Todavía no ha salido el sol pero puedo afirmar que amanecí. A veces dudo. Algunas noches uno cierra los ojos sin estar muy seguro de si volverá a abrirlos, no tiene necesariamente que estar pasando por un mal momento ni es una sensación necesariamente desagradable. Es simplemente que en ese instante preciso en que alma, mente y cuerpo se separan para entregarse a la regeneración del sueño, un pensamiento nos atraviesa recordándonos lo que cualquiera de nosotros sabe: que hoy puede ser el día de nuestra muerte.
Que hoy también pueda morir, que así es, no impide que haya amanecido a un nuevo día.
Hoy, hablando de hoy, soy obligada a marcar un antes y un después en mi relación con el dominio y la disciplina. En verdad es justo y necesario que así sea. Por vuestro bien, por el mío.
Hay días en que uno amanece sin haberlo pretendido y, sin pretenderlo, el fluir del río da un salto y cambia de rumbo. Siempre hacia el mar...
Que así sea.
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