eliminación. El cuerpo se desatiende cuanto más profundo es el enraizamiento al mundo inteligible. En el tiempo que Ignacio permaneció en Manresa no se corta las uñas ni el cabello.

 Ojalá no hubiera que cagar nunca. Sería compleamente libre. Podría viajar por todo el mundo, cruzar los confines planetarios, caminar de la mano de cualquiera. No tendría que esconder los lamentos de mi aparato excretor.
 Presa de su hipomanía, aún alcanzó a entender que ella no quería cagar nunca. Que quería ser de mentira.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La purga de mí

Contaba el peso de mis recuerdos esta mañana a mi buena amiga Julia y me habló de la espina del poema de Rosalía. Es como la espina del poema de Rosalía, dijo. Y entendí que quería curarme. Que no buscaba otra cosa que no fuera purgarme de mí misma. Al llegar a casa fui directa a la palabra del poema. Ahora...espero que surta efecto...


Tenía una vez un clavo
clavado en el corazón,
y ya no recuerdo si eral aquel clavo
de oro, de hierro o de amor.
Sólo sé de él que me hirió tan hondo,
que tanto me atormentó,
que día y noche sin cesar lloraba,
cual lloró Magdalena en la Pasión.
"Señor, que todo lo puedes
le pedí una vez a Dios-,
dame valor para arrancar de un golpe
clavo de tal condición."
Diómelo Dios, lo arranqué;
...¿quién lo dijera...? Hasta hoy
ya no sentí más tormentos
ni supe qué era el dolor;
sólo supe que algo me faltaba
donde el clavo faltó,
y aún sentí nostalgia, aún sentí nostalgia
de aquella pena... ¡buen Dios!
Este barro mortal que envuelve el alma,
¡quién lo entenderá, Señor...!
(Rosalía de Castro)

jueves, 16 de diciembre de 2010

La purga de David


HARD RAIN- Diamonds                                                           DAP



 "Victoria llevaba unas semanas más callada que de costumbre, un poco lánguida, parecía estar sufriendo. Durante una sesión me confesó que le gustaba un chico que se llamaba David, pero que había un gran problema.
"Es que es más alto que yo -me dijo- Pero...es que a mí me gusta...aunque sea más alto que yo...".
  Quería saber mi opinión. En principio la estatura no tendría que ser un impedimento para un amor así, tan esplándido como el que ella le profesa, aunque efectivamente, David es bastante más alto que Victoria..     Cuando Victoria esté en la universidad, esa diferencia de estatura no tendrá ninguna importancia. El problema es que ahora Victoria sólo tiene seis años y David ya tiene once.
Esa pequeña diferencia hace que David no haya reparado en la existencia de Victoria, pero ella no se resigna y sigue pensando en él noche y día.
  Victoria sueña con ser famosa algún día porque piensa que así David no tendrá más remedio que mirarla. Y entonces, si la mira, en cuanto la mire, ella sabe que él se enamorará locamente de ella y corresponderá a su pasión. Sólo hace falta que él sepa que ella existe.
  Corrían los tiempos de mayor furor de la primera edición de Operación Triunfo y Victoria me confesaba:
- Yo quiero ser famosa como Chenoa.
.¡Claro! -le decía yo-, además Chenoa tiene un novio que se llama David.
 Y las dos nos reímos de la "casualidad".
 En su intento por llegar a ser "famosa como Chenoa y tener un novio que se llame David", Victoria inventaba canciones de amor para su amado con letras como éstas: "...David, David, ven a mi casa y dame un beso, que yo te daré mi felicidad...", o "...David, mi corazón te espera. Ven a mi corazón, David, David".
  En la consulta, Victoria y yo jugábamos, entre otras cosas, a las cartas. Su abuela era una gran jugadora de cartas  y Victoria conocía muchos juegos que me enseñaba. Dominaba el vocabulario básico de "hacer tríos" y "hacer escaleras". Un día, Victoria propuso un nuevo juego:
-¡Vamos a hacer parejas!- dijo.
  Yo pensé que era otro de los juegos de la abuela, pero no, éste era de su propia cosecha y me lo explicó con cuidado:
- Se ponen todas las cartas boca abajo. Las rojas las colocamos a un lado, y de ahora en adelante serán las chicas. Y las negras van al otro lado y son los chicos. Las cartas rojas refunfuñan porque quieren conseguir novio, y van "a buscar novio" donde están las cartas negras. Y sacan, ¡sin mirar!,una de las cartas negras para "hacer parejas".
  El juego consistía en "hacer parejas"; en el sentido más literal del término. El número de cada carta representaba la edad de la chica o del chico. Empezamos a jugar. Íbamos "haciendo parejas" y las apartábamos:
- Una niña de cinco con un niño también de cinco...Esos dos deben estar en la misma clase -decía Victoria-. ¡¡¡Mira, una chica de siete se va a casar con un niño de dos!!!
  Entonces yo aprovechaba la ocasión para nombrar alguno de los problemas por los que Victoria había venido a mi consulta:
-¿Te imaginas que el chico de dos aún lleve chupete o se haga pis en la cama?
  Y las dos nos reíamos...
  Así seguimos un rato haciendo un montón de "parejas" inútiles. ¡Hasta que, por fin, un seis de DIAMANTES eligió una "J" de tréboles! Victoria sonrió, me miró con los ojos entornados, casi en blanco, suspiró...y confirmó:
-¿Ves?¡Una chica de seis años con un niño de once!
  Se levantó dando saltitos y gritando:
-¡Yo lo sabía!¡David va a ser mi novio!¡David es mi novio!¡David es mi novio!
  Victoria tiene solo seis años y ya apunta maneras. No me parece que esta "lectura de cartas" sea muy distinta de aquella por la que pagan tantas mujeres a una "bruja". El azar lleva a un rey junto a una reina, un arcano mayor junto a otro, y la suerte está echada: el destino está escrito y así -como gracias al juego de "hacer parejas" Victoria y David ya son novios-, una mujer descubre, por el azar de una carta que se desliza en el momento justo, que ella será eternamente feliz, junto a su rey de corazones.
  Convicciones como éstas permiten a los humanos evadir -unos más, otros menos- el yugo de la realidad. ¿Qué importa si un hombre nos ignora, como ignora David que Victoria existe? La verdad se esconde entre esas cartulinas de colores frágiles y gastadas por el peso del destino. Las cartas tienen la razón: el rey de corazones será nuestro".

Mujeres malqueridas, Mariela Michelena

lunes, 13 de diciembre de 2010

La purga de mí


Creep- RADIOHEAD DAP


Ya estoy huyendo otra vez...
Me pregunto si alguna vez lograré escapar de mí misma...

domingo, 12 de diciembre de 2010

La purga de Juanqui

Soñar anoche contigo fue una señal más que suficiente. En el sueño, entrabas en mi cama buscando cobijo, te escondías, quizá de tu entorno, beso furtivo y en mí, solo el deseo de que desaparecieras de ahí y de que nadie te descubriera. En la realidad, ha sido clave más que suficiente para saber que te había llegado la hora de la purga.
Fuiste el primero de una larga serie que vendría después. Yo tenía 11 años y tú 18, caí fulminada. Es él, es él. Ahora veo que es lo de siempre. No lo entendí entonces, con mis pantalones cortos y mi media coleta en lo alto de la cabeza. Tenía 11 años. Él venía a nuestro encuentro, más bien al del novio de mi tía, su amigo; mi presencia allí aquel dia era circunstancial. Él venía a nuestro encuentro agachado entre los coches, calle Caunedo, el mismo macarra que nunca dejaste de ser. Yo caí fulminada, como la mosca en la que a menudo me convierto ante determinados macarras.
A esa tarde le siguieron 7 años completos de de amor cortés. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Empecé a sentirme cómoda en el vasallaje, supongo, en las relaciones desiguales, en la adoración del dios de madera. Algún día os contaré cómo, esto también, venía de atrás. Repetimos constantemente las mismas cosas. "¡Soraya! -grita Quico- ¿2+2?4, ¿2+2?4,¿2+2?4, ¿2+2?4. Y así seguirá siendo mientras no cambies alguno de los elementos". Y yo me entierro en el 4 e intento adaptar mi forma a sus picudos lados. Era época de escritos, fue con Florencio con quien dejé de escribir pero contigo aún golpeaba las teclas de aquella vieja máquina de escribir de color verde mar que quedaba encerrada en un maletín cada vez que todo acababa. "La maté porque era suyo", se llamaba el relato. Aún lo conservo. Las letras han dejado un surco imborrable en el papel. Las correcciones de mi profesora de lengua, María, rojas, permanecen también. A ti te encantó la idea de que una niña te escribiese aunque para eso Marta tuviera que morir. Y yo, desde tan temprano alimentando la despiadada maquinaria de los celos de Campanilla, la celosa máquina de la destrucción de quienes habitamos Neverland o el filofóbico país de Nunca Jamás..
¿Recuerdas la mañana de las alitas? En ese bar de Ascao, alitas de aperitivo. Alitas de pollo. Tú las devorabas y yo te miraba como el creyente que contempla a Dios diciendo "Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase la tierra seca:" y fue así.Y llamó Dios al suelo seco Tierra; y a la reunión de las aguas llamó Mares: y vio Dios que era bueno. Y en esa tierra creada por el Altísimo, de pronto, yo que (me, dativo ético) veo cómo sacas de tu boca uno de esos huesos, alita devorada, con forma de "Y", antigua y griega y hoy llamada ye por los Académicos que limpian, fijan y dan esplendor, lo cojo del cenicero (sin pudor ni pereza) y me voy corriendo al baño para lavarlo ante la atónita mirada de todos los allí presentes. Querría hacerme un collar o tal vez un rosario. Otra cuenta más a mi relicario y la veda de las plegarias, abierta. Así pasa el tiempo en la vida de los ateos condenados al rezo. Primer episodio de todos aquéllos en que envilezco a la protagonista de mi novela, significativo por el simbolismo de la carne roída/raída, significativo por ser el primero de otros que seguirán.



