viernes, 3 de septiembre de 2010

pero, como dice la filosofía del elefante, si no puede ser no puede ser

Poco a poco la hoguera se fue convirtiendo en ardientes
brasas, pero el frío no permitió que durara mucho, las brasas se transformaron rápidamente en cenizas, aunque a estas alturas, acabado el espectáculo principal, ya el archiduque y la archiduquesa se habían retirado. La nieve comenzó a caer.
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Cada vez que quería saber la siguiente casilla, abría aquel libro. Seguía este ritual desde hacía años y nunca fallaba. Vaticinó hechos menos que probables como aquel escaparse de casa, la prolongada enfermedad, el viaje a tierras cercanas, la aventura con el doctor. Cuando más lo necesitaba, de pronto se aparecía ante ella. En cualquier estante, en cualquier tienda. El fondo amarillo y el paquidermo violáceo.
Sonreía maliciosamente. No debiera pero lo hacía.

Recordó entonces, no sin cierto rencor, cada caída. Amaneceres demasiado tempranos, años de entrenamiento, manos agrietadas, huesos rotos en alguna ocasión. Y las veces que había deseado desear (sin éxito)tirar la toalla. Y sus continuos renaceres. Y siempre, al final, la caída. Acariciarse, lastimera, las heridas y vuelta a levantarse. Como Sísifo en su trabajo eterno.
La malicia seguía en su gesto. Satisfecha, abrazó su condena, condenada a repetirse. Satisfecha. Había llegado a ser la mejor trapecista sin red de toda la ciudad.




LA HIJA DE LA GIGANTA DAI DE LA FURA DELS BAUS (Portimao, sur de Portugal)

1 comentario:

acorroto dijo...

que pasa Sori, ya era hora de que empezaras a plasmar esas cosas que se pasan por tu cabeza loca. Eres buena, muy buena.