miércoles, 25 de mayo de 2011

Caramelo

Cada vez le duraban menos: 7 meses éste último, incluyendo cortejo, enamoramiento, convivencia, hartazgo y divorcio. ¿Cuántas veces se había divorciado ya? Quizá media docena y apenas llegaba a la treintena. No puede ser, no puede ser. Mi madre nunca ha tenido que pasar por esto, coño. Ni mis abuelas. Ni la Luisa, la vecina del cuarto ¿Por qué mierdas yo sí? Se lamentaba y blasfemaba, a ratos lloraba. Maldecía al Dios en el que no creía y vuelta a llorar.Luego se reconstituía, se secaba las lágrimas y se premiaba el valor con una onza de chocolate, quizá una gominola de esas que la tía le traía siempre que venía de visita y que su madre almacenaba en la bombonera de la mesa del salón. Después otra vez a llorar, que ya ni sabía si era por la rasgadura en su corazón o por culpa de lo que acababa de engullir.
Cada vez me duran menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando el corazón se rompe, los trocitos, ¿dónde van?...