Los 7 años de platonismo acabaron, alcanzada mi mayoría de edad y como si de un espejo roto se tratase, la tarde que nos encontramos en el parque. El parque de los mosquitos no volvió a ser lo que era. Ascao fue tomado por la inmigración ecuatoriana y a nosotros nos pasó mucho el tiempo por encima. Aquella noche de parque y verano tú cumplías 25 años y yo, mayor de edad, mantuve contigo mi primera relación sexual. Siempre pasa lo que tiene que pasar.
No olvidamos el resto: El descubrimiento de mi padre del episodio, su sangre de antepasados moriscos bulléndole en venas y arterias, la inevitable afrenta de Corpes. De nuevo mi vida reducida a mito, si no magnificada. De nuevo mi vida sólo vivida para poder ser, antes o después, contada. Como ahora la cuento. Pero hay que escoger, me advierte Sartre , o vivir o contar. Y yo vivo para contarlo.

Nunca te gustó mi cómoda vida de mosquita muerta con la cantidad de miserias que arrastrabas. La madre vilipendiada, la abuela dominatrix, el padre ahorcado, la desesperación tatuada en los ojos. Te pesaba tanto la vida que dos o tres citas fueron suficientes para devolverme ese peso en mal trato. Y yo, fulminada, como la mosca en la que a menudo me convierto ante determinados macarras.

No sé cómo fue que desapareciste. No de mi vida, que nunca habías estado, sino de mi cabeza. Desapareciste. Alabado sea el Señor. Tanto tiempo habías anidado en el más sucio rincón de mi negra psique y ya no estabas. Nunca más volviste. Te (mal)casaste, tuviste un hijo y hace un par de años volviste a aparecer, pasados ocho años, en la sala de musculación del gimnasio del que yo también era socia. Bastaron un par de conversaciones y una tarde de piscina para que me pidieras una válvula de escape a tu fallido matrimonio, una cana aireada que no cambiara el rumbo de las cosas. De nuevo la vida me ponía ante los ojos la bandeja de la otra. En esta ocasión rehusé, alabado sea el Señor, y te contesté con una canción de Alejandro Sanz.




Te lo agradezco pero no- Alejandro Sanz y Shakira DAP


Yo ya logré dejarte aparte. Ahora no necesito más de ti. Y ahora vete, vete en paz.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La purga de los hermanos García


ANIKUNI DAP


No tenía muy claro que fueses el siguiente hasta que anoche te conectaste y me enviaste una foto. Tantos años después. Entonces, al mirarte y reconocer lo que de ti tienen los demás, supe que bien empezada estaba la purga de los hermanos García.¿Fuiste scout? /No, ¿por qué? Ya me lo has preguntado dos veces. Ahora entiendo, ahora entiendo las preguntas de mi sub-consciencia. Sub-terráneas. Sub-desarrollo emocional el mío.
La primera vez que Julia te describió yo no había cumplido los 16 años, tampoco ella, y Eros me atravesó con el oro de la punta de su flecha traviesa. Así de intensa fui siempre. ¿Y cómo tiene los ojos?, imploraba yo -que no preguntaba- con los pulmones muertos de amor, exhalando ansia y deseo, a partes iguales, ante los atónitos ojos de mi amiga. Ella siempre hizo de Sancho, a mí la locura. "Ridonditos", respondió.
Después vino el falso concierto urdido por mis buenas manos de tejedora y nos conocimos una tarde de invierno (las tades, en invierno, se disfrazan de noche prematuramente) en el metro de Gregorio Marañón. Mi primera vez en ese metro, tan joven y tan atravesada por la punta de oro de la flecha traviesa del travieso Eros, Buenas Noches Rose en mi discman y tú con tantas ganas de tocar...la batería, como yo de confesarte
que era todo un engaño.
 No me bastó una tarde y al poco ya era miembro del grupo Scout del que tú formabas parte. Me agarré a lo que pude, suicida arrepentida. Por año de nacimiento quien estaba en mi grupo era tu hermano. Y otra media docena de chicos más. A lo largo de la vida  me ha tocado en muchas ocasiones ya, demasiadas para ser casual, personificar a la única mujer de un grupo de hombres. Me hago hombre entonces, sin perder la forma femenina y encarno al niño Guillermo que mis padres esperaban hasta que yo nací, doble vuelta de cordón, a los 10 meses de gestación. De nuevo, suicida arrepentida.

Sólo mantuvimos un lazo miserable de apadrinamiento scout miserable. Yo no necesitaba ni quería eso de ti. Paseabas por aquellos tiempos con una niña gorda, estúpida y rubia que dio origen a mi leyenda Neverland, del País de Nunca Jamás, con el triángulo Peter P.- Wendy- Campanilla que tantos años me acompañó, que me dio nombre en hotmail, que me permitió, a fin de cuentas, empezar a odiarte. Perdida toda esperanza, eso pasó a ser lo que necesitaba de ti. El odio, hermanos, que todo lo cura.



El curso scout trajo un campamento de verano: De A Coruña a Oviedo andando. A mi lado caminaba la media docena de niños perdidos, los Niños Perdidos de Neverland, ya sabemos, del Eterno País de Nunca Jamás. Tú te quedaste con la imbécil de Wendolín. Yo acaricié a tu hermano una noche. Apenas dos minutos. Paré para dejar que me acariciara él. Y a la mañana siguiente, ya fuera del saco, la tienda y el cámping, entendí -sin saber nada- del sórdido juego de los vacíos y las perversiones. Sabe Dios que tu hermano y yo man-tenemos un lazo que el paso del tiempo no corta y que es mucho más fuerte del que alguna vez me inventé para contigo, pero esa es otra historia que no quiero hoy contar. Será quizá que sólo quiero despedirme de ti. Será quizá que tu hermano es mucho más que mito, es mi carne y mi alma. Así de intensa fui siempre.
Ese verano, debo de estar hablando del mismo verano aunque no estoy segura, el tiempo difumina los recuerdos, me metí en tu cama. De nuevo tejí otro falso capítulo y esta vez, abalada por mis buenas notas, me disfracé y ofrecí de profesora particular. Cada mañana llegaba a tu casa, tú te despertabas y empezábamos. Recuerdo el olor de tu casa, la fuerte luz del sol de agosto contenido tras las persianas bajadas,asoleadas, asoladoras. Recuerdo el olor de tu casa, que no el tuyo. Quiero asegurarme que era a ti a quien daba mis clases y no a tu hermano pero no estoy segura. Es el precio a pagar por quienes jugamos, alguna vez, al sórdido juego de los vacíos y las perversiones. En ocasiones, doble o nada.

Pasaron muchos años. Años después me has deseado insistentemente. Te parecía que me hice mayor con arte: Como el buen vino, repetías. Pero yo ya no tenía ganas. No me quedaba ni rastro de la cicatriz que alguna vez dejara en mí el oro de la punta de la flecha traviesa del travieso niño Cupido. Ni rastro. Luego ya te dije adiós y las cuentas quedaron echadas. O eso pensaba yo hasta que la semana pasada me despertó la voz de Carlo, voz pacificadora: No, nunca fui scout¿por qué? Ya me lo has preguntado dos veces. Le sonreí mientras me sonreía y ayer, al ver su cara en tu foto, entendí que no somos libres, que nunca somos libres del todo, a pesar de la infinitud de oportunidades con las que contamos. Quise entristecerme como desde lejos, solo como desde lejos. Pero no llegué a sentirlo. Me despertó la voz graciosa del señor García Márquez:  Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra. Se me llenó de alegría el pecho y cerré el libro de un manotazo, la mesilla llena de ganas de volver a empezar, la luz encendida, que te vea yo la cara que pones.
No era hora de apagar la luz para dormir, no había otros quehaceres que hacer. Simplemente era el final del libro. El profundo sueño de Carlo llenaba la habitación. Sonreí con los ojos cerrados.

Alfredo, puedes ir, ahora, en paz.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La purga de Florencio


Algo contigo- Los Panchos                                                         DAP




Ni como catedrático ni como borracho
Decía en mi sueño, la voz, etílica y viciosa. Se preguntan los agnósticos si puede o no ser etílica una voz. Yo me hago cada vez más pequeña, escondida en la butaca de antelina roja del recinto de espectáculos sin identificar de mis sueños. Porque esto es un sueño y soñada fue la historia que yo me permití tener con usted aquel primero de carrera, mítico para tantos, soñado para mí.

Huí de usted con la misma intensidad con la que, incomprensiblemente, la ley de la atracción me conducía a su encuentro. Ya hoy, tanto enseñan dos lustros, no me parece incomprensible, luego lo comprendo. Era lo que decía, era como lo decía. Desde la primera clase. ¿Recuerda esa primera clase  en la que  asesinó el deseo de escribir de tantos? Somos(seremos) filólogos: No venimos a sentir la poesía, venimos a destriparla. Y mi yo literario huyó y mi yo destripador, me destripó. Cómo pasa el tiempo, maestro. Sigo conservando en la bandeja de salida de mi correo electrónico una carta -porque es carta y no e-mail- que tantas veces intenté hacerle llegar, que me pregunto si alguno de esos intentos no dejó de ser fallido.

Para el recuerdo dejo los peldaños de la escala que usa Calixto,la estructura de La Lozana, un exmen de septiembre que rozó los límites de la moralidad, el eterno juego de los límites que, en las relaciones interpersonales, propicia el ejercicio docente. Recordará el ramo de margaritas en el despacho, la petición de perdón inocente. Me pregunto ahora dónde estaba mi inocencia en esos tiempos...demasiada cerveza, demasiado Prozac.
Tantos años rehuyéndole sin mayor deseo que encontrarle. En Cuenca le tuve tan cerca que me fui todavía más lejos. Siempre acababa corriendo y a mi cabeza venía la voz de Garcilaso, sí, yo oía a Garcilaso diciéndome A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban...Yo siempre presa en el mito, mitificada, mitificando.

