- Al final volví a caer. Pobre Miguel, soy lo peor. Es que fui a una fiesta, tomé algo...no había bebido mucho pero...que me lié. Y hoy he quedado con el otro, con el motero. Madre de dios, es el amante perfecto. Todo lo hace bien, me ha dejado alucinada. Porque el mexicano de la semana pasada no me terminó de convencer. Quitarse el preservativo en mitad del acto...tía, eso no se hace, me cortó todo el rollo. Lo malo es que Miguel viene este fin de semana, vamos a la playa. Joder, soy lo peor, soy una cerda. Pero es que cómo no me voy a quedar al motero de amante, si es que es ideal, es perfecto, es un gigoló, te lo juro (...).
La oye hablar, envuelta en su excitación. Ménade poseída. La escucha ya sin oirla, no quiere saber más. Finge entrar a una clase y fuerza la despedida.
Se queda pensando, curiosa, en cómo otros se enfrentan a los límites. En los lugares de los que extraen su propio placer. En cómo se encaran las consecuencias de sus acciones. En su amiga sólo hay lugar para la excitación y el falocentrismo. Ménade poseída que se entrega a los instintos. En su amiga no se libra la batalla que ella tiene en su interior. En su amiga no hayu lucha. Quizá la haya, otras vidas, ya se sabe.
Ella ya lleva tiempo luchando contra sus partes feas, contra todo lo que escapa a su control. Su ángel contra su demonio. Las voces budistas lo llaman las perturbaciones mentales. Todo lo que no es Amor....es perturbación mental, dice la maestra. Y así entiende ella que es. Y son perturbaciones mentales el egoísmo, la ignorancia, los celos, el apego, la infidelidad, las conductas autodestructivas. A sabiendas de que no es una guerra fácil de ganar, ella no ha nacido para retirarse: Todo lo que no es Amor es sólo perturbación mental. Florencio Sevilla también lo escribió en aquella servilleta conquense: Amor omnia vincit.
Mira a su amiga, ya de lejos. A veces quisiera ser ella y que la lucha cesase. A veces quisiera disfrutar fuera del recto y angosto camino de la moralidad, que es ancho y soleado. A veces quisiera simplemente entregarse y ser Ménde poseída. Pero no nació para pertenecer al séquito de Dionisos sino al de Atenea Promacos.
Todo aquél que no lucha contra sus perturbaciones mentales es porque está poseído por ellas.
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