5 de junio, empieza mi semana de voluntariado en el centro de Budismo kadampa de Madrid. Hace más de un año, casi dos, que me llamaba la práctica de esta experiencia. No ha sido nada fácil desde la adolescencia aceptar mi parte religiosa. Ha sido como estar en el armario de lo espiritual. No es sólo porque tener este tipo de inquietudes sea minoritario sino porque mi carácter rebelde y contestatario me impidió durante mucho años hacerme este regalo que hoy me hago. Y que tanto agradece mi alma, que tanto necesito. Supongo que no será una semana fácil pero voy a poner todo de mi parte. Me será ahora más sencillo regalaros cada día - si el cansancio y esta nueva vida monacal me dejan seguir teniendo tiempo de conectar el ordenador- el mejor de mis pensamientos, la mejor de mis acciones.
De hoy, me quedo con la aceptación forzosa de quienes me quieren. De quienes me quieren aun sin entenderme, que no hay amor más grande y puro. Es fácil querer a alguien que ve la vida como tú y que hace lo que tú harías. Pero respetar lo que se te escapa de las manos y aceptarlo por el simple hecho de que quieres al ser que lo hace...eso es un amor tan grande...
Dice Buda que todo lo que no es amor es perturbación mental y yo hoy sentí en mis carnes, en mi mente y en mi alma el amor de mi familia, de mi padre y de mi madre, el de mis amigos y el de Carlo ante este nuevo capítulo de mi vida. También sentí el de las personas que ya viven en este centro dándome la bienvenida.
Bendita sea cada gota de amor que los demás vierten en mí y benditos sean los frutos que de ese riego brotarán de mi ser para que yo pueda, si acaso, devolverlo en alguna de las partes.
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