Le creí real, amor platónico, y fue usted solo un grandísimo amor de Platón, como su propio nombre (lo) indica. En los últimos años de carrera, de las carreras de antes del Plan de Bolonia, pasó usted a ser pensamiento para esas largas siestas que aletargan los inviernos. Y ahí quedó usted relegado.Su huella. Después, poco a poco, lenta y paulatinamente, acabó por difuminarse. La pincelada cada vez más suelta, retrato impresionista Le confieso que algunas veces rastreo su huella en la web. Y me acerco hasta que comprendo , porque dos lustros después ya comprendo, que si esa huella comenzara a acercarse y a hacerse nítida, sería señal de salida suficiente para que yo comenzase mi carrera, de velocidad y de fondo, eterna carrera de ninfa.

A veces en el ejercicio docente, quedamos atrapados en el juego del ratón y el gato. Ahora comprendo.

Caballero de la triste figura, puede usted ir en paz.

Things pass, and the best we can do is to let them really go away. Las cosas pasan y lo mejor que podemos hacer es permitirlo, dejarlas ir.


lunes, 29 de noviembre de 2010

La purga de Mateo


Misstress Barbara - Dance me to the end of love DAP




Dejaba de fumar el día en que nos citamos, una talla pequeña que pronto perdería. Otra vez. Otra cita, otro intento. Algo nuevo que hacer con mi inquieta mandíbula. Eras grande y del norte, pasaporte directo a mi corazón. Nos citamos en María de Molina, ya sólo me quedaban dos de las cuatro muelas del juicio. La vida tiene cosas así. Anduvimos sin pausa, horas, tomamos algo. Y mi deseo de fumar, acrecentado con el tuyo que te sumaste al reto (motu proprio), no cesó hasta que nos besamos en aquel banco de madera orinada a la salida de Avenida de América, junto a la parada de taxis. Era septiembre.
Recuerdo tu casa en Nuevos Ministerios, tus dos compañeros, los tupper de tu madre cargaditos de productos cántabros, mis ensaladas de pasta. Los bollitos de la Pantera Rosa que te compraba para merendar. Mi eterno deseo de dar de merendar a los chicos con los que salgo. Recuerdo los cafés en Orense, mi bautismo como "miss" que -como aquél que dice- acabo de abandonar,tus camisetas a medio doblar en el armario, la vez que fui a buscarte a la oficina. Arturo Soria. Castellana abajo, dejando a un lado el Santiago Bernabéu. Cuánto me gustaba verme a tu lado, minifalda vaquera talla 36, botas altas.
No he querido olvidar mis negativas a dormir en tu cama, a que pagaras mi taxi con cargo a tu empresa, mis complejos de inferioridad, tus eyaculaciones precoces. No he olvidado tampoco nuestra falta de compenetración en todo lo demás. Tu mal intento de dejar de fumar sólo porque lo hacía yo, tu sentimiento de culpa en cada resaca, tus ganas de desfase, que se te rompían cada vez que me mirabas darle vueltas al poleo-menta que enfriaba las tardes de domingos que iba a visitarte. Tus ojos (poli)intoxicados suplicando un espejo menos virtuoso en el que reflejarse.

Recuerdo con especial viveza la última vez que me acompañaste a la parada del autobús. Supe que se acababa de romper todo. No hubiera funcionado de ninguna de las maneras pero yo estaba tan cansada ese año de decir adiós que me vine abajo. Me deshice bajo la lluvia, otra vez Arturo Soria, mientras me preguntaba cuántas veces más tendría que seguir despidiéndome y me sentí tan sola, tan pequeña y tan abandonada que aún no logro explicarme como aquella noche logré regresar a casa.

Sigo sabiendo de ti, sé que retomaste la carrera. Sigues en la misma casa, los mismos compañeros, la misma música, las mismas piernas de futbolista, idénticos ojos trasnochados. Aunque haga más de cuatro años que no te los vea. Te fuiste al poco de que yo tomara el último autobús en tu vida. Te fuiste sin tormento como sin tormento habías llegado.

Y ahora, Mateo,yo te bendigo y te dejo ir en paz.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La purga de Nacho

Before a new chapter is begun, the old one has to be finished´

Encontré ayer en el facebook de Paulo Coelho esta frase. Antes de empezar un capítulo ha de terminarse el viejo. Y me fui directa a mi recién adquirida idea de la purga, que también data de ayer. Porque las ideas se adquieren como se adquieren los bienes de consumo; del mismo modo se consumen, se agotan, se intercambian. Fagocitas las ideas de los demás y parece que las sintieras tuyas, me disjiste esta mañana. Y seguí comprendiendo más acerca de la psicosis del camaleón, de este mi engullir y vomitar voraz, del vivir para narrarlo.
Pensaba comenzar este proceso de limpiza en orden riguroso, desde el primero al último de todos. Pero esta mañana me cruzó la idea de que no tendría necesariamente por qué apetecerme hacerlo de este modo, y podría entonces darse el caso de que prefiriera  hablar del penúltimo cuando le tocara al tercero ,o del primero cuando ya fuera acabando mi listado. Entonces he dejado hablar al vago mundo, como acostumbro, y él, a través de música se ha manifestado, como a su vez acostumbra.



Planeta Imaginario (sintonía completa) -                                      DAP


No es una sintonía habitual en la radio.No cabía duda. Se me hablaba de Nacho y de Nacho os hablo.

Me crucé con Nacho el Día de la Bestia (6/6/6) y por eso siempre pensamos que nuestro encuentro no podía ser simplemente casual. Yo acababa de salvar, una vez más, esa eterna relación de la que siempre quería marcharme y de la que nunca lograba escapar. Esa relación a la que cada vez que le lanzaba otro torpe salvavidas, lamentaba mi mala suerte, mientras asistía a su reanimación.
En Nacho vi una perfecta oportunidad de perder la cabeza y escapar de mi condena. Sus correos, de remitente "q b", llegaban a mi bandeja como el agua a la maceta olvidada. Necesitaba escapar de mi mala suerte y vi en él la nube de lluvia.  Afortunadamente no fue necesario, una invitación a Estambul puso tierra de por medio. A la vuelta, inesperada y milagrosamente, por fin el fin llegó por la otra parte, hablaré de aquella cobardía en otro capítulo.

Sé que recuerdas la pronta cita, mi retraso para llegar, la calurosa noche de principios de julio. El edificio era antiguo, grande el portal. Mi primera vez en las Islas Filipinas y no recordé a Felipe II en toda la noche. Me senté en tu sofá tímidamente y fingí estar cómoda todas las horas que allí pasamos, tú hablando y yo escuchando. Hablaste tanto…nunca he olvidado los temas, el conflicto vasco y el Imperio Romano. Y yo solo pensaba morituri te salutant, tal era el grado de ansiedad que me causaba no poder fumar en tu salón y, es más, ser consciente de que no podría volver a encender un cigarrillo hasta que no cruzase de nuevo tu portal a la mañana siguiente al hacerse de día. Tenías el mismo miedo que yo. Sólo que yo pensaba en nicotina y tú hablabas de historia. Hablaste tanto y tan atropelladamente que pronto empezó a salir por tu boca un pestilente aliento de orador desfasado. Para ese momento yo ya había maldecido la hora en que decidí pasar la noche con un extraño como tú y mi única misión era ya que el tiempo pasase lo más rápidamente que fuera posible. Te rogué que nos acostásemos, recordarás el estreno de un pijama de raso negro más recatado que la piel que ocultaba. Juntaste las dos camas nido de tu cuarto, tu novia estaba en Toledo, me cedías el sitio. Apagaste la luz y yo sentí que nunca había deseado tan poco a alguien y te recordé, desde la oscuridad del cuarto, paliducho, feo, repelente y aburrido. Y de pronto una de tus vértebras entró en acción. Ya me habías hablado de su deformidad pero me invitaste a palparla, tan médico como siempre. Al acercar mi dedo a tu espalda cambió el curso de las cosas. Eureka. Algo así como lo que tuvo que sentir Newton al ver caer la manzana o Copérnico en uno de los giros solares de sus atardeceres mediterráneos. Algo así como ser conscientes de pronto de que la razón por la que fuimos engendrados y alumbrados en este mundo, acaba de materializarse ante nuestros ojos.
A ese roce le siguieron otros. Aquel verano me sabe a abrazos sin ropa, a natillas de vainilla en el salón de tu estudio, a sexo oral en tus labios, a albaricoques en el metro, a profundo enamoramiento, a ganas de morir dentro de tus brazos. Aún recordarás cuando metía la cara en tu axila y me quedaba a oler el mar. Sabe dios que hubiera deseado morir allí.

Después, o más bien durante, vinieron también las cosas feas, todas sucedieron al mismo tiempo pero yo ahora siento la necesidad de diseccionar. El escrúpulo con el que buscabas mis restos orgánicos por tus sábanas, temeroso de que tu mujer descubriera tu falta de honradez. “Riesgos, cero”. Tu enfado aquella única vez que te escribí sin que me hubieras autorizado a hacerlo. La pusilanimidad que mostrabas atrapado, como estabas, en una relación de la que eras marioneta.

Nos fuimos alejando. Durante años seguimos escribiéndonos, siempre clandestinamente. Yo aceptaba las reglas del juego y me repetía en tu tarareo si alguna vez amé, si algún día después de amar, amé, fue por tu amor…y me sentía agradecida, tremendamente agradecida por la noche en que, partida perdida, me atreví a tocarte la espalda. Y a veces, caminando por cualquier lugar, olía un perfume como el tuyo y me clavaba de rodillas en el suelo a llorarte. Sé que viviste lo mismo en bastantes ocasiones, me consta, en el metro, en la consulta,  seguramente sin la puntilla de drama final que yo gustaba de añadir, escena almodovariana.
El último encuentro nunca tuvo que haber tenido lugar. No hizo sino traer tempestad a lo que de mitológico a nuestra historia le quedaba. A ti debió de parecerte menos grotesco que a mí. A los meses me hacías saber que por fin eras un hombre libre. A mí ya no me importabas nada. Yo no era la misma, mi cuerpo no era el mismo, tú no me hacías sentir lo mismo. Te ignoré cruelmente intentando que sintieras aunque fuera un gramo de la indiferencia a la que tú me habías sometido tantas veces en tus largos períodos de casado. Pero a ti te bastó un sincero intercambio de correos para retirarte. Y te retiraste para siempre. Han pasado ya muchos años y quizá sepas que alguna vez intenté contactar contigo, la última hace un año. Te diría que solo buscaba saber por qué caminos te llevaba la vida y, sin embargo, soy capaz de reconocerte que nada ansiaba más que el recuperar en mis manos el perdido calor de tu columna en su zona lumbar. Te he buscado después en tantos otros médicos, en tantas especialidades...y no estabas en ninguna de ellas.

