jueves, 16 de diciembre de 2010
La purga de David
HARD RAIN- Diamonds DAP
"Victoria llevaba unas semanas más callada que de costumbre, un poco lánguida, parecía estar sufriendo. Durante una sesión me confesó que le gustaba un chico que se llamaba David, pero que había un gran problema.
"Es que es más alto que yo -me dijo- Pero...es que a mí me gusta...aunque sea más alto que yo...".
Quería saber mi opinión. En principio la estatura no tendría que ser un impedimento para un amor así, tan esplándido como el que ella le profesa, aunque efectivamente, David es bastante más alto que Victoria.. Cuando Victoria esté en la universidad, esa diferencia de estatura no tendrá ninguna importancia. El problema es que ahora Victoria sólo tiene seis años y David ya tiene once.
Esa pequeña diferencia hace que David no haya reparado en la existencia de Victoria, pero ella no se resigna y sigue pensando en él noche y día.
Victoria sueña con ser famosa algún día porque piensa que así David no tendrá más remedio que mirarla. Y entonces, si la mira, en cuanto la mire, ella sabe que él se enamorará locamente de ella y corresponderá a su pasión. Sólo hace falta que él sepa que ella existe.
Corrían los tiempos de mayor furor de la primera edición de Operación Triunfo y Victoria me confesaba:
- Yo quiero ser famosa como Chenoa.
.¡Claro! -le decía yo-, además Chenoa tiene un novio que se llama David.
Y las dos nos reímos de la "casualidad".
En su intento por llegar a ser "famosa como Chenoa y tener un novio que se llame David", Victoria inventaba canciones de amor para su amado con letras como éstas: "...David, David, ven a mi casa y dame un beso, que yo te daré mi felicidad...", o "...David, mi corazón te espera. Ven a mi corazón, David, David".
En la consulta, Victoria y yo jugábamos, entre otras cosas, a las cartas. Su abuela era una gran jugadora de cartas y Victoria conocía muchos juegos que me enseñaba. Dominaba el vocabulario básico de "hacer tríos" y "hacer escaleras". Un día, Victoria propuso un nuevo juego:
-¡Vamos a hacer parejas!- dijo.
Yo pensé que era otro de los juegos de la abuela, pero no, éste era de su propia cosecha y me lo explicó con cuidado:
- Se ponen todas las cartas boca abajo. Las rojas las colocamos a un lado, y de ahora en adelante serán las chicas. Y las negras van al otro lado y son los chicos. Las cartas rojas refunfuñan porque quieren conseguir novio, y van "a buscar novio" donde están las cartas negras. Y sacan, ¡sin mirar!,una de las cartas negras para "hacer parejas".
El juego consistía en "hacer parejas"; en el sentido más literal del término. El número de cada carta representaba la edad de la chica o del chico. Empezamos a jugar. Íbamos "haciendo parejas" y las apartábamos:
- Una niña de cinco con un niño también de cinco...Esos dos deben estar en la misma clase -decía Victoria-. ¡¡¡Mira, una chica de siete se va a casar con un niño de dos!!!
Entonces yo aprovechaba la ocasión para nombrar alguno de los problemas por los que Victoria había venido a mi consulta:
-¿Te imaginas que el chico de dos aún lleve chupete o se haga pis en la cama?
Y las dos nos reíamos...
Así seguimos un rato haciendo un montón de "parejas" inútiles. ¡Hasta que, por fin, un seis de DIAMANTES eligió una "J" de tréboles! Victoria sonrió, me miró con los ojos entornados, casi en blanco, suspiró...y confirmó:
-¿Ves?¡Una chica de seis años con un niño de once!
Se levantó dando saltitos y gritando:
-¡Yo lo sabía!¡David va a ser mi novio!¡David es mi novio!¡David es mi novio!
Victoria tiene solo seis años y ya apunta maneras. No me parece que esta "lectura de cartas" sea muy distinta de aquella por la que pagan tantas mujeres a una "bruja". El azar lleva a un rey junto a una reina, un arcano mayor junto a otro, y la suerte está echada: el destino está escrito y así -como gracias al juego de "hacer parejas" Victoria y David ya son novios-, una mujer descubre, por el azar de una carta que se desliza en el momento justo, que ella será eternamente feliz, junto a su rey de corazones.
Convicciones como éstas permiten a los humanos evadir -unos más, otros menos- el yugo de la realidad. ¿Qué importa si un hombre nos ignora, como ignora David que Victoria existe? La verdad se esconde entre esas cartulinas de colores frágiles y gastadas por el peso del destino. Las cartas tienen la razón: el rey de corazones será nuestro".
Mujeres malqueridas, Mariela Michelena
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