jueves, 26 de agosto de 2010

"La línea es del hombre, la curva pertenece a Dios"

Música: tres clases de música hay en Fantasía. 1940, Walt Disney. El castillo de los cuentos de hadas de la firma, tan emblemático como los anillos de Audi o la sirena de Starbucks, lo copió el hermano Walt del que su amigo Gaudí levantó en la ciudad leonesa de Astorga. Astrica Augusta. En latín todo es más grandilocuente. O eso, al menos, me contó a mí un novio leonés y arquitecto que ladró más que mordió. Si el hermano Walt te copia, la inmortalidad queda asegurada, a pesar de que a Antoni le sobrase genio. Vuelvo a insistir en que más adelante hablaremos de genio y genios. Catalans, como los Paisos, las rajades y los taurons, o -simplemente- del mundo.

 Decíamos que en esta película hay tres tipos de música. Primero está la que cuenta una historia definida. Luego, la que aunque no tiene un tema específico, define una serie de imágenes más o menos definitivas. Y por último está la música que existe por el simple hecho de existir.

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