sábado, 27 de noviembre de 2010
Desatascando (y cada día un poco más)
Adiós abanico, llegó el aire - Extremoduro
Subieron a purgar el radiador, como hacen cada invierno. Si no, no calienta o calienta a medias, que viene a ser lo mismo. Apenas tardaron un par de minutos. Aflojaron una tuerca que dio paso al lento goteo de agua sucia. Yo veía caer las gotas sobre el plato de plástico que aquellos hombres traían y me preguntaba de dónde provenía la suciedad de mi mente, cómo se había acumulado allí y, lo que es más importante, quiénes vendrían a purgármela. Entendí pronto que sólo la tercera duda era importante y que nadie acudiría a mi llamada. Sin embargo el invierno había llegado y yo deseaba mis calefactores trabajando al máximo rendimiento. Pretendía, por qué no decirlo, un ambiente lo más agradable posible en esta nueva etapa.
- Ya está, señora. Quite todos esos libros que tiene puestos sobre el radiador, que no es una estantería y verá qué pronto nota la diferencia. Disfrútelo y tenga un buen día.
Los jóvenes me sacaron de mi ensimismamiento. Les di la propina mientras les acompañaba a la puerta y me terminé de convencer de la necesidad de una purga. Me interesa la sexta acepción: Sacar el aire u otro fluido en un circuito de un aparato o máquina para su buen funcionamiento. Era cierto que a mi vida habían venido nuevos aires. Urgía limpiar, consecuentemente, los antiguos residuos para que estos recién llegados -ahora sí- materiales nobles, fluyesen fácilmente.
Será una limpieza por entregas, tanto he vivido. Cada capítulo supondrá un peldaño más, un ladrillo menos, por decirlo de algún modo.
Ya se había deshecho del abanico, obsoleto en sí mismo, cuando el calor comenzó a inundar la estancia.
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