domingo, 19 de junio de 2011

Espíritu ávido por la ley del karma

  Ya metida en la harina del Budismo de la tradición Kadampa, finalizadas mis dos semanas de voluntariado en el centro de Madrid, os puedo meter en su harina también a vosotros. Lo haré algunos días. O quizá sea éste el último, la mente humana es así de impermanente.

En cualquier caso hoy os hablo de la ley del karma en palabras del venerable Geshe Kelsang Gyatso (Geshe-la), según podemos leer en su libro Transforma tu vida (ed. Tharpa)



La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto que establece que nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias son sus efectos.
La ley del karma enseña por qué cada individuo posee una disposición mental, una apariencia física y unas experiencias únicas. Estas son los efectos de las incontables acciones que cada uno ha realizado en el pasado. Puesto que no hay dos personas que hayan realizado las mismas acciones en vidas pasadas, nadie puede tener los mismos estados mentales, experiencias y apariencia física que otro.
Cada ser posee su propio karma individual. Algunas personas disfrutan de buena salud y otras sufren enfermedades sin cesar. Unas tienen un físico atractivo y otras no. Algunas siempre están alegres y se conforman con poco, mientras que otras suelen estar de mal humor y nunca están satisfechas. Algunas personas entienden con facilidad el significado de las enseñanzas espirituales, pero otras las encuentran difíciles y oscuras.
La palabra karma significa ‘acción’ y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente muy sutil que, con el tiempo, producen sus correspondientes resultados.
Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que producen su efecto, cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, desde que se realiza la acción original hasta que maduran sus consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.
Como resultado de nuestras acciones o karma, renacemos en este mundo impuro y contaminado y tenemos problemas y dificultades sin cesar. Nuestras acciones son impuras porque nuestra mente está contaminada por el veneno interno del aferramiento propio. Esta es la razón principal por la que experimentamos sufrimiento.
Este es producido por nuestras propias acciones o karma y no es un castigo impuesto por nadie. Sufrimos porque hemos cometido numerosas acciones perjudiciales en vidas pasadas. El origen de estas malas acciones son nuestras propias perturbaciones mentales, como el odio, el apego y la ignorancia del aferramiento propio.
Cuando hayamos eliminado de nuestra mente el aferramiento propio y demás engaños, nuestras acciones serán puras. Como resultado de estas acciones, nuestras experiencias, nuestro mundo, cuerpo y disfrutes, y los seres que nos rodean, también serán puros. No quedará ni el menor rastro de sufrimiento, impureza ni dificultades. De esta manera, encontraremos la verdadera felicidad en nuestra mente.


Después de entender esto, he llegado a la conclusión de que en la última vida fui, o seré en la siguiente, un espíritu ávido. Sé que suena fatal pero se me ha aparecido en la mente así de pronto, como una revelación. Y me pregunto hora qué es un ser ávido y si urge, o no, trabajar aprisa para evitar su renacer...
La web de Budismo de la tradición Kadampa en la que recibo mi formación los define como seres que habitan en el reino de los espíritus hambrientos, el segundo más bajo de los seis reinos del samsara. Véase El camino gozoso de buena fortuna. Volveré sobre ello cuando lo haya leído.


Continuará. Entre tanto, disfruten de su karma hermanos

2 comentarios:

Paula dijo...

Hola, gracias por tu blog! Buscaba algo en relación a los espíritus ávidos y aunque fuese poquito me ha servido. ¿encontraste algo más en relación a esto?

Querida Demencia dijo...

Perdona, Paula, la larga ausencia.
Siempre que he necesitado estudiar enseñanzas budistas, lo he hecho en centros en los que hay maestros. Me cuesta menos comprender a través de sus enseñanzas.
Busca uno cerca y visítalo!!