domingo, 22 de agosto de 2010

Sube que te llevo. Y baja siempre por el lado izquierdo

  Sonaba la vespino como una Kawasaki VN 1700 Vulcan Classic . Las vespinos me parecieron siempre luego bicis a motor; sonaban más que abultaban. Motor de batidora. Para una niñata que se cree mayor a los doce años por fumar cigarrillos mentolados y pedir "cerveza" -con voz forzadamente grave- en el mc menú del Mc Queen de su pueblo...una vespino sólo puede ser cutre. Pero a mí su vespino me sonaba a Kawasaki VN 1700 Vulcan Classic muchos años antes.
 La montaba con decisión. Controlaba  la máquina con un cuerpo que no se correspondía con sus más de setenta años. Lo recuerdo alto, fuerte, postura rígida. Abundante pelo blanco y una sola ceja, negra como el negro tizón.
 Que no subiéramos a esa vespino era una de las advertencias que más se nos repetían en aquella infancia de pueblo y primas entre veranos, ferias y fiestas de guardar. Como bien suele pasar con estas cosas advertidas, una tarde nos vimos a lomos de la temida moto. "Amoto" en ese pueblo. Sin lugar a dudas, esa primera transgresión inocente y no premeditada de las normas fue tan inevitable como necesaria.
 "Quita la mano, tío" era todo lo que alcanzaba a escuchar yo desde la parte de atrás, fuertemente agarrada a su cintura.  Repetitiva y lastimeramente. "Quita la mano, tío". Quejosa mi prima mayor. Yo me agarraba más fuerte y escuchaba con los ojos muy abiertos, silenciosa y resabiada, aunque fuera lo suficientemente mayor como para saber ya que sólo los oídos oyen. Incluso aunque se lleven los ojos cerrados.
 El deseo ansioso de ser tocada por sus manos grandes, calientes y encallecidas me embargó. Borracha de aromas, como canta la bulería, sólo atiné a desear muy fuerte en mi cabeza que eso pasara. Era aún lo suficientemente pequeña como para creer que con desear las cosas es suficiente. Como Dorothy Gale: bastaría golpear tres veces los zapatos rojos para regresar a Kansas. A casa, a casa, a casa.
La moto se detuvo. Fin del trayecto. Ni un roce en mi inmaculado cuerpo de niña viciosa.
Algunas veces, no siempre, hay viajes que se terminan antes de la operación salida.



O no!
S

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