He creído durante mucho tiempo que tu papel en mi función sería el de Amor por los siglos de los siglos, amén, sin otro argumento que el de que fuiste el primero que una vez me amó. La idealización que de ti queda en mi imaginario está tan difuminada que, tal vez, paulatinamente, vaya quedando menos huella tuya en mis sentidos. Desaparecido de mi tacto hace ya tanto, borrado de  la vista, perdidos el gusto y el olfato de tu esencia, quizás en el suspiro que hoy me aulló en el pecho con las notas de la sintonía del Planeta Imaginario asaltando mi cordura, digo solo quizás, hayas decidido abandonarme del todo, hoy, para siempre.
Nacho, puedes ir en paz.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Desatascando (y cada día un poco más)


Adiós abanico, llegó el aire - Extremoduro



Subieron a purgar el radiador, como  hacen cada invierno. Si no, no calienta o calienta a medias, que viene a ser lo mismo. Apenas tardaron un par de minutos. Aflojaron una tuerca que dio paso al lento goteo de agua sucia. Yo veía caer las gotas sobre el plato de plástico que aquellos hombres traían y me preguntaba de dónde provenía la suciedad de mi mente, cómo se había acumulado allí y, lo que es más importante, quiénes vendrían a purgármela. Entendí pronto que sólo la tercera duda era importante y que nadie acudiría a mi llamada. Sin embargo el invierno había llegado y yo deseaba mis calefactores trabajando al máximo rendimiento. Pretendía, por qué no decirlo,  un ambiente lo más agradable posible en esta nueva etapa.

- Ya está, señora. Quite todos esos libros que tiene puestos sobre el radiador, que no es una estantería y verá qué pronto nota la diferencia. Disfrútelo y tenga un buen día.

Los jóvenes me sacaron de mi ensimismamiento. Les di la propina mientras les acompañaba a la puerta y me terminé de convencer de la necesidad de una purga. Me interesa la sexta acepción: Sacar el aire u otro fluido en un circuito de un aparato o máquina para su buen funcionamiento. Era cierto que a mi vida habían venido nuevos aires. Urgía limpiar, consecuentemente, los antiguos residuos para que estos recién llegados -ahora sí- materiales nobles, fluyesen fácilmente.

Será una limpieza por entregas, tanto he vivido. Cada capítulo supondrá un peldaño más, un ladrillo menos, por decirlo de algún modo.

Ya se había deshecho del abanico, obsoleto en sí mismo, cuando el calor comenzó a inundar la estancia.

viernes, 26 de noviembre de 2010

A dios


G.Mahler: Symphony No. 2 in Do menor "Resurrección"




Muy virtuoso señor:

Hoy quiero hablarte, de nuevo, de resurrección. De la liberación a la que nos acercan ciertos adioses. De mi miedo a las despedidas. De la superación de los miedos. De la liberación que trae consigo. De las inevitables corrientes de los cauces de los ríos, que corren y descienden, sí, inevitables, hasta el mar. Pero uno no puede haber estado preso  si no hubo una cárcel previamente. Sin cuerpo no hay delito, corpus delicti, se sobrentiende, y yo no quiero culpar a otros de mis cautiverios. La mayor parte de las veces somos cautivos de nuestras propias pasiones; siempre esclavizados por el ego. Pienso de pronto: Cárcel de amor, Diego de San Pedro. Año de publicación de la obra, 1492, comienzo, "muy virtuoso señor". Abro al azar el libro desde la web virtual del Instituto Cervantes y aparezco en el capítulo "Prueba por ejemplos la bondad de las mujeres". De nuevo dejo al azar, sin fijarme en las letras, que elija párrafo.

Penélope fue mujer de Ulises, e ido él a la guerra troyana, siendo los mancebos de Ítaca aquejados de su hermosura, pidiéronla muchos de ellos en casamiento; y deseosa de guardar castidad a su marido, para defenderse de ellos dijo que la dejasen cumplir una tela, como acostumbraban las señoras de aquel tiempo esperando a sus maridos, y que luego haría lo que le pedían. Y como le fuese otorgado, con astucia sutil lo que tejía de día deshacía de noche, en cuya labor pasaron veinte años, después de los cuales venido Ulises, viejo, solo, destruido, así lo recibió la casta dueña como si viniera en fortuna de prosperidad.


Me maravillo. La bondad de las mujeres ante los hombres que la Historia eligió para ellas. Todas, sin excepción, mujeres mal queridas. El azar me trae al matrimonio de Ítica, otra vez.Yo nunca anduve cerca de este mito, ahora puedo ver Verdad, yo no he vivido sino entre tinieblas los últimos años. He habitado la demencia, querida demencia. Muy virtuoso señor.Ahora me despido, estoy en condiciones de hacerlo. Me despido no sólo de Ulises y de Penélope, sino también de la falta de espacios, de los pasillos angostos, del exceso de dióxido de carbono, de las camas de hospital. Me despido de la cobardía que me llevó al cobarde, del temor que me condujo al atemorizado, de la enfermedad que me postró ante enfermo. Me despido de mi pulsión de muerte. Freud, llévatela.Ya no la necesito.

No miento si confieso que buscaba degollarte el día en que rajé mis blancas carnes. Si fue solo símbolo de mi maldad, fue símbolo sangrante. Ya es suficiente: Expiada soy.

He estado ahí, en el indeterminado vacío de la maldad,tanto tiempo condenada, que pensé que nunca regresaría. Intenté escapar tantas veces, todas sin éxito, que ya pasó tiempo desde que me había dejado abandonado a mi suerte, como la mal querida Ariadna en la isla de Naxos. Más mito, mito que todo lo explica y destripa.

Me paro en seco. No siento en la nuca el aliento del dragón de ojos azules que es el miedo. Me doy la vuelta y veo el lugar vacío, rotos los barrotes. Me maravillo.
Adiós. Adiós para siempre, muy virtuoso señor.



domingo, 21 de noviembre de 2010

Cuento para (no) dormir


Cortometraje "El sueño del caracol"(Schneckentraum)
Dirigido por Iván Sáinz-Pardo DAP



Cuando era pequeña mis padres me suscribieron a una editorial que cada mes me enviaba un cuento por correo postal. Recuerdo la ilusión que me poseía al ver la carta sobre mi cama, al volver del colegio por la tarde, una tarde al mes. Mi ilusión desempaquetando, que nunca me ha permitido amar a las postales y que ,a día de hoy,todavía me acompaña. Mi ilusión leyendo. Un día amanecí dejando de ser niña y la colección de cuentos cambió por una revista de reportajes variados y cultura general, que me acompañaría hasta que me aburrí de ella y di el salto a los magacines de moda, retoque, pelos oxigenados y tallas de niña. De nuevo a la niñez, ya tan lejos de ella.
Continuemos, por favor, en el mundo de los cuentos. Leo-Leo se llamaba la colección, Leo-Leo se llama. Tenía por mascota un lápiz con ojos y boca y manos y pies, todo azul, que te animaba a tomar parte activa de la lectura, realizando los juegos que incluía tras la misma.
Me acuerdo hoy de uno de esos cuentos: Miga de pan. El perfil de una mujer vestida de verde corría en la portada. Camiseta y falda acampanada a la altura de la rodilla. Zapato de salón de tacón de 4cm., como una Infanta. Melena rizada, quizá sólo ondas, a la altura de los hombros y color castaño. Siempre colgada a la espalda, una gran cartera. Miga de pan un día va a la panadería a comprar y cae (porque ella no "queda", directamente "cae" para ya no levantarse) enamoradísima del tendero. Flechazo, como el de la joven del café alemán. Según sale por la puerta del establecimiento, se da cuenta de que quiere volver a entrar, de que querrá volver a entrar cada día de su vida durante el resto de los años que le queden porque está perdidamente enamorada. Y caída, aunque ella no sea aún muy consciente. Así, acude al día siguiente y al otro y al otro. Algunos días compra solo pan, otros días bolletes, colines, algún dulce. Empieza poco a poco a comprar  tanto que es más, mucho más, de lo que puede llegar a consumir. No le queda otro remedio que empezar a almacenar las compras por toda la casa. Al principio son las alacenas, después los armarios. Según pasan las semanas, ocupa ya cada uno de los rincones de cada habitación de la casa. Y sigue acudiendo cada mañana a su cita con el Amor. Y cada tarde. Hay días en que incluso se acerca, también, justo antes de que cierren -de que cierre- para sentir el frescor de sus dedos al darle las vueltas, tantas horas ya apagado el horno que trabaja a destajo desde las cuatro de la madrugada para continuar llenando de masa el hogar de la protagonista.
Pronto las primeras barras compradas , pistolas en el Madrid más castizo, empiezan a ser habitadas por el moho. La cara más mortecina de la vida se va extendiendo por la esponjosidad blancuzca de la levadura hasta acabar tiñendo en tonos azulados, verdosos y violáceos las alacenas, armarios y rincones de nuestra infanta.
Según el pan se va pudriendo, comienza a entender la joven cuánto su locura le ha hecho perder. En tiempo, espacio, dinero y cordura.

Viendo hoy el sueño del caracol que encabeza este recuerdo de sobremesa de domingo, me ha parecido adecuado continuar con la idea de vacío con la que amanecí. Porque cada uno llena su vacío como quiere, como puede. Lo único que parece ahora importante es dejar hecho, dejar que se haga, lo que en ningún caso debería esperar a hacerse otro día. Así que, sí, espérame a dormir.


Empty, vacuum, space, gap...


