miércoles, 22 de junio de 2011
Practicando el Dharma: Hacienda somos todos.
Hacienda me quiere crujir, es un hecho. Me reclaman la parte que les corresponde de un piso que compré y vendí en menos de tres años. Les huele a especulación. Si os cuento que fue mi primer intento de formar una familia, de hacer de mi primer novio el único, y de tener mi propio nido y os da la risa, está bien, fue especulación pura y dura. El caso es que aquella relación naufragó, el piso se vendió y Hacienda ahora, me quiere crujir, es un hecho. Y estoy más cabreada que una mona, ése es el segundo hecho de la jornada. No tengo por menos que acordarme de Lola Flores. Han pasado por mi cabeza todo tipo de ideas en las cinco horas que han transcurrido desde que he abierto la carta certificada que a mi nombre ha llegado de parte de la Agenda Tributaria. Para empezar le he puesto una cifra a la amenaza: 18.000 €. Lo conocido siempre da menos miedo que lo desconocido, las cosas como son. Creo que considerando esta cifra me será mucho más fácil asumir lo que el funcionario de turno me diga el 4 de julio a las 11 de la mañana, momento en que la certificación epistolar me cita. ¿Y qué vas a hacer??? Me preguntaba, inquieta, una amiga. Hemos concluido que personarse es lo más adecuado. Así que ya sé que haré: Simplemente PERSONARME. Gran verbo. A partir de ahora, a la pregunta "¿Qué haras con lo de Hacienda?", responderé: "Personarme". Y lo daré por zanjado.
Cesadas las divagaciones morfosemánticas, me lié con la resolución del conflicto y os puedo asegurar que mi prolífica imaginación no ha parado. Con el 18 (mil) ya en proceso de fijación, he empezado a buscar soluciones. No sin antes empezar a fantasear sobre todos los caprichos que podían haber costeado y que nunca me dí. Me visualizo (verbo muy similar a "personarse" pero ya sólo con los ojos) en una playa en el Caribe con dos grandes pechos de silicona que se tuestan al sol y con un mulato autóctono en la hamaca de al lado que no llega a los 20 años y que quita el hipo...Salgo del sueño cuando mi cabeza se va al 20. Y me alivio recordando que no son 20 sino 18 (mil) en lo que yo he de pensar. Vuelvo entonces a las posibles soluciones y son varias. Que cada español ponga una peseta para pagar mi multa, aunque con que sea cada madrileño me vale. De ahí que me acordase de Lola Flores. Estaría bien, no es sólo que yo vaya a salir beneficiada materialmente sino que ese hecho nos hermanaría. Hoy ponéis todos una peseta por mí, mañana yo la pongo por vosotros. Quizá este simple gesto cambie el devenir de la Historia de la Humanidad. O no, porque pronto he pensado otras opciones. Me ha parecido genial la de solicitarles que se lo cobren en libertad, es decir, o bien intensivamente condenándome a X meses de prisión, o bien durante X horas a la semana en un plazo de tiempo indefinido hasta completar los 18 (mil). Estoy libre hasta el 1 de septiembre. Aprovéchense que hoy, estoy más Hacienda que nunca. Sin lugar a dudas, ésta es la idea que mejor encaja conmigo pero me da a mí que Hacienda no acepta trueques. Entonces no me queda más remedio que optar por el escapismo. ¿Y si me voy a Costa Rica y me llevo todo mi dinero? Allí no irán a buscarme y viviré todo el año en mangas de camisa, que para mí es el súmmum de la felicidad. Mi padre me ha dicho que no está mal pensado pero que, claro, no debo olvidar que en cuanto vuelva (un nuevo trabajo, el cobro de una herencia....) eso me estará esperando. Hacienda es más paciente que Confucio, no se cansa, tiene toda la vida. Tanto es así que incluso se podría esperar a la muerte de mis padres para resarcirse. No, esta opción no es buena. Además es la primera vez en casi 29 años que tengo que consigo un trabajo de verdad, que además empiezo en septiembre, luego fugarse ahora no tendría mucho sentido. He intentado seguir pensando (los ojos hacia el techo, ladeados, el dedo índice de la mano derecha en la quijada del mismo lado, las uñas ya completamente abandonadas a la suerte de mi instinto roedor y una onomatopeya oligofrénica que puedo reproducir como "turuuuu, turuuuuu" saliéndome de la boca), imposible. Busco y rebusco en lo laberíntico de mi seso y descubro, para mi sorpresa, que lo único que encuentro es un cabreo de tres pares de cojones y que se me han descompuesto las tripas. Qué sensible, chica, todo lo somatizas. Pues sí.
Aliviada vuelvo a la batalla y entiendo que ésta es una preciosa (adejtivo budista por excelencia) oportunidad de poner en práctica los conocimientos del Dharma que hasta ahora tengo. El Dharma son las enseñanzas que Buda nos dejó, que se dividen en Sutra y en Tantra. Otro día os hablaré de estas cuestiones, sobre todo del léxico "budista", que a mí me interesa especialmente.
Y aquí me quedo. Voy a meditarlo un poco esta noche con la almohada y mañana espero poder encontrar el modo de practicar los caminos. El Dharma es como una medicina. Sólo con leer el prospecto no puedes curarte. necesitas tomar la pastilla cuando enfermas. Si esto es así, éste es el mejor momento posible para tomar mi dosis y comprobar sus efectos. Continuará...
He dejado pasar unos días para ver cómo el enfado toledano me recorría, o si se asomaba el temido miedo a la inseguridad económica. O si sentía ganas de defecar sobre toda la agencia tributaria, el cuerpo de funcionarios públicos y el puto sistema en el que me hallo inmersa sin haberlo decidido completamente yo. Sin embargo, ni rastro de nada de eso. Estoy tranquila. Respiro profundamente, exhalo imaginando que Haciendo es humo negro que desaparece disolviéndose en el ambiente e inhalo luz blanca, despacito, hasta sentir que todo mi cuerpo se ha hecho esa misma luz blanca. Quizá me concedan una prórroga, al fin y al cabo en estos cinco años no he tenido un trabajo fijo con el que solicitar un crédito hipotecario y es por eso que no reinvertí la ganancia obtenida. La esperanza es lo último que se suelta. Pero también pienso que es posible que no haya opociones y que se me cobre la parte correspondiente más la multa por los cinco años de retraso. Y en ese caso, me visualizo tranquila, pensando que el dinero servirá para hacer carreteras, pagar a la banda municipal o al maestro del extrarradio. Y no está mal porque algo de comunista le queda a este alma mía tan manida de tanto consumo. Quien no se consuela es porque no quiere. con este ejercicio experimento en mi propia cotidianidad cómo los problemas nunca están fuera sino que son tejidos por las mentes. Y yo puedo entrenar mi mente para que tenga mayor capacidad de concentración o para que problematice menos, como puedo trabajar la piel de naranja de los glúteos. Tan simple como lo cuento es.
NADA va a cambiar si yo el día 4 de julio 18 (mil) euros menos en la cuenta ahorro. NADA. Todo va a continuar como si tal cosa. De tardar en aceptarlo 1segundo o 2 años, depende sólo el sufrimiento que habré de padecer. Es decir que mi mente, y sólo mi mente, es la causante del sufrimiento que yo habré de experimentar. y si tengo que elegir, qué quieres que te diga, chica, elijo no sufrir.
No obstante, soy valiente. prometo volver a esta misma entrada el día que conozca la resolución del conflicto y narrar la segunda parte del entuerto.
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