"Heavy Rain" (30´)                                                                                   DAP



Vacío. Verbo.Yo vacío, tú vacías, él vacía (to empty). Vacío. Adjetivo. Empty, deserted. Vacío. Sustantivo masculino. Vacuum (envasado al vacío). Space (miraba al vacío). Gap (dejó un vacío en su vida. hueco).


¿Has olido alguna vez el vacío? ¿Te inundó su pestilente olor a cieno la nariz las tardes de domingo que no quisiste siquiera respirar?¿Lo sentiste posarse sobre tu piel?¿Sentiste el desagradable tacto del velcro de plomo sobre la delicada seda importada, arañando la suavidad de los colores?¿A qué te supo? ?Te hizo vomitar?¿Te ensordeció su cruel chirriar monótono y sádico?¿Tuviste que taparte los oídos y suplicar de rodillas que parase?

¿De qué tienes miedo? Cállate. Ahora cállate. Es hora de que te calles y sientas tu vacío como si fueran latigazos romanos. Once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete...De cuántas maneras has intentado llenarlo, llenarte. A cuántas mujeres vacías te agarraste, hasta despedazar sus carnes, a cuántos hombres. Cuántos amigos inventas. Cuántas palabras pintas en los muros. Cuánta desesperanza. Cuánto miedo.



La lluvía no cesaba. Una década ya se les antojaba mucho tiempo pero el pueblo se había acostumbrado al perpetuo tintineo, a las espirales de agua en las aceras, a la espuma blanca, a los huesos calados. La niña miraba sus escombros con curiosidad, molesta e indiferente a partes iguales, con la perversión que inunda las almas infantiles cuando se encuentran ante un animalillo indefenso y ningún adulto ronda cerca. Con el pie intentó comprobar si aún quedaba algo de aquel desecho que contaban que un día, hacía ya mucho, había sido hombre. Golpeó con la punta de su bota de goma rosada la masa informe y parda que yacía ante sus ojos y nada. Allí no quedaba rastro de vida alguno. De pronto se impacientó, dejó de desear estar en ese cobertizo viejo y antiguo. Escupió con asco en lo grotesco de lo que se intuía el rostro y salió corriendo. Salió corriendo bajo la lluvia, feliz de su hazaña.

sábado, 20 de noviembre de 2010

resuRECTio


Volver (tango)- Carlos Gardel DAP


Fue directo a la caseta de Eumeo. Han pasado los años, vemos vetas de plata en tus cabellos, el rostro apergaminado. El cuerpo de héroe, vivido: la mente, igual de astura y despierta. Te sientas en un taburete bajo de madera y, la mirada lanzada al infinito, musitas: Mi casa...mi pan...mi vino...
No niegas que hubo momentos, durante estos veinte años errantes, en los que creíste que jamás regresarías pero ya estás en casa.Ítaca se alza ante tus ojos y tus ojos, se desbordan. Come y bebe en casa del buen Eumeo, Odiseo. Mi casa...mi pan...mi vino. Y vuelve a sentirte parte de algo, encajado en tu propia vida, de vuelta.

Entiendo ahora, que también he vuelto, que he andado años vagando por realidaddes engañosas, presa de mi propia locura. Nunca fui Penélope, nunca esperé a un esposo que venía en camino, nunca le guardé fidelidad. Todo fue una re-creación literaria, una ensoñación, una patología perversa. Soy más Odiseo que nunca. El viaje por otros mundos ha terminado. Anábasis y catábasis culminadas, reconozco milagrosa esta resurrección que se me brinda, esta segunda oportunidad.

Estás ciego Ulises. Sólo piensas en Ítaca y no entiendes que tu vida es este viaje...


El viaje ha terminado y Odiseo...vuelve a la Vida.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Reflexiones acerca de la pusilanimidad: La ley de Coulomb.


El hombre blandengue- José Luis Cantero "El Fary" DAP



No os he negado los más de 30 meses de demencia enredada en una historia de columnas salomónicas, volutas, superficies cóncavas y rosetones. No os he negado los más de 30 meses enredada, como si de una tela de araña se tratase, en una historia de planta elíptica y techos abovedados. Siempre victimizada, he pasado de Penélope a Ratita y de Ratita a Cenicienta. No maldigo el cautiverio ni la opresión de las cuerdas que han amoratado mi piel porque fueron ellas las que me obligaron a empezar a tejer para liberar los nudos. Y porque empecé a tejer, narro y soy un pez que ya boquea porque sabe cerca el mar, donde vuelve camino a casa.
En esta continua metamorfosis de mi demencia siempre me reservo el papel de víctima, la careta doliente, pero es que ciertamente he padecido rechazo y negación a partes iguales. Hay en esta demencia macabra una fuerza electromagnética por frotamiento que nos mueve , que activa nuestros campos de electricidad estática para convertirnos en objetos. Los objetos cargados con carga del mismo signo, se repelen. Los objetos cargados con carga de distinto signo, se atraen.Las cosas son lo que son, casi nunca las hacemos nosotros. Tomamos decisiones sobre ellas pero casi nunca las hacemos. Sin embargo, nosotros nos hemos atraído porque hemos fingido ser lo que no somos. Pero según nos vamos acercando y los ropajes van cayendo y las ciudadelas amuralladas cediendo, resultamos algo tan igual ente sí que la náusea no se hace esperar. Automática es la repulsión, no hay lugar para la duda.
Porque hace unos días esta verdad me fue revelada, tan largo tiempo he necesitado, los nudos se han aflojado y he asistido al expirar. Ya pasó. Aprovecho el luto para hacerme verdugo. ¿Cuándo soy yo la que rechaza y niega al otro?
La primera vez que vi al amigo Fary hablando sobre el hombre blandengue, reí sin más. Mi liberada parte masculina me permitió reirme de la la mujer que soy. Sin embargo, cuando hace unos días intenté bailar con un ratoncito con el que no más logré si acaso pisarle los pies, entendí que hay en mí algo de Fary. Con la inestimable ayuda del felino del capítulo I, que tiene más de humano de lo que él quisiera, lo identifiqué como el "hombre pusilánime" y ahora sé cuánto detesto que intenten agradarme,que me abran la puerta del coche, que me digan extrañar mis besos habiendo probado s(ó)lo el primero, que me cedan el paso a la entrada de los edificios oficiales, que me den masajes en los pies cada día lectivo al volver de trabajar, que me expriman el zumo en los desayunos de invierno. Los mejores hombres con los que me crucé, sin lugar a dudas,  fueron de este tipo pero los rechacé a todos inequívocamente. Todos ellos contienen la sumisión que los carga de mi misma carga y que hace inevitable la repulsión. Y los detesto como otros me detestan a mí.
Es la ley de Coulomb. Amén.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ITE, missa est.


Y no llegaste a quererme- José Monge Cruz DAP


Alargaste el febril brazo para tomar impulso y te incorporaste en una cama de hospital que se nos quedaba grande de tan pequeña que era. Serrat pasaba por mi cabeza, como a veces pasa, cantautor de infancia, sin ti mi cama es ancha ay amor. Y se marchó para que hablaras tú, es Serrat un tipo educado.
Me miraste con la profundidad de un marinero huérfano de barco y capitán frente a la inmensidad oceánica. Me miraste y suspiraste. Tus ojos cayeron para hacerse Palabra:
- Esto no funciona. Yo no estoy bien. Algo dentro me tiene inquieto. Albergo todos los demonios.
Yo te dije, sin despegar los pálidos labios de amatista, que los intuía, que me acosaban, que me aislaban, que me apartaban, que me fragmentaban, que me obligaban a permanecer insular, que no es para lo que yo me sé nacida. Te dije que me hacían, en resumen, profundamente infeliz.
- Soy incapaz, no puedo amar. Lo he intentado pero va contra mi naturaleza. No puedo amar ni dejar que me amen, al menos no con el amor que tú traes. El amor que tú traes me resulta nauseabundo, borra mi identidad, me ciega, me asola.
Te vi tan pequeño en ese instante, tan recién parido, que mi corazón se encogió como el de una madre primeriza. No es incierto que no estás preparado, si bien no miento al decirte que puedes ir tranquilo porque contarás con el tiempo suficiente para aprender. Y tendrás amigos, tendrás amor Un hombre solo Una mujer, así tomados, de uno en uno, son como polvo, no son nada No son nada. J.A. Goytisolo se aleja y te cede, de nuevo a ti, el protagonismo:
- Siempre te llamo para que vuelvas, cierto es, siempre te llamo porque deseo tomar lo que para mí traes. Quiero beber de la copa de cristal (Velázquez pinta un higo dentro de la que es sostenida en su Aguador de Sevilla sin más finalidad que darle dulzor al agua y, a continuación, también sale de escena). Y morir si es veneno, resucitar si s(ó)lo néctar. Pero soy incapaz, no puedo amar y menos con tu amor, que es para mí nauseabundo.
Te deshaces como manteca al calor de la estufa en una vieja cocina castellana. Sube la fiebre. Bajan los brazos, cae la cabeza cerrada la boca.
Yo me mantengo fría, como ajena a la escena. Como casi siempre ajena al mundo, como casi siempre ya lejos She´s running out the door...She´s running out She runs, runs, runs, runs...runs...
Radiohead se aleja también y nos permite, por fin, abrazarnos, fundidos, durante largo tiempo. Perimitirnos, s(ó)lo esta vez porque será la última, sentirnos uno solo. Y así, abrazados y quedos, acompasados los corazones, nos deseamos lo mejor, nos recordamos que siempre nos querremos por el tramo de camino que compartimos y nos permitimos continuar en paz. Bendito seas por siempre.
Y nos vamos alejando el uno del otro, por fin ya para siempre, mientras arrancas el coche en dirección al mar, tan soleada la mañana de domingo.

Y es en los pies, un día más, donde leemos. Entre una huella y otra s(ó)lo hay un paso.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Capítulo IV: El zapatito



Como un explorador- J. Sabina DAP



En el avanzar de estos nuevos capítulos me he acordado hoy de Cenicienta. No de sus máscaras para pasar de fregona a princesa, que será otro cantar -seguro que lo será-, sino de la prueba del zapato. Que es como la gitana del pañuelo (o la del pañuelo gitano, tanto más nos da) pero desprovista de toda brutalidad terrena. O quizá no tanto como Disney nos hizo creer. El zapatito de cristal. Me interesan ahora las hermanastras y lo que la versión de Perrault omitió. Hacia allí enfoco el objetivo de mi cámara y, en primer plano,  os muestro la mutilación. Los hermanos Grimm narran así:

La mayor entró con el zapato en su cuarto para probárselo, su madre estaba a su lado, pero no se lo podía meter porque sus dedos eran demasiado largos y el zapato muy pequeño; al verlo, su madre le dijo alargándole el cuchillo: "Córtate los dedos pues cuando seas reina no irás nunca a pie". La joven se cortó los dedos (...) Entró la segunda hermana en su cuarto con el zapato y se lo metió bien por delante pero el talón era demasiado grueso: entonces su madre le alargó el cuchillo y le dijo: "Córtate un pedazo del talón, pues cuando seas reina, no irás nunca a pie". La joven se cortó un pedazo de talón.


Cuántas veces fue el otro quien nos pidió que entrásemos en un zapato que era s(ó)lo de su gusto y que poco o nada tenía que ver con la morfología de nuestro pie . Ese ese Otro que nos procura moldear como Pigmalión. Me ocuparé de él más adelante, quizá, interesante su historia, crucial en mi caso. Pero más allá de eso, tú, pregúntate tú cuántas veces te obligaste a ser quien no eras, quien nunca serás, para caminar a mi lado.
Cuántas veces disimulamos lo que somos o aparentamos lo que no somos, paralizados ante nuestra impúdica presencia. A veces simplemente abrimos de más una cartera, otras, cerramos la boca o uno de los dos ojos.Quién no, alguna vez en su vida, metió la tripa y sacó el pecho para mantener una (mala) compañía cerca.
Cada vez que nos hemos calzado un zapato que no era para nosotros, nos hemos obligado a ir de puntillas, a encoger peligrosamente los dedos, a sacar el talón por fuera. El zapato nunca se rompe, (es) metacrilato puro. Pero, ¿qué pasa con los pies, con las carnes, con el alma recubierta de metros de piel sensible? Cada vez que me calzo un zapato que no es para mí, me prostituyo. Cada vez que alguien se calzó unos zapatos incómodos para estar a mi lado, me hizo sentir prostituída.


Capítulo IV: ¡¡¡Pero qué bien que se está descalza!!!¿Bailamos?



martes, 9 de noviembre de 2010

Baila (capítulo III)


Como un explorador- J.SABINA DAP


Una mañana, quizás en la de ayer - anteayer a lo sumo- entendió Ratita que no le gustaba bailar con ratones. Es más, lo destestaba. Los sentía torpes, inapropiados. O quizá es que a su lado, al lado de ellos, de los buenos ratones, era ella la que se sentía torpe e inapropiada.Pero una rata ha de bailar con ratones, topos como mucho. Algún conejo enano, si nos ponemos extremistas. Todo lo que se salga de ahí es una auténtica locura, un suicidio. La ratita quiere salvarse, hará lo que sea por ponerse a salvo de sí misma. Lo ha intentado no hace mucho,quizás ayer o anteayer, y se ha sentido tan falta de vida...
Hoy ha vuelto a encontrarse con el gato honesto del Capítulo I ¿¿¿Pero tú crees que un gato puede ser honrado??? ¡¡¡Por favor, no (me) seas ingenua!!! El gato es, por naturaleza, astuto, desconcertante y muy poderoso. Ratita empieza a sentir que ya no tiene que defenderse de las opiniones de los otros, que no necesita argumentar(nos) todas y cada una de sus decisiones. Este gato no me miente. Me ha dicho que es un gato y que piensa comerme pero también me ha dado la opción de salir corriendo justo antes de atarse la servilleta al cuello. La carne de rata le sabe a rayos en verdad. Digamos que es un gato sin estámago de gato. 


Ya no tienes que darnos explicaciones, no te justifiques. Sólo porque él sabe más que tú de caminos (y de puertos y canales) permítele que te trace. Deja que saliva de gato cure zarpazo gatuno. Y no dejes de bailar...


¿Qué he hecho YO para merecer ESTO? (mea culpa)


Jesucristo García- Extremoduro (en-lat-ada)          DAP





El cuento acabó pero la ratita sigue con nosotros, la seguimos viendo, nos sigue contando. Continuamos narrando. Ratita quiere sentirse víctima y preguntarle al viento qué ha hecho ella para merecerse esto. Quiere ser una Escarlata O´Hara moderna, demanda drama. Desea culpar al otro y sentir que ella no ha podido hacer nada, que -simplemente- cayó presa de un amor que nunca se le muere.Que la mata.
 Pero busquemos respuestas. Ratita, tú eres la única responsable del camino que transitaste. ¿Por qué elegiste al gato? Y piensa más allá: ¿Elegiste al peor o, quizá, elegiste al mejor de entre todos? Sabemos, no nos engañas, de lo concienzudo que fue tu casting. No hubo azar. Dices querer una cosa pero haces justo la contraria. Supiste poner sobre la mesa la singularidad que perseguías. Necesitabas a un candidato que te permitiera escenificar tu valor y tu capacidad de sacrificio. Sólo el gato se prestaba a ser tu dios, ese pequeño dios, más pobre que divino; solo el gato se presta a tu juego macabro. Implacable el casting.
Querías decirle a los ojos claros, forzosamente felinos, en tu ensayado papel que ya has olvidado, que no se preocupara de nada, que tú le ayudarías a querer a las ratas, que tu amo(r) incondicional le acabaría demostrando que le ibas a querer tanto -tanto- que se vería obligado a no hacerte daño. Gato, quizá al principio no puedas evitarlo. Y me arañes. Pero yo aguantaré, estoica, mi amor será más fuerte. Te padeceré hasta que comprendas que siempre voy a estar aquí, que no te dejo. A lo mejor no es hoy ni mañana ni pasado pero un día...un día me amarás tanto -tanto- que a mí no podrás comerme.

Esta rata no presume de rabo ni de lazo ni de escoba ni de casa. La presunción de nuestra amiga va más allá. Quiere estar por encima del resto de roedores. Quiere ser la única rata en el mundo capaz de haber logrado enamorar a un gato y doblegarlo. Sin morir en el intento.
No eres el Cordero de Dios, agnus dei miserable, no quitarás el pecado del mundo. Llora tu fracaso, pecadora. Paga tu pecado, fracasada llorona. Sigue tu camino, hija de dios. Y deja de ser hija de dios.

Cuánto más necesito para ser Dios. Cuánto más necesito convencer.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ARREbato


ARREBATO- Extremoduro (en-lat-ada) DAP



Nuestra ratita ya se ha citado con el gato. De nuevo. Desde entonces cómo brilla el sol (arrebato). Ha acudido a su llamada sin pensarlo. Ya lo sabíamos. Estaba advertida pero le compensaba la pérdida. O pensaba que le compensaba la pérdida hasta que llegó el zarpazo.
Ratita quiso llorar y quejarse. No es justo, quiso decir. Quiso enfadarse. Quiso sacar las uñas y arañar al gato. Deseaba con tantas fuerzas desfigurar ese maldito rostro inmundo. Pero no lo hizo. Desde entonces ya no sale el sol (arrebato).
Y si no llora ni se queja ni dice que no es justo ni se enfada ni saca las uñas para desfigar la cara de su contrario, no es porque sea gilipollas. Ratita no es gilipollas pero tampoco es buena. Simplemente sabe que lo que le ha sucedido en verdad es justo y necesario. Sabe bien -o bien sabe- de su parte de culpa. Algunas veces quiso culpar únicamente al gato porque él urdió el plan y se presentó apetecible antes sus ojos roedores para ser el elegido, aun a sabiendas de no tener mas intenciones con ella que engullirla. Ahora entiende que la enajenación del felino consiste en creerse, a efímeros instantes, ratón. Y que su locura no es sino estar convencida de que puede hacer de él otra cosa que no es. Ambos se estrellan contra la misma pared.
Ya es inútil ratita. Se acabó tu fábula. Sólo os podéis dejar la piel en cada intento pero jamás lograréis nada más allá de seguir alimentando la perturbación mental que os une y de la que, desesperadamente, huís, eso sí, alabado sea Dios, en direcciones opuestas. Pero lleváis la demencia dentro, huyáis donde huayáis. No hay refugio ni cobijo ni escondite.

Se lame la cicatriz que recorre su cuerpo y se pregunta de dónde brota tanta mutilación, ¿cómo ser felices estando tan lastimosamente despellejados? Desde entonces ya no quiero/e  sol (arrebato).


domingo, 7 de noviembre de 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Y por las noches...¿qué harás?(en directo)


Buscando una luna- Extremoduro  DAP




Barre hacendosa la puerta, la cola engalanada. Toda la vida desempolvando aceras, una moneda de oro fortuita y no se le ocurre más que adornarse el rabo de rata ruidosa que roe las ruinas que barre y remienda, religiosa. Erre con erre. Jodida rata estúpida. No me creo que no se te hayan ocurrido mejores inversiones.
La cola de pretendientes, inevitable. Los pretendientes no faltan en ninguna fábula. Los echamos de Ítaca y han llegado a este bosque. Todos pretenden a una rata de la que quizá sólo les interese el lazo violeta que la adorna. Tan brutal es la realidad a veces que nadie quiere hacerse consciente de ella. Mucho menos nombrarla.
Nuestra ratita ve pasar con desinterés a tantos..Hasta que se cruza con los ojos del gato.
¡CON EL GATO NO, RATITA!¡TE QUIERE COMER!
Lo peor es que el gato de este cuento ya es un viejo conocido. Ya le arreó buenos bocados. Cuenta de ello dan sus carnes. Ratita se acicala con arte, no sólo mucho sino de buena manera, pero si os fijáis bien sus carnes dan buena cuenta de esto que os digo: la parte superior de su rabito de alambique curvo y gracioso, fijaos, y la cicatriz en la pata derecha. El borde de una de sus orejas desollado, el hocico magullado, el hambre en el corazón. Lo peor es que sin querer ser pasto de felinos, esta vez parece servirse directamente en bandeja. Cómeme ya y acabemos con esto, gato de los cojones.
¡CON EL GATO NO RATITA!¡TE QUIERE COMER!
Pero Ratita parece casi ya empaquetada, envasada al vacío, como los solomillos del Carrefour. Esta vez ha sido precabida haciéndose imprimir una fecha de caducidad. Es consciente, ahora sí, de que ni ella misma es eterna.
Quédate, no vayas.
Tengo que ir.
Te va a comer.
Tengo que ir.
¿Quieres?
...
La cago. Vuelvo a tiritar. Que no. Que ha sido un momentito, sólo de bajada ¡Que aquí no pasa nada!
Que no pasa nada...
Que no pasa nada...


viernes, 29 de octubre de 2010

Restos


Dust in the wind- Kansas DAP


Patricio Abad es un fotógrafo. También. Hoy me hablaron de él.
Restos es el nombre de su actual exposición fotográfica en Madrid.
RESTOS son la memoria de las cosas cuando ya las cosas apenas son...
La invitación está impresa en una hoja de papel granulado blanco del tamaño de una cuartilla. En su envés, me torno Botánica sólo para leer de nuevo: Restos son la memoria de las cosas cuando ya las cosas apenas son...El papel granulado es realmente de buena calidad. Llovió toda la tarde en Madrid y yo hice que me dejaba sorprender -por la lluvia- y me mojé gustosa. Cálida caía por mi rostro. Mientras todos corren a resguardarse yo noto la pesada ligereza de sus gotas rodándome el rostro. Sonrío en silencio.
La invitación permanece inalterable. La giro y respira. Se me antojan pulmones dolientes, desacompasados, propio de aquellos fumadores que fuman sólo para olvidar...


Giro de nuevo la postal. Restos son la memoria de las cosas cuando ya las cosas apenas son...Hoy terminé de sacar tus cosas, cambié la cerradura. Llamé al cerrajero, vino, cambió el bombín, me dio la nueva llave, cobró y se marchó. No quiero que vuelvas. Hoy ya, por fin, apenas eres. Veloz me abandona este pensamiento. Es difícil perder lo que nunca se ha tenido. Vienen otras frases a mi cabeza, otras ideas que se atropellan unas a otras. Encabalgadas: Voy a echar el resto. Con los restos se hacen las croquetas. Mañana comemos de restos. Resta lo que le debes y te resultará lo que tienes. El resto no me interesa. Los restos mortales serán repatriados. Apuesto el resto a esa carta. No le importa ir contra el resto del mundo. Arresto domiciliario.

Estás loca, tía. Completamente loca.

Soy un ser tan gravemente cuerdo que me tuve que reinventar. O hubiera muerto de tristeza y aburrimiento.

jueves, 28 de octubre de 2010

capítulo N.Y.



Jay Fine tiene 58 años y lleva 40 años esperando hacer esta fotografía. El momento le ha llegado, le ha sorprendido,  tras más de 2 horas desafiando la tormenta en el Battery Park City del sur de Manhattan. Después de más de 80 fotografías a la Estatua de la Libertad.
Ya la tiene. 40 años esperando esto que ahora tiene entre sus manos, esto que pone ante nuestros atentos ojos de espactador. Espectantes.
No se siente decepcionado en absoluto, aunque ,muchos piensan que debiera estarlo. Incluso algunos se atreven a animarle: ¡Por los años perdidos, Jay! Puedes sentirte fracasado, amigo, no te lo tendremos en cuenta, es más, te pondremos el hombro. Es tu momento. 40 años de 58, 2 horas, 80 fotografías. Somos el tiempo que nos queda. Cuantifícalo y busca un hombro en el que consolarte. Te cedemos el nuestro.

El señor Fine está emocionado. Todo lo que se desea desde lo más profundo del Ser, llega antes o después. Como decía el poeta, todo pasa y todo llega. Todo llega y después pasa, llega para pasar. Como lo nuestro es pasar. La fotografía tiemble entre sus dedos, tantos años y ya estás aquí "bribona".

Jay pasa la página. Fin de un capítulo. Jay se siente hoy un poco más cerca del final, acaso sólo un poco más.

lunes, 25 de octubre de 2010

30(x30)


Amy McDonald- This is the life DAP


No podía creerlo. Otro miembro del ilustre CICCP. Alto, buena planta, adicto a la descarga de vídeos los viernes noche cuando todavía no es demasiado tarde. Aficionado a la (buena) mesa. Soñador de sandías encima de la mesa. En época y fuera de ella, que siempre es buena la ocasión si se hace bien.

No te rechazaré mañana ni será por eso. En un mes desaparecerás tú sola.

Así nos limitamos. Así establecemos los tiempos, las acciones, las duraciones. Así escribimos el guión de nuestra novela. Así decidimos lo próximo que nos va a pasar. A veces intervenimos en la historia de otro, por un tiempo más o menos largo. A veces dos novelas se cruzan y ya nunca se llega a saber bien del todo qué es lo que se está leyendo, ya nunca logran diferenciarse completamente. Pero la mayoría de las veces sólo participamos en algunos capítulos, más bien breves.
El personaje que se me ha asignado, hoy, muere en treinta días. Yo, ilimitada,  lo solicité sin delimitar pero me ha llegado con fecha de caducidad. Ingenuo ICCP el que no sabe que sobreviví a la misma cifra elevada al cuadrado. ¡Acepto el reto!

Continuará...

domingo, 24 de octubre de 2010

(los)


Adagio for strings by Samuel Barber DAP



El cajón estaba lleno de ira. El cajón, los cajones. A veces era uno solo, grande, en color caoba, barnizado, que olía a viejo. Tenía incluso un regusto a humedad antigua y olvidada; otras veces eran muchos, más ligeros, más sencillo abrirlos y cerrarlos rebuscando no sé qué, pequeños y en madera sin tratar. Dios, estaban llenos de ira, de rabia, de dolor contenido, de rencor. Los abría y cerrada una vez tras otras, como poseída, no creyendo lo que allí veía. ¿No se había vaciado ya de todo aquello?

La doctora le colocó una mano en el abdomen. Mientras, su respiración se aceleraba, como si los cielos y la tierra quisiese aprehender en cada inspiración. O más bien fue al revés, que fue cuando su respiración empezó a entrecortarse que la mujer se acercó y calmó con su mano el abdomen lastimado. Estaba lleno de ira. De odio. De incontinencia. De desesperada impaciencia. De resentimiento. De envidias. Todos los males allí contenidos. La caja de Pandora en sus entrañas, a punto de abrirse. La mano de Alicia conteniendo tanta tormenta. Su bendita mano maestra. El llanto, sin querer contenerse, contenido en el pecho. Lo estás haciendo muy bien. Alicia tenía los ojos más azules del mundo en ese momento, la mano firme y la voz, dulce. Ella tenía los intestinos helados. Las cavidades de esa parte de su cuerpo, desiertas. En algún momento que ya no recordaba, los gusanos habían decidido abandonarla. En el solar, que ahora contemplaba, tanta tiniebla.

En realidad, no perdonaba la partida ni la ausencia. En verdad el abultamiento no era sino su incapacidad de perdón .
Ya vacía, el gesto inerte, yermo el vientre, comprendió de pronto las figuras de Salvador. Robe, ábreme el pecho y registra.





Y se (los) vació otra vez más.
El resto...ya sólo adagio.

martes, 19 de octubre de 2010

Salus Per Solem (SPS)


John Murphy - Sunshine ( Adagio in D minor) DAP
Ayer, tumabada sobre la hierba, los ojos cerrados, la mente lejos, la piel expuesta, la boca abierta, lo supe:
El Sol me sana.
El Sol me ama.

domingo, 17 de octubre de 2010

TO WANT-TO HAVE GOT-TO NEED


Alien Sex Fiend- Ignore the machine DAP


Inevitable significa que no se puede parar. Inevitable significa que hay que dejarlo pasar.


Abandoné el Palacio de Ítaca, no el hilado ni la mortaja. Hilar es para mí ya expresión de lo que llevo dentro, parto necesario; la mortaja, tan imprevisible como segura. Y, a ratos, certera. Oí hoy en las noticias que una empresa australiana entierra vivas a personas estresadas como terapia de choque. Cuántos imbéciles más habrán de morir de infartos (o creer que están muriendo en cada "ataque de ansiedad") para darse cuenta de que algo en ellos, quizás incluso superior a su propio entender, busca destruirlos. Que se entierren vivos, se miren los intestinos y celebren que aún no son pasto de gusanos. Yo me entierro en esta rueca de palabras y respiro maravillada. Aún no soy pasto de gusanos.

Trato con Odiseo casi como si fuera vecino de rellano. Es sorprendentemente humano. Dubitativo, renegador. El otro día, de lejos, haciéndome un gesto de cabeza en la escalera me vino a decir que me echaba de menos, que no lograba olvidar mi mirada la tarde en que nos conocimos. Que no podía dormir y que, en algunos momentos, temía estar volviéndose loco. Yo también levanté ligeramente mi cabeza para corresponderle al saludo y, con ello, le dije que todo está bien así, que hacemos lo que podemos. Y cuando podemos. Es sólo una cuestión de tiempo.

No extraño la vida palaciega. Me gusta pedirle un kilo de arroz si lo necesita o darle una taza de azúcar si me la pide él. Y en este abrir y cerrar de puertas, levantar de felpudos y estampar de mirillas, descubrir que somos parte de la misma cosa. Descubrir que everybody wants what everybody´s got and everybody´s got what everybody needs...

Porque inevitable significa que no se puede parar.

viernes, 15 de octubre de 2010

I don´t know


Sam Cooke - Wonderful World


  El viento me sopla en la cara con toda la calidez fresca que el mes de octubre le permite. Afortunados pueblos los del Mediterráneo. Se lleva consigo unas cosas, deja otras. No cierro los ojos porque tengo que dirigir la bicicleta municipal. Bueno, honrando a la Verdad -la alétheia griega-, mantengo los ojos muy abiertos dada mi torpeza al manillar: lo que se aprende de adulto, ya se sabe, tarde y mal. No se requieren, no obstante, habilidades especiales para ser feliz. O, más del gusto de los ortodoxos pesimistas, permítanme el reajuste, para disfrutar de pequeños instantes de acaso bienestar pasajero.

La cuesta abajo termina y mis piernas deben ponerse en movimiento si quiero avanzar. La torpe cadena de bicicleta municipal, torpe como yo-municipal como todos, pone en marcha los engranajes y el trasto, inevitablemente, se mueve. Las puntas de mis zapatos de salón -de punta- se enganchan en el dobladillo, a medio coger, del bajo de mis pantalones nuevos. Las suelas parecen repeler a los metálicos pedales, dafnes desesperadas a la carrera bucólica, bucólica, pero carrera a fin de cuentas.
El parque urbano en el que mi Ayuntamiento presta bicicletas azules a los tontos de barrio es más largo que ancho y más bien tirando a poco llano, dato de relevante interés teniendo en cuenta el hecho que está siendo narrado. Y cómo serán sus desniveles que en cuanto llegan las cuestas arriba, mi capacidad pulmonar decide abandonarme y mi musculatura inicia protestas de resistencia pasiva. Si tengo en cuenta que es un recinto con no menos de catorce cuestas y que apenas subí dos (y no completas), he tenido que acabar reconociéndome que he buscado  los tramos llanos como busca el perro la sombra en verano. Esto me ha obligado a abrir los ojos, no me ha quedado otro remedio. No  ya a las curvas o bordillos acechantes sino a mi condición de perra, por vaga que no por miembro de la familia de los cánidos. Dios los libre.

A lo largo de mi vida, cada vez que me he encontrado (que me encontré, que me encuentro) con algo  que me ha exigido esfuerzo, he buscado el camino llano. Y las cosas que he -aparentemente- elegido hacer, han sido siempre las que parecían venirme dadas de serie, las que no costaban.¡La vida es un regalo maravilloso!, suelo así con extrema ligereza (fácil) repetirme.

Y hoy, pedaleando tonta y municipalmente, me he acabo preguntando (ésta mi pobre y atormentada cabeza, heredera de la tradición judeocristiana...) si es bueno o es malo que yo disfrute tanto cuando el viento de octubre me acaricia el rostro como si lo besara con labios de membrillo, sabiendo, como sé, que no sé nada. De nada.

sábado, 9 de octubre de 2010

Dícese de...AMOR





Escribe sobre el amor, escribe sobre el amor. Me lo pedía con sus preciosos ojos color aguamarina muy abiertos, la piel morena tersa, los rizos negros suspendidos en el aire. ¿Qué es para ti el amor? ¡Escríbemelo! Me lo pedía como pide el niño una espada en la feria, como la enamorada un beso a su amado. Era mayor que yo pero de tan bella, el tiempo parecía haberse detenido a anidar en el cuerpo que habitaba. Y con el entusiasmo de un infante reclamaba su definición. Me hizo sentir vetusta, placenteramente vetusta. Sonreí levemente y quise contestar ¿Y tú me lo preguntas...? Transformada, de este modo, vejez en caballerosidad, habría sumado el papel de galán al de vieja y joven que ya albergaba al acercarse la mujer a mí. Constante la búsqueda de la polifonía una vez asumida mi dolorosa condición poliédrica.
Conduzco con la radio encendida. Cambio de emisora y acelero, llego tarde a una cita importante y el tiempo apremia. La lluvia golpea, como enfadada, los cristales y yo, desde dentro, acelero y cambio de emisora. Extraño en mí, me detengo en una donde no se canta y escucho lo que dice una mujer. Otra mujer. También joven, joven de voz en esta ocasión, si me permiten. Elvira. Dice Elvira que no se puede vivir de la literatura a no ser que se venda mucho y que ella sobrevive de impartir talleres, de presentaciones. Habla, además, de la importancia de cultivar una voz propia. En literatura todo está ya hecho, podemos experimentar pero hasta qué punto estaremos innovando...es ya otra cuestión. Me alivia leer eso: Elvira dixit. Cita a Umbral: "Cada uno escribe los libros para los que tiene pluma". Me siento de camino a casa, como tantas otras veces y lo corroboro mirándome los pies y recordando los zapatos de rubí de mi amada Dorothy.

Desde mi voz, amada tú también,  niña de los ojos del color de la aguamarina, te voy a contar qué es el amor. Te lo estoy cantando ahora si es que posees la suficiente agilidad lectora como para que aún suene la canción que encabeza éstas mis palabras de hoy. Te lo canto así porque ayer me fue a mi cantado. Alabo las cualidades de los demás a veces por encima de las mías. En el mundo que pueblo esto es juzgado como negativo y se etiqueta como "falta de autoestima", como si acaso anduviésemos faltos de estimación propia. Yo bendigo mi capacidad para maravillarme con las virtudes ajenas y siempre acaba llegándome, en compensación a mi buena voluntad, un poco de todas ellas, como si atrajese de todo cuanto deseo y celebro, unas gotas para mi afortunada existencia. Ayer felicité a Odiseo por su capacidad de dar en cada instante con la canción capaz de condensar y encerrar, en sus escasos minutos, mundos enteros. Y por la tarde, mientras aceleraba y cambiaba la emisora de la radio, me fue regalada -además de la invitación de Elvira a encontrar y respetar mi voz literaria- la reveladora canción que presenta lo que hoy tengo que decir: Mi primer encargo.

Dios es Amor.

¿Y qué es dios?, preguntaría entonces la dulce niña adulta con los ojos cada vez más abiertos. No tendría yo entonces el valor de responderle que dios es simplemente Amor.

De pequeña nunca podía dormir. Me aterraba el momento en el que se iban y me dejaban allí sola. La habitación duplicaba su espacio y la oscuridad me encharcaba los pulmones. Empecé a leer por eso y por eso también, a disfrutar que me leyeran cuentos. Era mi modo de retener al otro, de que no me abandonara. En los cuentos que a mí me contaban había una muchacha que fuera por la razón que fuese, sufría. Daba igual que viviese en un palacio o en el campo, que fuese princesa u hortelana, rubia o morena, que contase con el amor de los suyos o que fuese la hijastra de la más malvada del lugar. Sufría en todos los casos. Ninguno de esos cuentos te explicaba el motivo de la angustia, sólo que le nacía en el pecho y que desaparecía cuando entraba en ecena el príncipe. En esto había más consenso: El príncipe -que siempre es de origen privilegiado-  nunca es protagonista ni tampoco sufre. Su aparición, siempre en la parte final,  es secundaria y no tiene otro fin que restaurar felicidad y amor en el  corazón de la joven. Y así es.  Veni, vidi, vici. Después llegó la adolescencia y mis caderas comenzaron a ensancharse mientras mi pecho crecía y mi cara se llenaba de espinillas (¡Viva la revolución hormonal!) No crean que abandoné entonces los cuentos. Los cambié por películas. Hollywood es una industria prolífica. Y más de lo mismo. Ahora me doy cuenta de que llevo veinte años esperando en la ventana de mi apartamento de Los Ángeles a que Richard Gere trepe por la escalera metálica de incendios con una rosa en la boca mientras suena La Traviata. Y hace veinte años que creo que el día en que mi pareja muera, más allá del amor, lo hará también por y para salvarme y entrará en el cuerpo de una médium negra para amarme una ultima vez. Y si me asaltan las dudas, arrastrará una moneda deslizándola por la pared y yo la veré avanzar hasta mí, flotando en el aire y sabré para entonces que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomado ya la fe por presupuesto.Lo importante parece ser que me crea que tengo que ser rescatada, que no seré completamente feliz hasta que no llegue el príncipe y me bese. Pues bien, como cuentos han estado bien, mejor como fantasías, pero en absoluto se corresponden con la realidad. No hay nada ni nadie ahí fuera que me vaya a dar algo que yo no tiene ni para sí. No hay nada ni nadie ahí fuera a quien yo pueda dar lo que no poseo. El amor que nos han contado proporciona una felicidad impermanente, que fluctúa, que sube y que baja, que viene y que va. Esto pasa siempre que busco fuera de mí porque la realidad que habitamos es impermanente, todo -absolutamente todo- se acaba en un momento dado. Antes o después hasta yo misma me agotaré. No olvides nunca que hoy puede ser el día de tu muerte.

El día en que yo muera todo pasará. Cielos y Tierra pasarán. Aquí quedará mi cuerpo, mi trabajo, mi descendencia, todas mis posesiones, mi fama, mi obra, mis amantes. ¿Qué trasciende? Mi pregunta hace el silencio en su sala y sus rizos, suspendidos en el aire, intentan conectar con esa parte que nos habita y que estaba ya antes y que estará después. Loq ue nos conecta a todos como células de un mismo organismo, lo que me hace identificarme contigo porque -aunque seas mi enemigo, me contradigas o me dés tormentos- eres la misma cosa que yo.

El Amor estaba antes de que llegásemos y estará cuando todo lo que conocemos haya desaparecido. El Amor es el Halo (de bondad) que tenemos dentro, bajo tantas capas de ira, de miedo, de celos, de apego. Soy consciente de que muchas personas nacen y mueren sin haber nunca contactado con eso que yo llamo Amor pero si tú alguna vez lo sentiste, si fuiste capaz de perdonar a quien te había ofendido, si pudiste seguir amando a quein decía no amarte, si la felicidad de otro alimentó la tuya propia, entonces sabes de lo que te hablo.

Sólo hay Amor, Silvia. Nada más. Te repetiré hasta el día de mi muerte que todo lo que no es Amor no es sino perturbación mental. Y te diré que te estimo profundamente, que te quiero qué coño, aunque nunca trepes por mi escalera con una rosa entre los dientes mientras suena La Traviata.